4."Te voy a extrañar"

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Meses después...

*Día de la graduación*

El esperado día ha llegado. Gracias a mis altas calificaciones, conseguí un cupón que me daba posibilidad para ir estudiar a una de las mejores universidades de Londres. Mi emoción era inmensa, al saber que todo esfuerzo vale la pena. Aún recuerdo las largas noches sin dormir por estudiar fuerte. Pero todo lo hice por mis padres, porque la única gran recompensa de su esfuerzo es que yo esté bien académicamente y pues lo conseguí, y espero también hacerlo en la universidad. En las amistades, no tuve más de dos amigas en todo el año y secundaria: Sabrina y Clara, son pocas pero fieles, de esas que sabes que no te van a fallar. Ellas se iban a quedar en Oxford, pero irán a visitarme algunos días al mes. En cuánto a Oliver, pues, en todos estos meses no he pensado en él. No sé si será por el estudio, por lo que he estado totalmente ocupada, pero en realidad nada de él me estaba importando. Creo que ya lo había superado a pesar de todo. Y en esta nueva etapa, quiero empezar todo desde cero.

-¡Hey! ¡¿Amelia?! -me dijo Sabrina mientras estábamos en mi casa para cambiarnos y dirigirnos a la ceremonia.

-¿Qué me estabas diciendo? -le dije con una gran sonrisa, expresando por completo mi felicidad.

Se río. -¡¿En qué o en QUIÉN andas pensando?!

-¡Calla! -reí. -En nadie, en verdad, verdad. -le dije subiendo las escaleras con tono serio.

-Si tú lo dices... -dijo virando los ojos. -Te estaba diciendo sobre los zapatos, ¿Cuáles vas a usar?

-Los plateados que me escogiste para el matrimonio de mi tía hace cinco meses. Están nuevecitos.

-Entonces yo usaré unos blancos con perlas.

Seguimos subiendo las escaleras hasta llegar a mi habitación. Cada una se pegó un baño con esmero hacia nuestras uñas, tanto manos, como pies y del peinado que llevábamos hecho. Luego tratamos de ponernos nuestros largos y hermosos vestidos cuidadosamente sin dañar ninguna parte de nuestros rostros que se encontraban totalmente maquillados.

Terminamos de arreglarnos y mis padres fueron a dejar a Sabrina a su casa para que se aliste junto a su familia.

-¡AMELIA! ¡Estás muy hermosa, me encanta tu vestido! -me dijo Clara apenas entré a la gran sala de presentación acompañada de mis padres. -Buenas noches. -se dirigió a ellos.

Mis hermanas iban a llegar más tarde con mis tías, porque mi madre se las dejó a cargo. Y bueno, ellas aceptaron amablemente porque sabían el gran peso que cargaba ella todos los días con nosotras.

-Buenas noches, Clarita. ¡Qué linda estás! -le dijo mi madre. Clara agradeció y ellos se retiraron.

-Gracias, tu también estas guapísima. -le dije con una gran sonrisa. -Bueno, ya vamos por que creo que ya va a empezar el programa.

Nos dirigimos a la gran sala, estaba muy bien decorada, la elegencia se percibía con claridad. Separaron a todos según el curso a que pertenecían, en columnas de cinco. Pues yo, iba entre Clara y Sabrina, y al borde de ellas habían dos chicos más.

El discurso por parte de la mayor autoridad del colegio fue corta. Luego habló un compañero y empezaron con la entrega de medallas, menciones de honor y el título a cada uno junto a sus padres.

-¡Felicidades mi Catherine! -dijo mi madre, y me abrazó.

-Tienes que seguir así Cat, esto vale la pena. -dijo mi padre y me abrazó también.

Posteriormente hubo la sesión de fotos, colectiva e individual. Llegaron mis tías muy queridas con mis hermanas y algunos primos, me felicitaron y a cada uno le agradecía.

-¡Te voy a extrañar muchísimo! -dijo Sabrina y me dio un abrazo.

-¡Yo también! Igual, haremos skype todos los días. -le dije con una sonrisa de oreja a oreja.

Luego de eso, me despedí de Clara, y ella sacó unas cuantas lágrimas, sí, es muy sentimental. También lo hice con algunos profesores y por supuesto de mis compañeros de clases.

El programa terminó y apagaron las luces para empezar con el bailoteo. Reservaron dos salas. Una con música para adultos y otra para adolescentes. Mis amigas y yo nos cambiábamos de sala a cada minuto porque en la nuestra sólo veíamos a todos emborrachándose o besándose con cualquiera. En cambio la otra había puro baile y diversión.

Largas horas pasaron y cada uno se retiró. Estaba segura que iba a estar en contacto con mis dos cercanas amigas, no debía no hacerlo, siempre les tuve cierta confianza.

Llegué a mi casa, estaba demasiado cansada, saqué los zapatos de mis pies y me desabroché el vestido apenas entré a mi cuarto. Lo peor de todo es que el otro día tenía que viajar a Londres y no tenía nada empacado, así que empecé a hacerlo. Luego, me saqué el maquillaje y me acosté totalmente rendida.

El mejor reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora