Capítulo XI

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Apenas si logro acordarme de lo que sucedió en aquella fiesta y lo único que recuerdo es uno de los peores momentos de mi existencia, un suceso que cambió mi vida... 

—¡Cielos Andrea! —Leonardo me tomó antes de que yo cayera al suelo—. ¿Te encuentras bien?
—Llévame a casa, por favor —supliqué y me tomó entre sus brazos. Me sentía muy mareada y abrumada. La cabeza comenzaba a darme vueltas por el alcohol que bebí, hasta sentía algo de náuseas.
—¡Wow! ¿qué te pasó chica? —preguntó una mujer pelirroja, supuse que era Mérida, la anfitriona de ésta fiesta—. No debiste haber tomado tanto... Leo, puedes llevarla a mi habitación antes de que le hagan algo. Ya sabes a lo que me refiero —le tendió una llave a Leonardo y se fue.
—Vamos, ya la escuchaste, te llevaré a su habitación.
—¡No, yo quiero ir a casa! —grité. Estaba muy mareada. La cabeza me retumbaba por tanto ruido de la música y de las personas. El suelo se movía, sólo quería descansar y olvidar todo esto. 

Sin hacerme caso, Leonardo me cargó y me llevó hasta la habitación de Mérida.

Al subir las escaleras pude ver a Cameron entrar a la fiesta y dirigirse inmediatamente a la barra. 
Podía ver que él tenia los ojos rojos y algunas lágrimas que rodeaban sus mejillas.
En ese momento me dí cuenta que terminamos por fin nuestra pequeña historia. Ya no lo podía ver, él siguió su camino, ahora estaba lejos de mi. Comencé a llorar porque la vida no es como en los cuentos de hadas, la vida no es una película, la realidad es asquerosa. Me dolía tanto nuestra ruptura. 


—Llegamos —Leonardo me aventó en la cama de la habitación sacándome de mis pensamientos—. Toma —me dió una pastilla con un vaso de agua—. No quiero que vomites mientras hago esto...

Me tomé la pastilla, me senté a la orilla de la cama y Leonardo cerró la habitación.
Todo estaba oscuro, no podía ver casi nada. Solo podía visualizar la silueta de Leonardo que se dirigia hacia a mi. 

—Prende las luces. —le pedí.

—No las necesitaremos—se rió y se encimó sobre mi.

—¿Qué haces, Leo? —pregunté extrañada.
—Lo que quería hacer hace tantos años —murmuró y comenzó a besar mi cuello.
—Aléjate de mi, ¿acaso estas borracho? —él me ignoró completamente y siguió besándome—. ¿¡Qué estás haciendo!? —grité desesperada y traté de empujarlo pero no tenía las fuerzas suficientes para hacerlo.
—Pequeña tonta, nadie te escuchará —volvió a reirse y tomó mis muñecas apretándolas con fuerza.
—¡Suéltame! —volví a gritar y comencé a dar patadas tratando de pegarle a Leonardo.

—¡Quédate quieta! —gritó y metió su mano debajo de mi vestido.
—Por favor, déjame —murmuré cansada pues ya no tenía fuerzas para patear o para quitármelo de encima. Me sentía muy débil y mareada.

Él comenzó a bajarme la pantie y a desabrocharme el vestido.

—¡Ayuda! ¡suéltame! ¡por favor no lo hagas! —grité, pero fue en vano pues Leonardo tenía razón, nadie podía escucharme, el sonido de la música estaba muy fuerte, sería inútil todo lo que hiciese para que Leonardo me dejara en paz y en ese momento rompí en llanto—. ¡Suéltame! —grité una vez más pero él me tapo la boca con su mano y me desabrochó el brassier con la otra.
—Cuánto deseaba hacer esto... —susurró y comenzó a besarme.
—¡Porfavor, no lo hagas! ¡suéltame! —supliqué una y otra y otra vez pero no funcionó.

Traté desesperadamente con todas mis fuerzas quitármelo de mi pero no pude, el cansancio me invadió y me di por vencida.
Él se quitó su ropa y la tiró en el suelo.

Todo sucedió tan rápido...

No puedo contar lo que sucedió después, tan solo pensarlo me hace recordar lo sucio y asqueroso que fue ese momento, me hace querer ahogarme en mis propias lágrimas...





-○-○-○-




Vi el reloj del buro de la habitación de Mérida. Eran las 3:00 am.

Me levanté muy agotada y cansada. El dolor invadía todo mi cuerpo desde muy adentro. Tomé los tacones, me puse el vestido y salí de ahí. Sentía el rimel corrido por mis mejillas y lo peor, aún podía sentir la horrible sensación de Leonardo sobre mi.
Bajé las escaleras, aún había gente en la fiesta, pero nadie se percató de mí. Mérida me vió, pasó frente a mi pero no hizo nada, sólo me evitó.



Salí de ahí, recorrí las calles oscuras muy adolorida de entre mis piernas hasta mi casa. 
Subí silenciosamente hasta el baño, me di una ducha y comencé a tallarme muy fuerte todo mi cuerpo, quería quitarme esa sensación, me sentía muy sucia, me sentía muy mal.

Me dirigí a mi habitación, aún adolorida y me tumbé en la cama.

¿Saben?, el llanto es peor cuando estas acostada en la cama, con la mano sobre la boca para no hacer ruido. Es peor cuando las lágrimas recorren tu rostro y caen sobre la almohada, mientras tu corazón se rompe en pedazos sólo de pensar en todo lo que te hace llorar. Y la otra mano en el estómago, debido a tanto dolor...





N/A:

¿Se lo esperaban?
¿Qué les pareció el cápitulo?
Iba a explicar como fue que Leonardo abuso de ella, pero luego recordé que pueden haber pequeñas que leen esto, o puede haber gente que le desagrada, así que opté por no hacerlo :c: 

Bueno, gracias por todos sus votos y comentarios. ♥

Cualquier crítica constructiva es buena. 
¡Mucho lob' para las que votan y comentan! ♥ 
Chau'. :3 










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