▲ 115 ▼ (Segunda parte)

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-Hola

Asombroso...

-¿Cómo te sientes?

Si en verdad supieras la persona que soy, no te hubieses quedado.

Quizá lo sabe y por eso lo hizo.


Tracy

-Hola

Sus ojos se abren alrededor de las 6 AM.

Suerte que quince minutos antes desperté, me lavé la cara y quedé a un lado de la cama, en una silla, viéndolo dormir.

De lo contrario, no me hubiese gustado saber cuál habría sido su reacción de saber que dormirmos juntos justo cuando tiempo atrás me dejó en claro que nunca haría nada tan íntimo como dormir con alguien.

Sería muy peligroso para él que su Inconsciente se enlace con el mío... me pregunto si anoche sucedió.

-¿Cómo te sientes?-le pregunto dedicándole mi mejor sonrisa.

Apenas sus párpados se han despegado, lo cual me obliga preguntarme si esto en verdad no ha sido un reflejo o realmente Theo está aquí, conmigo.

-Bueno...-murmuro-. Si no quieres hablar, ya sé cuál es mi lugar.

Me pongo de pie para buscar mi cartera y un liviano abrigo que me traje cuales tengo colgados en el perchero.

Él parpadea y por un instante me quedo inmóvil.

-Descuida. Llamaré a tu madre para que venga a verte.

Si no quiere hablar conmigo, lo entiendo.

Después de todo, era mucho mejor cuando dormía.

Me cuelgo la cartera al hombro, tomo mi abrigo y antes de decidirme al todo en qué momento irme, su voz me alcanza:

-¿Por...qué?

Trago saliva y añade:

-¿Por...qué te... quedas...te?

Me doy la vuelta, arrojando mis cosas a un costado y me coloco de rodillas a un lado de la cama. Nuestras miradas se encuentran a la misma altura.

Sus ojos grises piden clemencia. Piden perdón.

-Porque me lo pediste-le respondo-. Además, quería hacerlo.

Mi mirada se dirige también a la fina y rosada línea de sus labios. Se los ve tan tentadores, adornados por una barba incipiente que lo hace parecer más grande. Recuerdo cuando a sí mismo se hacía llamar «el Daddy» y yo reía con esa expresión.

-Gra...cias. Supongo-su voz se va apagando.

-¿Crees que llame a alguien para que te traiga el desayuno?

-Necesito tenerte...cerca-su voz de a poco se va aclarando.

Aunque en el modo menos audible, habría sido capaz de reconocer sus últimas palabras.

Mi respiración da un vuelco y siento el modo que de a poco me empiezo a agitar. Aunque a él se lo ve impasible, decidido. Quizá por el efecto de los sedantes para mantenerlo en paz.

-Lo estoy-le aseguro-. Estaré para ti si lo necesitas.

Y me siento muy en falta teniendo en cuenta que lo ignoré, lo evadí de la manera más cruel la ultima vez que nos encontramos en la escuela

-Ayúdame, por favor... Necesito tu auxilio.

Hay algo detrás de sus palabras que deja entrever un halo de luz entre tanta oscuridad.

Ya no intenta destruirse a sí mismo. El odio que siente hacia su propia persona, que me hizo detestarme a mí, que hizo tanto daño, está cediendo lugar a algo de amor propio. Me pregunto cuánto he tenido yo que ver en ello.

Pero una pregunta aún más martirizadora me obliga a plantearme cuán herida saldré a cambio de brindarle el auxilio que me pide.

-Bien-murmuro-, pero ¿de qué modo podría ayudarte, Theo? ¿Qué me pides a cambio? Si estamos cerca nos destruimos, si nos alejamos morimos de a poco. ¿Cuál es tu plan para que ahora las cosas salgan diferentes?

-Tengo... tengo una idea en mente.

-¿Sí?

-Sí. Para...que las cosas puedan ir mejor... entre nosotros.

Me acerco a él. A su rostro. A sus labios. A sus ojos que imploran en los míos.

-Dime lo que necesitas saber-le pido.

-Quiero...proponerte algo.

Mi respiración se precipita aún más y debo hacer un esfuerzo descomunal para no temblar.

La ansiedad me está matando.

-¿Qué...quieres, Theo?

Sólo tres palabras.

Sólo tres palabras y mi nombre, bastan para que mi mundo cambie por completo.

-Intentemos ser amigos, Tracy.

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BAD BITCH #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora