¿Perdón?

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AVISO: Este capítulo contiene material +18, se recomienda discreción. (Pese a escribir con muchísimas censura)

***

Era este momento el que tanto dolía por haberlo esperado.

-Frank, ¿Estás dormido?

Era esta noche, la que tanto había anhelado tener, desde hace mucho tiempo.

-Vale...

Quizá si mis nervios se calmaran un poco, podría pensar con mayor claridad. Pero eso es tan pobre ahora, no sé que tengo que hacer si quiero que esto funcione. Mentir no se me da bien, incluso necesito ayuda de más personas para que sea creíble, pero ahora estoy solo entre la espada y la pared, y muero de ganas por verlo de nuevo.

Salí de la habitación del hotel, dirigiéndome en taxi hacia mí casa. Mi antigua casa. Le prometí que iría, le prometí que volveríamos a tenernos como solíamos hacer antes, no estoy nervioso por no saber cómo hacerlo, creo saber de sobra sobre su cuerpo, estoy ansioso porque ya ha pasado tanto tiempo, desde la última vez en la que tuve contacto con él.

Y llegando a Los Ángeles, después de media hora de viaje en tranvía, tomé otro taxi hacia su casa. Le había dejado una nota a Frank diciendo que si no me veía llegar, era porque había salido a verificar unos problemas respecto a mí vuelo, y que los solucionaría tan pronto como pueda, pero la mentira era tan falsa y tan difícil de tragar, que esperaba no se hiciera añicos en un tiempo.

Entré de nuevo en el edificio, estas paredes me traían varios recuerdos, de todo tipo, desde el día en el que llegamos aquí, hasta el día en el que me fui yo solo, con maleta en mano y el corazón en un puño, empacados ambos.

Subí hasta el departamento, toqué la puerta, y como si estuviera ahí parado frente a ella esperando, la abrió y me miró sonriendo, como si supiera que vendría, pero que ya comenzaba a temblar. Lo tomé del cuerpo y lo abracé, fuertemente, oliendo su cabello y seguido su cuello, se había bañado hace un momento, su piel aún estaba fría.

Sin decirnos nada caminamos hacia la habitación, su habitación. Cerró la puerta y al voltear a verme sonrió, miré que en su recámara tenía los libros puestos en el escritorio, y en la mesa, también estaba nuestra pulsera. Aquella que ahora tengo guardada entre los libros viejos que ya no leo.

Se sentó en la cama y yo también lo hice, no sabíamos cómo empezar esto, era una sensación extraña, como si fuera nuestra primera vez, y vaya que lo era, nuestra primera vez desde hace mucho tiempo.

-¿Nervioso? - Me preguntó, yo sonreí sacando una risita, lo voltee a ver, cogí su mano y él agachó la mirada. Ese rostro sonrojado significaba todo para mí.

-¿Tú? - No sabía de cualquier manera donde comenzar a tocarlo, porque ahora mismo, el único pensamiento que tenía en mente, era el de su cuerpo desnudo y mi corazón en un puño, no entendía que era esto.

-Algo... - Pero sin entenderlo totalmente, comencé a besarlo, desde sus labios hasta su cuello, cogí cada parte de él como si fuera mía, y era cierto, era mío.

Lo recosté en la cama, mientras los besos continuaban en sus labios suaves y de alguna manera, fríos. Mis manos comenzaron a jugar con su piel desnuda, recordaba como hacer esto, con él. Y hay que recalcar, Willy es completamente distinto a todo el mundo. Mucho más distinto al lado de Frank.

Subí su camisa, lentamente, mientras de su boca salían gemidos, de la mía salían mordidas en su cuello y posteriormente, en su abdomen. Me senté arriba de él, tirando su camisa por el aire, y al verlo a los ojos, noté esa linda expresión suya de nervios ingenuos, como si no supiera que iba a pasar.

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