x

26 1 0
                                    

Yo lloraba,
Mientras en su cara eyaculaba.
Su sonrisa inocente
Se perdía en la pálida laguna
de mi orgasmo.

Yo era el hombre más triste del mundo
Por embriagar de sexo
Un culo que ya no era mío.
¡Vaya lío!
Su boca tragaba semen,
Mi boca tragaba olvido.

La humedad de su vagina
Me invitaba a pasar,
Pero una tormenta en su pecho
Me alejaba del cielo.
Yo la tomé del pelo
Para recordarle lo puta que es,
Ella gimió tres veces
Y ya no pude parar.

Me arrodillé a rezar
En la bifurcación de sus piernas.
Su coño, mojado como siempre,
Me invitaba a besar con lengua.
Yo accedí,
Como un caballero que acepta tregua,
Aunque anhelando
Que no fueran sus piernas,
sino sus alas
las abiertas.

Yo me adentraba en su pelvis,
mientras a los ojos la miraba;
Pero no era amor, si no frívola pasión
Lo que sus iris reflejaban.
Me monté sobre ella
Y desaté todo mi furor sobre su cuerpo.
Nada en el mundo es más acogedor que su coño, Es cierto,
Pero ya no lloraría, aunque partiera.
Aquella última noche le demostré
Cuánto odio que no me quiera.

Me corrí en su boca
Y en sus tetas de porcelana.
Y agarré su cuello,
Consciente de que ya no me amaba.
La miré a los ojos,
Los que ya no brillaban;
Ya no eres mi niña, le dije,
Eres una desgraciada.

Maldito sea su vientre,
Y la manera en que me atrae.
Malditos sean sus ojos,
Y la inocencia que ya no reflejan.
Ahora la odio,
Porque cada parte de su cuerpo me encanta.
Porque ahora es igual todas,
Ya no es única entre tantas.

Te extraño, me pesa el alma
Y el tiempo transcurre amargo.
Desde esa noche,
Sin embargo,
Ya no eres lo más bello del mundo,
Y aún así,
Escribo este texto
pensando en ti,
mientras me masturbo.

Sol de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora