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Cuando decido salir por fin de la habitación, siento que el mundo se me viene encima.

Es como si llevara todo el peso de la gravedad en los hombros y mi cabeza hiciese un esfuerzo sobrenatural por sostenerse.

Camino por el pasillo de la Bad House y el ruido de la música en la alto hace vibrar paredes y ventanas.

Una vez que me acerco a las escaleras me llega el olor a licor que empieza a circular (considerando que recién son las siete de la tarde, apenas me he duchado, cepillado los dientes y la fiesta en cuanto tal aún no comienza).

Mis pies se acercan a las escaleras, bajando peldaño a peldaño con cierto cuidado, como si algo fuese a empujarme en cualquier momento.

¿Estoy ebrio?

No, demonios, juraría que no.

Simplemente siento que ya no hay energía en mi cuerpo, es como si estuviere totalmente vacío y nada podría sacarme de este pozo sin fondo.

Exceptuando el clima de la casa, que propicia a embriagarme nuevamente y acostarme con cuanta chica se me cruce por delante porque soy un maldito hombre soltero, siempre lo he sido y tengo todo el derecho del mundo a disfrutar de ello.

Una vez que termino el descenso, descubro que en el juego de sillones se encuentran Cedric y Dominic bebiendo licor y preparando un enorme barril de cerveza. ¿Y...esta es mi «fiesta de bienvenida»?

Una vez que ambos divisan mi llegada, emite aullidos y vitoreos. Por algún motivo siento que siempre he pertenecido a esta casa por mucho que la odie, que deteste a cada uno de los que conviven acá, en ningún otro sitio me siento tan cómodo como ahora, en este sitio, con este montón de puercos que se me acercan, cruzan sus brazos por mis hombros y me llevan hasta el licor en la mesa ratona del centro.

-¡Acércate, hermano!-me anima Dominic arrimándome en verdad por la fuerza.

Al escucharle su «hermano» le arrojo una mirada asesina a la que no presta atención sino que me enchufa en la mano un vaso rojo de medio litro a lo que Cedric reacciona porque lo llevo vacío:

-Presta eso-lo quita de mi poder y lo acerca al grifo conectado a la parte inferior del barril. Llena el recipiente de cerveza y me lo devuelve-. ¡¡¡Ahora sí, Theoddddore!!!

-Como digas... Ceddddric-murmuro arrastrando la «d» con sarcasmo, algo que no reparan.

¿Pero qué demonios les sucede a todos aquí?

Ah, claro.

Este club de idiotas comprenden mis matices y mi gesto de «me importa todo una mierda» distinto a los remilgaditos que estudian en la IVU.

Acto seguido escucho una sirena de bomberos que me altera y emito un montón que insultos que son amortiguados por el ruido mayor.

-¿Pero...qué...?-es lo único que se oye de mi parte una vez que la sirena cesa.

-¡ESE, HERMANO, ESE-exclama Dominic con sus dos vasos en alto, uno en cada mano-ES EL MISMÍSIMO RUIDO DE LA GLORIAAAAA!

-Como digas.

-¡¿LLEGARON?!-exclama Neo apareciéndose desde la cocina quien corre hasta mirar por el otro lado de la puerta.

-¡¡¡SON ELLAS, SON ELLAS, HERRRRRMANO!!!-aúlla Cedric.

¿Quién demonios llama a la puerta de una casa con una sirena?

De pronto la manija de la entrada se gira y antes de preocuparme recuerdo que en este sitio no existen los modales, no obstante Neo de todas formas abre y...

...Oh...Santa... ¡¡¡MIERDA!!!

-¿Qué es tanto...? No tienen que estar hablando en serio...-distingo la voz de Amanda a mis espaldas.

Y a las espaldas de todos los varones presentes.

Y es que entran un montón de conejitas playboy (en verdad han de ser un montón de prostitutas disfrazadas) que llevan puesto un juego de lencería erótica con encaje y unas orejitas jodidamente sensuales y calientes en unas diademas pequeñas sobre sus hermosas cabezas.

La música suena con fuerza en mis oídos y no me dejan pensar con claridad.

Las chicas avanzan.

Una conejita. Dos conejitas. Tres. Podría contarlas como ovejas hasta dormirme mientras mi verga se agita dentro del bóxer.

No puede ser.

No puede ser cierto.

Sigo contando mientras las chicas se pasean y regodean por toda la casa.

Seis.

Siete.

Diez.

Doce.

Quince.

¿Dónde diablos vamos a meter a todas estas...preciosuras?

-¡¡¡ESTE ES EL PUTO CIELO, HERMANOOOO!!!-aúlla Cedric.

-¡ES EL INFIERNO, ESTÚPIDO!-distingo a Amanda.

Hasta que la última conejita, la número dieciséis atraviesa la puerta.

Y es la única que viene vestida con lencería y orejas de color rojo.

Se detiene en la puerta, mira el panorama con mucho interés y cierra la puerta a su espalda. Cuando distingue su objetivo, trago saliva para deshacer el nudo en mi garganta y se me queda mirando con ojos de gato depredador.

-San...to... Cie...

No.

No es el Cielo.

Este es el Infierno mismo. ES EL PUTO Y MALDITO INFIERNO.

El Infierno más caliente de todos, por cierto.

-¿Cómo estás Theo?-me pregunta y se lleva un dedo a la boca.

-Yo... Esto... Un gusto volver a...verte, Rebecca.

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#BADBITCH #MARATON #Día5

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BAD BITCH #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora