13. "Inesperado"

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Creo que nada en esta vida se te da por completo. Pasan cosas buenas, pero no del todo. Sé que le gusto, bien. Sé que el sabe mis sentimientos, bien. Pero justo en el mejor momento se tiene que ir. Tenía que aguantar otra vez por un largo tiempo, estoy cansada de esperar, ¿Y si encuentra una chica mejor por allá? ¿Y si me olvida? Yo no lo haría, pero no se qué pasaría con él.

Si las personas pudieran descubrir el pensamiento de otros, en este instante la profesora de historia ya me hubiera mandado donde el director, no estaba prestando ni un minuto de mi atención hacia su gran primera materia del día lunes. Mi vista era hacia el enorme pizarrón pero mi mente estaba en todas partes.

Pasaron todas las primeras asignaturas y milagrosamente tocó el timbre para salir a receso. Salí hacia el curso de Liliana con la cabeza agachada.

-Con esa cara, hasta a un perro le das pena. -me dijo cuando ya nos habíamos encontrado.

Simplemente reí y le dije que sigueramos hacia el bar, y me animé a comprarme un pastel de chocolate. Me senté en una de las mesas y avisé a Liliana con señas para que se fijara en el lugar donde yo estaba, ya que se ubicaba en la cola para comprar.

-Para animarte, vamos este viernes a una discoteca, te invito a la mejor. -su sonrisa se amplió por completo. -Es tu cumpleaños, Amelia. -hizo un puchero.

-No tengo ganas. -metí una cucharada dentro a mi boca.

-Mira, si amas algo, déjalo ir, si vuelve, es tuyo.

-Esa frase no combina aquí. -reímos y nos paramos para dirigirnos a nuestras aulas porque el timbre ya iba a sonar. Las clases terminaron y luego tocó el timbre para salida.

Ni me había percatado que en cuatro días iba a ser mi cumpleaños, aunque igual no me ha entusiasma, no sé, pienso que es un día normal porque nunca me han dado regalo desde que cumplí los once.

Martes, miércoles, jueves. Todos esos días habían pasado y Oliver no se ha conectado por skype, llamaba a su celular y tampoco contestaba. Mi preocupación no se consumía porque el día martes me escribió su hermano que también se encontraba allá con él, y me dijo que estaban muy bien.

-¿Como está mi casi cumpleañera? -me dijo Sabrina, mi mejor amiga, apenas contesté el celular.

-Haciendo una larga tarea para mañana, sólo espero acabarla.

-Relájate, mañana la festejas como se debe. -hizo una breve pausa. -Ojalá Oliver estuviera ahí.

-No sé nada de él desde que se fue, tal vez ya se olvidó. Ya fue. Igual, no me interesa nada de eso ahorita, sólo quiero terminar esta tarea.

-Ni siquiera tiene una semana, no desconfíes, tranquila. Pero de que lo festejas, lo festejas.

Nos despedimos y corté la llamada. Me paré para dejar el celular cargando en la cocina y después volví al escritorio a seguir haciendo tareas. Iban a ser las doce de la noche y no terminaba mi tarea, quería un 10 en esa materia para obtener el mejor promedio ya que en esta estoy un poco baja.

Abrí mis ojos perezosamente por el sonido del teléfono y me di cuenta que eran las 1:40 a.m. Me había quedado dormida en el escritorio y mi cuello dolía terriblemente. Todos los cuadernos eran regados y los focos eran encendidos como si fuera Navidad.

-¡Qué viva la cumpleañera! -me dijo mi hermosa madre apenas contesté el teléfono de casa. -¿Por qué no contestabas tu celular?

-Gracias mami. Está cargándose en la cocina, me quedé dormida.

Luego, mis hermanas, mi padre y mis tías me dijeron feliz cumpleaños por aquel teléfono, agradecí inmensamente y fui a ver mi celular. Tenía 28 llamadas perdidas, me sentía famous, todas eran de Sabrina (9), Liliana (7), Matías (4), Clara (8). Ninguna era de Oliver, ni siquiera me había enviado un mensaje. Honestamente, si me puso triste porque esperaba algo de él. La decepción estaba llegando y yo prácticamente, me estaba rindiendo.

Agotada de tanto deber, apagué los focos de la sala y fui al cuarto a solamente echar mi cuerpo sobre la cama.

Desperté por la alarma y sólo me quedaban 15 minutos para llegar a tiempo a clases. Me cambié, cepillé los dientes y salí rápidamente en taxi hacia la universidad. No desayuné, tampoco me bañé, así que ya se imaginarían el aspecto que debía tener.

-¡FELIZ CUMPLEAÑOS! -gritaron todos los de mi curso apenas llegué, suspiré aliviada al no ver el profesor dentro del aula.

Todos me abrazaron, y yo agradecía a cada uno de ellos, Liliana me dio un pequeño obsequio al igual que Matías.

-Gracias amigos. -les dije al abrazarlos a ambos.

-De nada Amelia. Hoy rumbeamos quieras o no. -reí y ella se fue a su puesto.

-Sé que es un pequeño regalo pero espero demostrarte todo lo que te quiero y agradecerte por lo que me has ayudado en este tiempo.

-No importa, gracias Mati. -lo abracé y cada uno se fue a su respectivo puesto, por la avenida del profesor.

Cada materia se pasaba muy rápida y Liliana en cada segundo me iba insistiendo para ir a la famosa discoteca, mientras yo sólo lo dudaba. En cuanto al trabajo que me tomó toda la madrugada en hacerlo, me saqué 10/10 con exoneración en el examen final, eso era lo único que me tenía feliz todo el día.

Llegué en la tarde llegué a casa y mi admiración se expandió al ver a mis tres amigas: Sabrina, Liliana, y Clara. Y pues, al final de todo, terminaron convenciéndome. Habían planeado una gran sorpresa en aquella discoteca, la verdad nunca lo habría pensado porque es la primera vez que me hacen una. Invitaron a la mayoría de mis compañeros de clase y unos cuantos amigos que tenía en la universidad. Pero igual sentía que faltaba alguien, el más importante.

Aquella sorpresa estaba preparada desde hace semanas, la decoración era muy colorida. Lo que más me gustó, fue el gran pastel en forma de libro, con el exquisito sabor que me gusta: chocolate. Le agradecí a Sabrina porque había notado que ella la había mandado a hacer, ella sabía cuánto yo los apreciaba.

Posterior de bailar una media hora con mis amigas en la pista, aunque yo lo llamaría círculo de risas, me senté en un mueble a descansar los pies.

-Vamos a bailar.-dijo Matías sentándose a lado mío.

Asentí y fuimos a la pista, la verdad es que si la estaba disfrutando porque no quería aparecer malagradecida frente a mis amigas que se sacrificaron haciéndome aquello. Matías bailaba muy bien, a veces pienso que en su otra vida es bailarín profesional.

Dos, tres, cuatro horas pasaron y los bocaditos se estaban acabando. Y con ello el alcohol. Así que Liliana y Clara fueron a comprar más. Les dije que me quedaría porque estaba cansada.

-¿Un vasito? -Matías me ofreció con vodka...o era lo que parecía.

-Ya sabes que no bebo.

-¡Entonces bailemos! La última canción, lo prometo. -prefería eso a que pasarme esa bebida. Creo que tengo paladar distinto.

No me había percatado que estaba ebrio, así que decidí alejarme un poco disimuladamente. El se dio cuenta y no me dio segundos para alejarme lo suficiente. Como si nada, agarró mi cintura fuertemente, yo traté de alejarme con las manos pero no podía, así que el ganó la batalla y me dio un beso en la mejilla, fue bastante cerca de la boca. Si yo no me alejaba, estaría segura que aquel beso llegaría al lugar que el quería. Alcancé a empujarlo fuertemente hasta que cayera, la gente cercana de allí se paralizó, vi los rostros y bajé la cabeza, me entró una vergüenza enorme, todos eran conocidos. Luego la alcé y mi rostro cambió totalmente, no me esperaba con ver a Oliver.

Él estaba en mi fiesta.

Él regresó.

El mejor reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora