Opción 2, rendirse

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El momento de la verdad en nuestras mentiras, era ahora. Tus lágrimas y las mías siendo derramadas por la misma razón aparentemente. Necesitamos el uno del otro como una droga potente, podría decirse que ahora mismo necesitamos de una dosis. Diaria y sin medida. Pero tarde y temprano pasaría, no queríamos perdernos esa noche, en donde todo se rompió por un par de palabras mal dichas, por un par de acciones malinterpretadas. Todo fue directo al desahogue, y ahora ni desahogue o asfixia tenemos, solamente hay un hueco en el pecho. Un hueco que llamamos vacío.

Abrazados sin pensar en otra cosa que no fuera el uno y el otro, en esta escena extraña de no saber si era lo correcto, aunque no podríamos desear nada más que este preciso momento, pero dolía a pesar de estar lleno de verdades. Esa era la lección, una de tantas en esta historia absurda; la verdad siempre duele, incluso más si existen mentiras de por medio, encubriendo, lo que quizá sea, lo único sincero que hemos podido sentir. ¿Vaya ironía, no? Lo que es el sentimiento más sincero que tengo, encubierto por mentiras.

-¿Qué quieres hacer ahora...? - Pregunté, con el rostro hundido en su hombro. Me acarició el cabello, de la forma en la que lo solía hacer. No evité sonreír, de forma tan invisible, que solo fue para mí.

-Esto – Se alejó, me tomó del rostro y acariciando mi mejilla, me besó.

Quizá fue el beso más sincero que he podido sentir desde hace mucho tiempo, y a pesar de ser sincero, dolía. Porque sentir sus labios de nuevo, me revivía, como a un muerto después de mucho tiempo, sentía ese cosquilleo único, aquél que con la ropa puesta, me desnuda.

Tengo tantas cosas que decirte aun, pero me siento como un imbécil, siento que esto está mal, la convección de lucir maduro me duro tan poco, pero era obvio ¿No? ¿Cómo poder fingir con la persona que te conoce de pies a cabeza? Es mentir a la faceta más profunda, aquella que sabe el porqué de las cosas.

Si bien el beso duro más de dos minutos, su cuerpo no se separo si quiera un poco. Era esa sensación que recorría mi piel, erizándola; pero sin embargo, no podía dejar de sentir que algo estaba mal. "¡INFIEL!"  Sé lo que dije. Sé lo que estoy haciendo. Sé que es lo pasará. ¿Por qué no me detengo? ¡Habrá consecuencias! ¡BASTA GUILLERMO! ¿No lo entiendes? Dolerá más, se irá de nuevo, te abandonará, esta vez, con motivo alguno, te dejará de lado y lo tomará a él. Está conmocionado, y me estoy dejando llevar por su propia conmoción. ¿O estoy delirando? ¿Hasta que punto puede ser mentira esto? ¿Hasta que punto puede ser verdad?

Una parte de mí estaba feliz, pero otra sabía que no estaba haciendo lo correcto. "¡Ya a la mierda, lo tengo de nuevo!"  Pero... ¿Qué pasa si él no piensa lo mismo? ¿Qué pasa si realmente solo es un golpe de recuerdos lo que lo está destruyendo? "Me estoy enamorando de Frank", siente algo sincero, ¿Sincero?

Sincero; algo que no tiene mancha alguna de mentira, doble sentido, alguna contradicción propia en el argumento. ¿Y qué es esto? ¿Qué es este beso? ¿Será suficiente como para darle el doble sentido a la palabra infiel? ¿Qué doble sentido podría tener? ¿Qué argumento es válido para traicionar la confianza que te has ganado? No lo sé, nunca he sentido ese dolor, aquél llamado traición. Infidelidad.

Pero la posibilidad de sentirlo ahora, es tan grande. Él dice que está cansado de estar sin mí, intento creerle, intento pensar que es cierto, porque además de ser la persona que más amo, sé que es honesto, pero...

-Samuel – ¿No estoy siendo simplemente una vía por la cual eliminar su enojo? - ¿Por qué haces esto? - ¿No seré su forma de pelear con Frank?

-Te lo dije - Respondió alejándose un poco de mí, para verme a los ojos. - Te dije que estaba cansado de estar sin ti

-¿Qué hay de Frank? - Me alejé de él, lentamente. Sentí como su mano se deslizaba por mi mejilla, en estos momentos, la iniciativa de destruir a quién tuviera que destruir no era una opción, ya no era la primera. Pero de tan solo pensar que lo que está diciendo solo es obra de un choque de emociones y sensaciones, me hace sentir como el imbécil de los imbéciles, o más bien, como el juguete de los juguetes.. Tratando de recuperar el amor perdido de un muerto emparejado ya con su propia tierra. Los recuerdos no son la realidad más sincera que tenemos, son como una fotografía, únicamente plasmados ahí, con los sentimientos vivos, pero sin embargo, la mano que sujeta el papel, está viviendo una realidad distinta. Es exactamente lo que creo que le está pasando.

SICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora