Epílogo.

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Pasé otro año sin saber absolutamente nada de Cameron. 3 años y medio en total, justo los que Nathan tenía de nacido.

Después de que Natalie me contase lo que pasó, caí en una depresión, y no sólo por Cameron, sino también por Carrie.

Nathan era la personita que me impulsaba a salir a delante, fue por él que decidí ir a un psicólogo y después buscar un trabajo.

Desafortunadamente, yo seguía triste por Cameron, y es que... era realmente imposible olvidarlo. 
El fue mi primer gran amor, el me dio miles de recuerdos que no podía olvidar, tristes y buenos... Los primeros tres años de relación que pasé con él fueron increíbles, después hubo una etapa en la que él se convirtió en una bestia, me golpeaba, me insultaba... sé que para muchos yo fui una estúpida por seguir con él, Natalie me llamaba masoquista, pero, era realmente difícil dejarlo, quizá por mi carácter débil que forjé en mi infancia o por lo ciega que estaba.
Aún así, seguí con él, yo confiaba en que el iba a cambiar.
Y lo hizo.
Pero ahora, cuando los dos superamos difíciles etapas y superamos todos, estábamos separados... y eso, me partía el corazón.

-○-○-○-


Una mañana llevé a Nathan al parque.


Él salió corriendo hacia los juegos con los amiguitos que había hecho ahí mismo y yo me senté en la banca que daba en dirección a la antigua casa de Cameron, así podía cuidar de lejos a Nathan y recordar los momentos que pasé junto a Cam.


Pasaron las horas... una, dos de la tarde.

Verdaderamente podía hacer miles de cosas sin él, pero sinceramente yo no quería hacer nada si no estaba él.

Lo extrañaba demasiado, extrañaba a Cameron... ¿¡Cameron!? ¿¡acaso es él!?

Me desvié de todos mis pensamientos cuando vi a una persona que se parecía mucho a él de espaldas.
¿Mi mente estaba jugando conmigo cómo todas esas veces que creía que un completo extraño era Cameron? o ¿realmente era él? 

Me levanté y me dispuse a ver mejor su cara.
Aquella persona se quedó parada frente a la que era casa de Cameron.

¿Sería él?
Mientras más me acercaba mi corazón palpitaba cada segundo más.

Miré a Nathan, él seguía feliz jugando con los otros niños.

Volteé nuevamente a la dirección donde se encontraba aquel sujeto pero... ¿¿¡cómo!??


Ya no estaba.

Me senté de nuevo en la banca y una lágrima rodó por mi mejilla. Suspiré llena de tristeza, me había hecho ilusiones por nada y eso me destruía un poco más.





A los pocos minutos después sentí una presencia a mi lado.
Miré a mi lado izquierdo y me quedé helada.
No podía parpadear, no podía hablar, no podía moverme. No lo podía creer.

—Andrea —murmuró.

¿Lo que estaba pasando era de verdad? ¿esto no eran puras meras ilusiones que hacia mi mente para reconfortarme un poquito?
Y después de unos segundos salí de mi estado de shock.

Nos miramos a los ojos, los dos los teníamos cristalizados, a nada de llorar.
En eso, él, sin dudarlo dos veces, tomó mi rostro con sus manos y me besó.

Ese beso estaba cargado de tanto amor, tanta pasión, ternura, deseo... De todo lo bueno.  HACE AÑOS que no probaba sus labios, que no sentía su piel y mi piel tan cerca.

Después de unos segundos nos separamos.

¿Esto es amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora