Enamorados

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Domingo por la tarde, ¿Qué mejor que esto? Sentado en una mesa, solo, en la azotea de una cafetería. Willy había ido a dar una entrevista y estaba cansado, tanto, que tan solo llegar fue directo a dormir. Decidí despejarme un poco yendo por una taza de café cargado, estos días por la mudanza han sido pesados. Son los últimos días de noviembre, navidad llegará pronto.

¿Qué le regalaré a Willy? Tenía planeado pedirle matrimonio de nuevo en la cena, pero pienso que sería algo precipitado. ¿Lo será realmente? Nos conocemos mejor que nadie, ha cambiado, sí, pero para bien. Lo veo y noto que mi chico puberto e infantil se ha ido, encuentro en sus ojos una postura diferente, una persona dentro que quiere hacerse cargo de sus acciones, que piensa por los demás, ya no solo en mí y él, que era su mundo en un momento. Ahora piensa en su familia, en Frank, poco a poco, se va dando cuenta que todo lo que hemos hecho ha pasado trayendo a terceros, pero parece no dolerle realmente. Parece que, de alguna forma, ha podido asimilar el hecho de que si pensó con el corazón y no con el cerebro, al igual que yo, y que terminamos haciendo lo que pedía este a gritos, teníamos que hacernos cargo. Lo único que me preocupa, es que Frank ha terminado realmente mal después de aquello.

-¿Vegetta? - Escuché de repente. Voltee a ver y me topé con Mangel y Rubius. Ambos traían unos abrigos enormes, y en sus mejillas podía notar el frío que los abrazaba.

-Hola - Sonreí, y ellos con paso decidido se sentaron a mi lado, juntando una silla más. - ¿Cómo han estado?

-Bien - Respondió Rubius sonriente, hacía bastante tiempo que no lo veía, desde la fiesta en Moma y su borrachera post-ruptura.

-¿Ya estás mejor? - Él asintió dejando su móvil en la mesa.

-Bastante, gracias – Mangel sin embargo tenía el rostro diferente, se veía cansado, afligido por algo, pero no entendía por qué.

-¿Y tú Vegetta? - Me preguntó el rey de Roma, mirándome con ciertos ojos extraños, como si yo fuera un fugitivo. - ¿Cómo van las cosas con Willy?

Me quedé en absoluto silencio, la boca de Rubius quedó medio abierta y sus ojos se abrieron tanto que parecían ser platos. Le sostuve la mirada, sin eludir nada ya. ¿Qué le decía? ¿La verdad?

-Estoy feliz - Contesté, sin tartamudear. - Estoy feliz de haber hecho lo que hice, si esa era tu pregunta

-No, esa no era mi pregunta – Repuso.- ¿Cómo van las cosas? ¿Se casarán por fin? - Me dirigió una mirada fulminante, sentía que quería matarme de alguna forma. Pero no lo lograría, no me sentía avergonzado de nada, mucho menos de la mejor elección de mi vida. Él.

-Sí, quizá en diciembre - Contesté. - ¿Estás de su lado, verdad? ¿Frank también te ha dicho que está en las ruinas y que me odia? - Me miró de una manera extraña, le daba asco, lo deduje al ver sus labios moverse de esa forma.

-¿Cómo sabes que ha hablado conmigo?

-Es obvio - Suspiré. - ¿No te has dado cuenta? ¿No te ha dicho Alex?

-Alex lo único que me ha dicho es que se intentó suicidar – Sorpresa, fue lo único que hizo que mi corazón se apretara tan fuerte en ese momento. - Y que se está quedando con él para cuidarlo, incluso terminó con Eva por ello, no haz hecho más que desgracias cuando volviste

-Perdón pero... - Interrumpió Rubius. - No creo que él haya hecho algo malo...

Mangel y yo le dirigimos la mirada, perplejos. Rubius nunca se implicaba en nada de esto, incluso parecía que en sus palabras había miedo, como si no quisiera equivocarse.

-Digo... - Tronó sus manos mientras las posaba en su pantalón, bajó la mirada por un segundo pero al momento, volvió a mirar hacia adelante. - Vegetta lo que hizo fue engañarlo por su bien, se dio cuenta de lo obstinado que estaba Frank por quedarse a su lado y no tuvo otra oportunidad que quedarse ¿No? La historia que me contaste Mangel fue esa, él lo engañó cuando fue la E3, y Frank lo sabía, no creo que haya deducido eso solamente, pienso que lo sabía, y que sin embargo no dejó a Vegetta porque estaba...

SICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora