Cuando todo se derrama

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"No voy a desperdiciar mi tiempo contigo"  Sí eso fuera tan fácil de decir, lo hubiera dicho hace mucho tiempo, "Dejaré de pensarte, me estás estorbando",  pero sé que real o no, es difícil dejar de quererlo y prometer no volver a tirar de la herida, sé que es falso.

Había despertado, habían pasado ya dos días después de la primera vez con Frank, y, a pesar de haber yo mismo dicho que era tiempo de olvidar el agua pasada, duele tanto no poder concentrarse en lo que realmente importa, dejando de lado a lo que alguna vez importó. Y es obvio, para nada soy tramposo, no pretendo hacerle daño a Frank, son solo estas memorias, las cuales se llaman desamores, que prometen más que solo perforarte y hacerte una herida, prometen quedarse contigo, por el resto de tu vida.

Pero todo tiene un sentido, por lo menos yo que soy Samuel, pienso que todo tiene un porqué. Y sé que más gente piensa como yo. Una herida profunda, un desamor tan grande que me deja sin nada, y me convierte en la forma más pura de volverme un bandido, que va en busca de algo prometido, algo llamado amor. Un amor que no se quiebre, que no me quiebre, que no me corte diez veces más de las que me adormece, prefiero una droga que me mate, a un cariño que me se vuelva monótono y rutinario.

¿De qué tipo de rutina estoy hablando? De una en la que es herir, ser herido, amar, y ser amado, todo junto y a la vez enredado.

Pero necesito despertar, "¡DESPIERTA SAMUEL! ¡¡DESPIERTA YA!!", pero... ¡ES GOLPE TRAS GOLPE! ¡Yo no pedí tener una herida tan grande! ¡NECESITO QUE ME AYUDES A CERRARLA! Yo no puedo solo...

Pero es pedir a un niño pequeño darte dinero para subsistir, de no ser porque exista el mercado negro, no hay manera en la que un alma limpia no salga lastimada, cuando un alma enferma necesita de ella. Te robará una parte de ti, al final de todo, soy yo el que lo va a terminar lastimando, soy yo el que lo va a terminar absorbiendo.

Pero en eso vuelvo a esto.

A mis tardes en Madrid, grabando con una sonrisa en el rostro, con el corazón emocionado y sabiendo que lo que hago nadie más lo hace, de la forma en la que yo lo hago. Amo lo que hago y eso se demuestra en el resultado, en saber que yo soy la única persona que puede tener esa calidad en el hablar y en el jugar. Porque sin importar qué, he aprendido a sonreír como un maniaco, en busca de la pura felicidad, sin remordimientos del pasado.

Algo completamente distinto a lo que soy yo, Samuel; Vegetta, es la persona que me gustaría ser. No soy un personaje total, pero he de admitir, que siempre he tenido mi lado guardado, para la personalidad que llevo dentro. Como cualquier persona, nadie pretende mostrar siempre el cien por ciento de lo que lleva consigo, es más, es casi imposible conocer a alguien de pies a cabeza, pero...

-¿Vegetta? - Si es fácil dejarse llevar por lo ya conocido. - ¿Por qué tan distraído?

-¿Distraído? Estoy normal tío, quizá un poco más tonto de lo normal, pero estoy bien – Frank se quedó callado, y Alex igual. Estaban seguros de que algo me pasaba por la cabeza, no era normal escucharme de esta forma, como si de a ratos estuviera feliz, y de a ratos pretendiera estarlo, fingir y ser.

-¿Amor, pasa algo...? - Me preguntó por fin Frank, yo negué con un sonidito, y Alex también emitió un sonido de desaprobación. - ¿Te dijeron algo tus padres o algo así?

-Pues... - Si sigo pretendiendo no tener nada, lo pondré mal. Inventar una excusa es lo más normal del mundo ahora mismo. - Sí - Respondí. - Lo siento si no les dije, pero mi madre está un poco cabreada conmigo, hoy en la mañana discutimos y casi lanzó la vida por la borda

-Hubieras empezado por ahí - Dijo Frank suspirando. - ¿Por qué no te desconectas y vas a hablar con ella? Tomate tu tiempo, no es lindo tenerte aquí si estás así

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