22. "Confianza"

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Mi rutina en la universidad empezaba de nuevo, pues como todos los días, de lunes a viernes, me levantaba a la 6:30 a.m. a trotar por cuarenta cinco minutos, después me bañaba y hacía el desayuno. Finalmente salía a coger el bus para llegar a tiempo a la primera clase de 8:30 a.m. En ocasiones cambiaban las cosas porque me quedaba dormida ya que literalmente, mi sueño siempre ha sido pesado. Mi madre consideraba una bendición el hecho de que yo sola me levante tan temprano, pues cuando estaba en el colegio, nuestras peleas eran porque no despertaba rápido, ni siquiera un parlante a todo volumen lo hacía.

La hora de almuerzo llegó y teníamos veinticinco minutos para poder deleitar nuestra comida. Algunos de mis compañeros salían en sus carros a almorzar en otro lugar, como yo no poseía uno y a Liliana junto a Oliver le daban pereza manejar, entonces comíamos ahí.

-¿Y Oliver? -dijo Liliana mientras nos sentábamos en una de las sillas del bar.

-No va a venir. Está ayudándole a su papá en unos trámites de la empresa.

-¡Ay, mejor! Necesitaba que estemos solas para que me cuentes del día en la playa. ¡Dimelo todo! -la cara de Liliana mostraba tanta emoción por saber el mínimo detalle de aquel día, pero la verdad es que solo había una palabra para describirlo.

-Estuvo increíble.

-¡¿Qué?! ¿Solo me vas a decir eso? Amelia, estuvieron los dos solos todo un día, hasta la noche en una casa inmensa. Es obvio que pasaron muchas cosas. ¿Durmieron juntos?

Trajeron nuestra comida y cogí la cuchara para probar la sopa. Estaba deliciosa.

-Si. Y no, no pasó nada fuera de lo común. Tan sólo vimos películas, comimos y finalmente nos quedamos dormidos porque pasamos dos horas conversando.

Eso era lo que en realidad pasó, Oliver captó que yo no era como las demás chicas con quién el estuvo en un pasado. Y actualmente se está acostumbrando a mí, pues dice que ahora está viviendo una relación verdadera, donde lo más importante es la confianza y la comunicación.

-¿Oliver Stone hizo eso? ¡¿Bromeas?! Él no es así.

-No es ninguna broma.

-Querida Amelia, eso significa que lo has enamorado al muchacho. ¡Wow! eres la única, por lo visto. Siéntete afortunada porque dudo que te sea infiel.

-Ojalá no lo sea.

Posteriormente de almorzar, volvimos a nuestras aulas a recibir las clases restantes y Oliver ya se encontraba en su asiento.

-¿Cómo te fue? -le dije cuando llegué hacia él pero no respondió, me parecía que algo malo le había sucedido ya que su rostro se veía enojado.

En ese preciso momento, el profesor entró y la clase empezó. Mi asiento se encuentra a lado del de Oliver, así que de reojo lo veía y su expresión seguía igual. La salida hacia casa llegó y él fue el primero en salir del aula. No quise dejarlo solo, entonces lo seguí.

-¡Oliver! ¡Oliver! -no se detenía. -¡Oliver! ¿Qué te pasa? -cogí su brazo y él se detuvo.

-Amelia, no es por ti. Solo no quiero hablar con nadie.

Puede que no haya sido por mi, pero aun así me preocupaba. Todo esto me entristece pero a la vez me enfurece porque eso significaba que él no tiene la suficiente confianza para contarme sus cosas.

Mis pies descansaron en la cama, pues ya había culminado la tarea, y me había pegado un buen baño. En todo el día no llamé a Oliver, él quería estar solo. A pesar de todo, la angustia me mataba.

Cuando mis ojos se estaban cerrando, escuché la ventana abrirse, así que de inmediato la alcé porque suponía que era Oliver, y pues era él.

-¡Hola! -lo abracé muy fuerte y luego lo ayudé a pasar. Me sorprendió que a su lado llevaba una maleta, y aparte su mochila de la universidad.

-Perdóname por no avisarte, y por no querer contarte.... es que...-sus lágrimas querían salir.

-No, no, está bien. No me cuentes si no quieres. No importa. De verdad.

-Si quiero contarte Amelia. Y aparte te quiero pedir un favor inmenso.

Nos sentamos en el mueble y sus palabras fluyeron poco a poco. Tuvo un gran lío con su padre, él pensó que Oliver le estaba robando dinero de la empresa, cuando todo era totalmente falso. La verdad era que su mejor amigo lo estaba haciendo pero Oliver no quiso decir palabra alguna porque lo tenía amenazado. Entonces Oliver asumió que él era el culpable y su padre lo botó de la casa.

-Pero todo esto está mal. Tienes que decirle la verdad, cueste lo que cueste. No te puedes ganar el desamor de tu padre por algo que no has cometido.

-Lo hecho está hecho. Ahora solo te quiero pedir que me des posada aquí por unos días, luego ya veré que hago.

-Quédate el tiempo que quieras, pero si alguien de mi familia viene, tienes que irte porque obviamente van a pensar mal.

-Gracias. -me dio un beso en la mejilla. -Gracias por estar conmigo en todas.

Le devolví el beso. -¿Tienes hambre?

-Muchísima.

Mandamos a pedir una pizza mediana para los dos. Comimos junto a un jugo helado de naranja que lo había preparado en ese instante.

-Se que te va a enojar que te diga esto.... pero debes decirle a tu papá. Es que me parece muy injusto.

Se lo dije mientras estábamos acostados tranquilamente en mi cama para luego dormir.

-Él mismo se va a enterar con el tiempo. Aparte estoy terriblemente amenazado. -cogió mi cara y me vio fijamente a los ojos. -Si le digo, te voy a perder.

El mejor reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora