Las cosas se van como llegan;
inoportunas, sin aviso, en silencio.Y como llegaste te vas;
un ligero equipaje,
un te quiero en los bolsillos,
un te extraño en la mirada.Te vas sin objeciones,
divides corazones y hoy me alejas de ti;
o te alejas de mí,
Es lo mismo, ya nada será igual,
ya nada será para siempre.¿Y qué hago yo?,
si mi voz se perdió en este abismo que nos separa.
Si mi mirada no se encuentra con la tuya
en esta oscuridad que nos abraza,
Si mi mano intenta encontrarte,
pero se topa con este muro que construiste.Y te vas,
pero hace tiempo que no estás,
hace tiempo que te fuiste.
Mi alma ya no te encuentra,
el amor que nos cobijó ya no existe.He contado tantos atardeceres,
cada uno es un te quiero de mi boca,
cada uno es un día sin tu aroma.
He pasado tantas lunas refugiándome en tus ojos.
Unos ojos que ya no están,
tal vez nunca estuvieron.
Noventa y tres lunas me vieron
abrazar tu recuerdo,
hace noventa y tres lunas,
que mi mano no concuerda con tu cuerpo.Pero este es el último atardecer,
ya no hay más; no hay más palabras,
no hay más cariño, no hay más nosotros.
Todo se acaba ahora,
te vas sin misericordia,
y yo te dejo ir;
porque, ¿quién soy yo para detenerte?
Un amante más,
un instante que se perdió en el tiempo,
una nota que se llevó el viento.Noventa y tres atardeceres bastaron para amarte,
para depender de tu sonrisa.
Hoy la brisa me dice que te fuiste.
Hoy la noche me recuerda que estoy triste,
porque ya no estás aquí.Noventa y tres mensajes en la mañana,
noventa y tres dulces sueños en la noche.
Noventa y tres días bastaron
para confiar en que eras todo lo que esperaba.
Noventa y tres segundos bastaron para derrumbar lo que yo amaba.Te vas,
como esta vida insana que se me escapa.
Fuiste un soplo fugaz que se coló por la ventana.
Ahora te alejas, y yo te veo marchar.
No lo soporto, pero lo entiendo.
Nuestro tiempo fue demasiado corto,
nuestro amor demasiado mentiroso.Te anhelo,
fuiste el sol que me abrazó en febrero.
Ahora te vas con la primavera;
pero yo sigo en invierno,
pues este frío eterno
vuelve de nuevo,
y la lluvia con él.
La vida se torna a su color habitual;
Gris como el asfalto,
negro como tus ojos.Me despojo de tu cuerpo,
de tus labios,
de tu piel.
Una piel que fue más de otro que mía,
pero apostaría la vida
que la amé más yo que él.
Un cuerpo que nunca toqué;
pero conozco tu mente,
la desnudé mil veces.
Mil veces fuiste mía sin necesidad de tocarte.
Y sin tocarte te vas,
porque así son las cosas;
ayer me dejaste amarte,
hoy tu vida está aparte,
mañana serás sólo parte
de mi pasado.
Un pasado al que siempre querré volver.El tiempo se agota,
tus ojos se cierran,
la vida sucumbe y yo estoy ante el atardecer número noventa y tres esperando un porqué.
¿Por qué me mentiste?,
¿por qué te aprovechaste de mi?,
¿En qué me equivoqué?
Quisiera poder preguntarte porqué me hiciste amarte en vano,
pero no puedo,
pues sólo fuiste una ilusión;
una ilusión que se marchita,
que se me escapa de las manos.