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Tracy

Solo hay quince minutos entre el momento que se da por finalizada la clase y el inicio de la siguiente.

El problema es que no tengo idea de cómo localizar al idiota de Stefano. Dudo que quiera ir al despacho del señor Evans pero no nos quedan demasiadas alternativas, él es la autoridad y nosotros unos simples adolescentes de primeros años.

-Demonios, contesta-maldigo entre dientes mientras tengo el móvil pegado a mi oído.

-¿No da señales de vida?-pregunta una voz a mis espaldas.

No necesito girarme para saber que se trata de Juliette. Me acomodo un mechón de pelo detrás de la oreja y me giro pero no la miro directamente sino que pongo toda mi concentración a la espera de que atienda su maldito teléfono celular.

-¿Y?

-Nada-asimilo.

Sólo tengo un pi, pi, piiiiii, en señal de que el idiota me cuelga.

-Está al tanto de las llamadas-repongo-, pero no quiere responder.

-¿Sabe que tienen que ir al despacho de Evans?

-No explícitamente pero debe saberlo.

-Ve tú sola.

-¿Qué? ¡No! Ni loca, me echará la bronca a mí y luego tendré la asignatura en mi lista de frustraciones académicas.

-No lo vería de ese modo-asiente Juliette y comienza a caminar-. Sígueme. Sé dónde se encuentra su oficina.

-Vaya.

-No soy una perversa perseguidora sino que un día, de camino, encontré casualmente la puerta abierta con la placa a la vista y a él también. En fin, todo el mundo hablando de él y yo claramente quería lo mismo, quería saber cómo es. ¿No te ocurría lo mismo a ti?

-No-. Mentirosa.

-De todas formas creo que tú no eres quien le ha caído mal.

-¿Por qué lo dices?-doblamos a la derecha y tomamos unas escaleras que nos conducen al tercer piso.

-Te invitó una cerveza.

-Fue sarcasmo.

-Es probable. Pero con quien necesita hablar es con tu novio quien se cargó la culpa encima.

-¿Que... QUÉ? ¡¡¡STEFANO NO ES MI NOVIO!!!-. Por ahora.

-Es lo que crees. Se le notan las intenciones.

-No sé a qué te refieres con eso; no me metería con él ni por un millón de dólares.

-Concuerdo contigo...aunque por medio millón ya me compras.

Su comentario suelta una risita por mi parte y llegamos a la puerta que da entrada al despecho de Evans: Doctor en Letras e Investigador de Lenguaje. Ajá, no solo increíblemente atractivo sino de intelecto poderoso.

-Yo que tú-repone mi compañera-, haría bien en no ceder a los encantos de ese chico.

-¿Stefano?

-Sí. Es lindo aunque un tanto...extraño. No me da buena espina.

Quien diga que Stefano le inspira confianza, dudaría rotundamente de su sano juicio.

-Descuida-le aseguro-. Si me recomendases meterme con él, no estaríamos hablando en este instante. Pareces una buena persona.

-Tú también y por eso lo digo-. Acto seguido toca la puerta del despacho y antes de irse, formula una palabra con los labios cual no alcanza a salir a viva voz... «Suerte».

BAD BITCH #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora