Capítulo XV [C]

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NOTA: En este capítulo, SÓLO en este capítulo se narra desde el punto de vista de Cameron.


No podía creer lo que Leonardo le había hecho a Andrea. Sabía las intenciones que ese maldito tenía hacia Andrea, y aún así no le advertí a ella, no le puse un alto a es infelíz.
Esto no se podía quedar así, Leonardo tenía que pagar por lo que había hecho.




A las 03:00 de la mañana me dirigí a la casa de Leonardo, era fácil de saber dónde vivía, siempre lo veía salir de una casa gris a unas cuantas calles de la mía.


Esperé afuera de su casa muy paciente hasta que Leonardo saliera. El enojo recorría todo mi cuerpo, Leonardo no se iba a salir con la suya.



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A las 04:00 de la madrugada pude ver que Leonardo caminaba muy despacio por la acera, era un poco extraño ver que él llegara a estas horas a su casa pero ignoré ese hecho.
—Te divertiste aquella noche, ¿eh? —inquirí molesto detrás de él—. Pues ésta madrugada te arrepentirás el haberle hecho eso.
—¿Eh? —él dió media vuelta e inmediatamente le di un golpe en su quijada haciendo que diera dos pasos hacia atrás y se llevó sus manos a su rostro.
—No puedo creer que hayas sido el mejor amigo de Andrea, ¿cómo pudiste haberle hecho eso? —el hecho de pensar de que Leonardo haya tocado a Andrea me ponía cada vez más furioso. 
—¿Cameron? —Leonardo escupió sangre—. Pero mira quien habla —rió maliciosamente y se limpió la sangre de la boca que provoqué con la manga de su suéter—. Tú has hecho sufrir más a Andrea que yo —sonrió pervertidamente y él me devolvió el golpe.

—¡Maldito infeliz! ¿¡cómo pudiste abusar de Andrea!? —no sentía el dolor del golpe que Leonardo me había dado, solo sentía la cólera que me causaba y la sangre que me recorría desde el labio inferior hasta la barbilla.

—No te preocupes, hice que gimiera más de lo que tú pudieras haberla hecho gritar en la cama —se rió—. Ah, lo olvidaba, ella a un era virgen cuando la penetré —y volvió a reír.

Lo que dijo fue suficiente para que explotará en rabia y me aventé contra él haciéndo que él se cayera al suelo y yo me encimé en el.

Con una mano tomé su suéter y con la otra le dí un golpe, dos golpes, tres, cuatro, cinco... uno tras otro, todos cargados de mi enojo.

No iba a permitir que dijera todas esas estúpideces, no iba a permitir que le volviera a hacer algo a Andrea.

Le propiné un golpe en su frente, en la mejilla, en la quijada, en todas partes.

—No la vuelvas a ver en toda tu asquerosa vida, o sino, te irá peor —lo amenacé, lo levanté y le di un rodillazo en su estómago haciendo que Leonardo volviera a caer en el suelo—. Ya no volverás a hacer lo mismo con Andrea... —dije y le dí una patada en su entrepierna y él gritó de dolor—. Ni con nadie más.

Respiré profundamente tratando de controlarme para no terminar haciendo una estupidez, tenía tantas ganas de matarlo pero sabía que Andrea no me volvería a ver en toda su vida si hacía eso.





Caminé lejos de ahí; lo dejé tirado en la acera todo ensangrentado y desfigurado de su rostro.
Sólo esperaba que sufriera.




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Caminé por las calles hasta llegar a la casa de Andrea.

Subí por el árbol, como de costumbre, que estaba cerca de la ventana de su habitación y trepé hasta llegar a su ventana.

Toqué 5 veces hasta que ella me abrió y me ayudó a entrar.

—Son las cuatro y media de la mañana, ¿qué haces aqui? —preguntó ella en pijama. Aún en esa vestimenta se veía hermosa.

—Lamento despertarte, Andrea —la abracé y le di un beso en la frente.

—¿Por qué estás manchado de sangre?... acaso, ¿acaso golpeaste a Leonardo?
—Tranquila, él no te hará nada.

—¿Qué le has hecho, Cameron?
—Nada peor de lo que él te hizo a ti —dije y después de unos minutos ella se recostó en su cama sosteniendo lágrimas en los ojos.

Yo la seguí, me recosté a su lado y la rodeé con mis brazos.

—Abortaré, Cameron, no quiero tener algo que tenga que ver con ese idiota —Andrea se acurrucó en mí y comenzó a llorar.
—No lo hagas —le acaricié la mejilla, tomé los cabellos que estaban en su rostro y los puse detrás de su oreja para verla mejor—. Prometí que iba a cambiar, ¿recuerdas? y estoy haciendo todo lo que puedo para ser un mejor hombre para ti —subí un poco la blusa de su pijama y acaricié su vientre—. Quizás no sea mi hijo, pero lo amaré como si fuese mío.


¿Esto es amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora