24. "Perdón"

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-No puedo. -fueron las únicas dos palabras que salieron de mi boca. No quería que nadie supiera que Oliver se está hospedando en mi casa a excepción de mi mamá. Sí, en la mañana se lo conté porque no toleraba la angustia que cargaba dentro. Pero no permitiría que alguien más se enterara. Por los rumores y por el ex mejor amigo de Oliver que me pone en riesgo. En realidad, no deseaba que nada ni nadie perturbe lo que está iniciando.

-¡Wow! ¿Y por qué? -Liliana empezó a sospechar algo. Su mirada lo decía todo.

-Es que vienen unos primos a visitarme. -sonreí. Últimamente el mentir se me ha hecho algo usual, ni siquiera tartamudeo al expresarme. Aún así, no quiero que se me haga una costumbre porque todo lo que haces, te lo hacen a ti en un futuro.

-Bueno, ya veo qué hago. Adiós. -Liliana estaba a punto de retirarse de la mesa.

-Está bien, quédate en mi casa. Tal vez haya un pequeño espacio para ti.

-¡Gracias, gracias, gracias! ¡Eres la mejor! -su abrazo empezó a sofocarme.

-¿Por qué tanto amor por aquí? -llegó Oliver con nuestra comida.

-¡Hoy podré irme de rumba! -alzó sus brazos como si fueran a hacer la ola en un estadio. -Pero no te preocupes que no me llevaré a tu chica. -se despidió de los dos con beso. -Nos vemos a las 4:30 a.m. , Lili.

Almorzábamos y no fluían ideas en mi cerebro de cómo esconder a Oliver a esa hora de la madrugada.

Nos paramos y fuimos al cine a ver una película que teníamos pensado días atrás. A mí me interesaba mucho porque era acerca del planeta y todas las que eran relacionadas a eso me encantaban. No recordaba el nombre, tan sólo que salía Jennifer Lawrence.

-No llenó mis expectativas. -dijo Oliver cuando estábamos saliendo de la sala.

-Más o menos. -suspiré. -¿Qué vas a hacer hoy?

-No han dicho nada en el grupo los muchachos. ¿Por qué? ¿Quieres hacer algo? -me hizo una mirada pervertida y yo reí.

-Estás loco. -reí más. -Decía para salir a co... Ah no, nada. -

-¿Qué por lo de Liliana? -asentí. -Ay, se lo hubieras negado. Bueno, aunque por mí no hay problema. Ya busco otro lugar si quieres.

-No, de seguro va a llegar ebria y al otro día se olvida. Quédate no más.

Llegamos a la casa y eran las 5:30 p.m. Así que cada uno entró al baño a ducharse. Obviamente en distintos baños.

-Ameli, no tengo jabón ¿Me pasas uno? Por favor. -apenas me estaba poniendo el shampoo. Enjuagué mi cabello, me coloqué la toalla y cogí uno del cajón recién empaquetado. -Gracias princesa.

Oliver notó mi cara de sonrojo y rió por bajito.

-Tranquila. Ya me voy. -él estaba aún con su camiseta y pantalones puestos. -Pero si quieres me quedo.

Y sin mi permiso entró al baño y comenzó a besarme ferozmente. Yo literalmente estaba atónita. La llave de la ducha estaba abierta y la puerta de igual manera. Oliver parecía descontrolado, se sacó la camiseta y estaba a punto de retirar sus dos últimas prendas. Agarraba mi cabello con mucha rebeldía y buscaba el término del enrollo de la toalla para desatármela. Hasta que reaccioné.

-Oliver.....hey.....¡Oliver! -lo empujé. Las clases de crossfit si me han servido después de todo.

-Perdóname....no sé que...perdón. No fue mi intención. -cogía su frente con una mano mentalizando lo que había hecho.

-No importa. Fue mi culpa porque dejé que me vieras así.

-No no no, fui yo. Perdón ¿si? -depositó un beso en mi frente y yo asentí. -Iré a bañarme rápido. -sonrió. -Cierto, ponte muy guapa porque te voy a invitar a un buen restaurante. Muy lujoso.

-¡¿Qué?! Pero no tengo ropa. O sea sí, pero no nueva ni tan elegante.

-En tu cama dejé un vestido. No me lo rechaces. Lo compré con mucho cariño, espero que te guste. -besó mi mejilla.

El se retiró y cerré la puerta para seguir con lo mío. Después de 15 minutos sequé mi cuerpo y unté crema humectante en todas partes. Eso ya formaba parte de mi rutina. Salí hacia el cuarto y lo vi. Era precioso. Color rojo con perlitas doradas, sin escote, sencillo pero elegante. Me lo puse y llegaba hasta el inicio de mis rodillas. Sin duda alguna, Oliver tenía mis gustos.

Luego procedí a mi punto débil: maquillar. En vacaciones veía tutoriales para aprender pero al minuto cambiaba porque me aburrían. Gracias a Dios tengo unas primas que son compradoras compulsivas de maquillaje y saben bastante. Y por ello, tengo algo de conocimiento.

Me coloqué primer, base y blush. En los ojos no hice casi nada, sólo rímel y algo de sombra café. En las cejas igual porque ahí tengo pelos de oso, entonces necesito poca pintura. Al cabello lo planché y peiné. Los accesorios eran dorados y sutiles para la ocasión. Tacos negros y lista.

-Princesa ¿ya estás lista? Son 7:45 p.m. y reservé la mesa para las....-abrí la puerta y su mirada recorrió por todo mi cuerpo. -Estás hermosa.

-Cállate. -reí. -Ya vamos. -trataba de disimular mi vergüenza porque sabía que me pondría tomate.

-Espera, deja tomarte una foto. -sacó su celular e intenté salir lo más normal posible porque casi siempre salgo jorobada en las fotos. -Ahora de tu cámara profesional.

Después de varias fotos y selfies, cogimos rumbo al restaurante en mi carro. Oliver estaba muy callado.

-¿Qué te pasa? -cogí su mano y una lágrima cayó de su mejilla.

-Hubiera.... hubiera querido decirle a mi papá que encontré a mi chica. Que voy a tener una primera cita seria. Que estoy saliendo con una mujer valiosa que es como mamá. Que ha cambiado mis ideales acerca de la vida. Pero... ahj, ya nada.

-Para eso debes tener una conversación con él. Decirle la verdad acerca....

-No, eso no lo voy a hacer. Ya lo decidí. -hubo silencio por unos segundos. -Ya no hablemos de eso, disfrutemos esta noche ¿si?

Sonreí. -¿Conozco el lugar?

-Sí. Es muy bonito. Pero no más que tú. -entrelazó nuestras manos y dio un beso en la mía. -Amelia, en serio perdóname por lo de hoy. No volverá a suceder.

-No te preocupes. Perdóname también tú a mí.

-¡¿Sabes?! Contigo he llegado a puntos que jamás pensé que llegaría. No se qué tienes que me ha hecho reflexionar de todo. Uno ve el mundo de forma distinta cuándo no sabe vivir. No sabe apreciar las cosas diminutas. Las cosas que por más insignificantes que parezcan, hacen que todo luzca como luce y sin ello todo sería distinto. Amelia, tu eres la verdadera mujer que yo quiero a mi lado hasta el último día de mis días.

El mejor reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora