¿Esto es amor?

Capítulo XXII

—De verdad, lo siento mucho, Cameron —murmuré en la sala de esperas de el hospital en el que habían internado a su madre.
—Si tan sólo me hubiera quedado, si tan sólo la hubiera defendido ella no estaría muerta —sollozó y le dio una patada a la silla que estaba en frente de nosotros ocasionando que los demás doctores y familiares de los pacientes voltearan a vernos.
—Tranquilo, no es tu culpa, tu padre va a pagar por todo lo que hizo —lo abracé y pude sentir como Cameron lloraba a mares en mi hombro.
Ahora más que nunca debía estar a su lado, ya ha pasado por muchas cosas horribles, que seguramente yo ya no hubiera soportado.
—Estaré contigo, siempre —le susurré, lo aparté de mi y le sequé las lágrimas.

Después de esperar unas cuantas horas salió el doctor que atendió a la madre de Cameron
—Hijo de la paciente Herlinda Wesney Flecher, hijo de la paciente Herlin...
—¡Soy yo! —exclamó Cameron y se dirigió rápidamente con el doctor—. ¿Cómo esta?
—Hicimos lo que pudimos; la señora Herlinda tuvo una hemorragia gastrointestinal, afortunadamente llegaron a tiempo y pudimos pararla; desafortunadamente eso no es lo único que tiene, ella está en graves condiciones, tiene multiples hematomas, sufre de un trastorno de estrés postraumático crónico y ansiedad. 
—Pero se mejorará ¿cierto?
—No lo sabemos con certeza, sus defensas pueden bajar drasticamente; nosotros haremos lo posible para mantenerla con vida, ahora solo necesita estar en revisión, tomar constantes medicamentos y tendrán que ver a un psicólogo para que no tenga más problemas. 
—¿Puedo verla?
—Me temo que no, pero pueden venir a visitarla dentro de una semana, ahora pueden irse, nosotros la estaremos revisando.
—Gracias, doctor.
—Deben irse por ahora, les llamaré si ocurre algo —dijo el doctor, yo asentí y tomé a Cameron de la mano para irnos.

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—Gracias por estar conmigo —dijo Cameron al llegar a la casa de Natalie.
—Cameron, puedes quedarte aqui si gustas, no será un problema —anunció Natalie—. Ahora no puedes ir a tu casa pues están tomando pruebas y todo eso, será mejor que te quedes aquí por un tiempo.
—¿De verdad?
—¡Claro!, no hay problema.
—Gracias, Natalie —agradeció Cameron y se sentó en el sofá.
—Debo salir un momento, ¿de acuerdo? Puedes quedarte en la habitación de huéspedes —se despidió y se fue.
Al salir Natalie, Cameron se llevó las manos a su rostro y comenzó a llorar.
—Ahora ella está en un lugar mejor —dije tratando de consolar a Cameron.
—Eso espero —murmuró—. Pasó toda su vida en un infierno y yo no puede evitar eso —se culpó y lloró aún más.
—Cameron... —me acerqué a él y lo abracé—. Todo se pondrá mejor, ya verás, tu madre saldrá bien del hospital y tu hermana, aun que ella no esté aquí te estará cuidando desde el otro lado... Estoy segura que está agradecida contigo por haber tratado de defenderla.
—Pero no la defendí lo suficiente... ¡AHORA ELLA ESTÁ MUERTA POR MI CULPA!
—No, no es tú culpa; hiciste todo lo que pudiste para cuidarla.
Cameron se levantó y se fue a la habitación de huéspedes que Natalie le había señalado.
Yo me levanté y lo seguí pero antes de que entrara a la habitación el cerró la puerta en frente de mí.
—Sólo quiero estar solo... por favor —sollozó del otro lado de la puerta.
Me quedé ahí parada por varios minutos, después me senté en frente de la puerta.
En la casa de Natalie reinaba el silencio, sólo se podía escuchar a Cameron llorar.

Después de unas horas abrí la puerta y vi a Cameron sentado en la orilla de la cama con los ojos rojos e hinchados por tanto que había llorado.
—Ven... —murmuré, me senté a su lado y lo abracé—. Siempre estaré contigo.
—¿Por siempre?
—Para siempre —deposité un beso en su mejilla.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo, en las buenas y en las malas —él me abrazó.
—Gracias, Andrea —dijo y nos besamos.
Lentamente nos fuimos separando, él me cargó y me acostó en la cama. Después él se acostó a mi lado y acarició mi vientre.
—Jamás los dejaré solos —susurró y los dos nos quedamos dormidos...