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Theo

Mis manos se cierran en la madera, envolviendo con fuerza el borde a los pies de la cama.

Tengo ganas de hacerlo pedazos mientras el tacto de Tracy se posa en mi abdomen, recorriendo con sus labios mis tatuajes y me empieza a molestar la presión de mi pene bajo el pantalón. Hoy no me he puesto ropa interior, esos malditos boxers apretados me hacen sufrir cuando tengo una erección pero aún así me siento atrapado ahí abajo.

Disfruto del momento hasta que caigo en la cuenta de que ella se suelta también de los bordes del camastro y me baja el elástico.

-Eso no era parte de las reglas, nena-le digo a la espera de que responda mi orden.

Pero no lo hace.

Ya no.

Quita mi pene de su lugar y casi puedo sentir el modo en que mis pupilas se dilatan aún más en tan dichosa oscuridad.

Esto no es lo que tenía planeado. El objetivo era ella. Darle placer a ella.

Pero la muy terca se ha negado a seguir la orden y ahora... ¡Demonios! Me está matando. Me encanta. La sensación es exquisita.

Muevo las caderas haciendo que mi miembro entra y salga de sus carnosos labios mientras lo disfruta casi tanto como yo. Entro y salgo mientras ella me masturba cuando estoy fuera.

En un instante que su mano la lleva a un costado, aprovecho y tomo el atrevimiento de cogerle la boca hasta el fondo. Con cuidado de no ahogarla aunque ya puedo sentirla toda dentro suyo. O casi toda. Al menos mi glande está apenas rozándole la garganta y cuando la quito, el sonido es música para mis oídos y me aparto.

Vuelvo las rodillas a los costados de su abdomen. Ahora reincorporado distingo que se está limpiando la boca con el dorso del brazo.

-Es normal que babees mientras la chupas-le cuento. Antes ya se ha sentido avergonzada por esto aunque no he conocido de momento a ninguna chica que sea tan "pulcra" de no dejar caer una sola gota de saliva mientras mi pene le entra en la boca hasta el fondo.

-También es tu presemen-me cuenta.

-Gracias por la noticia.

-¿En serio?

-No. Ven.

Me hago a un lado incorporándome de pie y le tiendo una mano para que haga lo propio. Siguiendo esta vez la orden, me coloco como corresponde en la cama (con la cabeza donde va la cabeza y los pies donde van los pies) y le señalo que se acomode de rodillas tal cual yo estaba hace un momento encima de ella.

-Colócate aquí-le señalo bajo mis axilas-y túmbate hacia adelante.

-Me daré contra la pared.

-No si te sujetas del cabezal.

Alcanzo a distinguir que frunce el ceño y sigue mi orden.

Tomo los bordes de su falda y se la levanto mientras inhala profundo. El punto es que ni se espera cuando empiezo a rozar sus muslos con la barba incipiente de mi quijada. Paso el mentón por ellos e inhalo la dulzura del olor a jabón en su delicada piel.

-Eres asombrosa...-murmuro mientras mis dientes llegan al borde de su ropa interior-. Sostén esto-le señalo su propia falda.

Ella sigue el juego. Llevo mis manos hasta sus nalgas y se las presiono. Tan suaves y esponjosas que me las quisiera montar a la primera oportunidad que me dé.

Muerdo la parte anterior de sus bragas y la corro a un lado.

-Ahhh. Ahhh...

-Shhh-digo sobre su preciosa entrepierna.

Ella cierra la boca y yo la abro. Mi lengua dibuja círculos alrededor de su delicioso coño que ya me lo imagino acabar para mí.

-Theo...-suplica.

-Espero haber sido el último en haber estado aquí-le digo apartándome un poco para mirarla a los ojos por encima de sus senos.

-Y el único-confiesa.

-No sabes cuánto me alegra oír eso.

Y con brusquedad, pego mis labios a los suyos. Los inferiores. Los de abajo. Donde separo la piel y mordisqueo mientras ella se retuerce y gimotea y golpea el cabezal de la cama mientras la penetro con mi lengua.

-The... Theo... ¡Ay!

«¿Qué ocurre nena? Sé que lo estás amando. Puedo sentirlo. Amo que te retuerzas por mí. Para mí.»

Quisiera decirlo pero no puedo.

Esto es tan delicioso que ni por un instante quisiera apartarme.

-Ahh... Arrrgggg...

Hace todo lo posible por no subir el tono de voz.

Teme que alguien pase y la escuche gemir pero el sexo en una residencia estudiantil es casi tan frecuente como en un motel.

«No te avergüences si te gusta», pienso.

Y lo suelto de a poco:

-Te fascina esto...-mi lengua explora su clítoris y juega con él. Ya está húmedo. Lo saboreo y me aparto para completar-: No lo reprimas. Te fascina tanto como a mí.

-S... Sí...-dice.

Cuando siento que no lo puedo contener más, llevo mi mano a mi miembro y lo empiezo a masturbar.

Mi otra mano está presionándole con fuerza su glúteo y le doy una nalgada conteniendo mi fuerza. Mis ganas por hacerlo más fuerte son tortuosas aunque no voy a hacerle daño.

No ahora.

-Ahhh...-murmura cerrando los ojos.

Eso tampoco se lo esperaba.

Acto seguido llevo mi mano a su parte delantera y con el dedo índice y el dedo corazón aparto sus labios menores, penetrándola más profundo hasta donde mi lengua es capaz de llegar.

Ella se retuerce un poco más y sus manos las cierra en mi cabello, jalando un poco, tironeando para contener sus ganas.

«NO lo contengas, nena. NO.»

Es que no sé cuánto más seré capaz de soportar.

Me sigo masturbando.

Entro con mi boca en ella y salgo.

Una vez

Y otra.

Y otra más.

Mientras gimotea mi nombre y pido clemencia.

-¡Acaba ya!-le suplico mordisqueando su clítoris y ella suelta un alarido.

Entonces se retuerce otra vez como si una corriente eléctrica la estuviese azotando.

Tracy se deja ir en mi boca retorciéndose hacia adelante y deja reposar la cabeza contra la pared.

En el mismo instante que un chorro de semen me humedece el abdomen y suspiro sobre su piel mojada.

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#BADBITCH #MARATON DÍA 2

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BAD BITCH #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora