18. "Día con Liliana"

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Esperé que regresáramos a clases para decirle todo. Entré a mi salón y no lo vi por ninguna parte, ni siquiera en receso. Salimos de clases, y luego fui a ver mi carro que lo había estacionado.

¡Sí! ya tengo carro, después de todo mis ahorros sirvieron, lo restante le pedí a mis padres e hicimos un préstamo bancario. La ventaja es que lo gasté en algo que va a servir por mucho tiempo, por eso no me arrepiento.

Estaba a punto de subirme al carro cuando vi que Oliver se dirigía hacia mi bien campante con su típica sonrisa de dientes blancos.

-Hola ¿Cóm...-lo interrumpí.

-Me mentiste. Ese partido fue hace dos días antes de que lo vimos.

Se apoyó en el carro y miró hacia abajo, pensativo.

-Sí, te mentí, porque necesito que vayas a esa fiesta, es importante para mí. -levantó su rostro, me cogió ambos brazos con sus manos e hizo una mirada convenciéndome. No entiendo cómo puede hacer eso. -Anda, por favor.

-Bueno, pero ya no vuelvas a hacer trampa. -apenas se lo dije, su sonrisa se anchó completamente, dejando achinados sus ojos.

-¡Gracias! Te espero allí. -me abrazó fuertemente y se despidió dejando un beso en mi mejilla.

Llegué a mi casa, me preparé mi almuerzo y prendí la laptop para hacer unas tareas que me enviaron, después de terminarla me acosté a descansar, pensando en el porqué de la emoción que cargaba Oliver para que sea viernes.

La semana (como siempre) se fue muy rápida, y cada día Oliver me fue insistiendo en aquella fiesta. Liliana no sabía nada de eso, y me extrañaba mucho porque ella siempre andaba pendiente de todo.

Llegué a mi casa de la universidad y fui directamente a acostarme en mi cama, estaba demasiado cansada, los viernes siempre lo estaba. Me levanté para no quedarme dormida y llamé a Liliana.

-Lili ¿Te enteraste de esa fiesta?

-Por supuesto. Ahorita mismo te estoy yendo a ver para ir de compras. -me hizo dar cuenta que yo no tenía ninguna prenda para ir pero no podía comprar porque no tenía suficiente dinero.

-No, no te preocupes.

-¡Ay Amelia! Yo te pago.

-Estás loca. Qué vergüenza.

-Estoy a dos cuadras, alístate.

No me dio tiempo a decirle algo y cortó. Ahora me toca aceptar su oferta pero después voy a pagarle.

-¡Me encanta ese vestido! Es perfecto para ti Amelia. -me dijo Liliana mientras pasábamos por una inmensa boutique.

Mis primas siempre compraban en aquellas boutiques y me invitaban pero yo buscaba la forma para no ir. Jamás me ha gustado pedirle dinero a mis papás, pienso que con lo que me mantienen es suficiente. Por eso trato de concentrarme en mis estudios, para graduarme con buen promedio y con la ayuda de Dios ser una gran profesional y finalmente poder ayudar a mis padres en todo lo que ellos necesiten.

-Está bonito. Pero no creo que me quede.

-¡¿Estás loca?! A mi me encanta, pero yo soy demasiado flaca y no tengo las curvas que tu tienes. Ahorita te lo pruebas si o si. -me jaló del brazo y entramos.

Sinceramente, no tengo el gran cuerpo escultural de Jlo, sólo que no soy tan flaca y por herencia de mi madre tengo un poco de caderas.

-Te queda súper bien, llévatelo. -me dijo Lili apenas salí del vestuario con el vestido puesto.

El vestido era súper apegado al cuerpo, animal print, y me llegaba cinco dedos antes de la rodilla, lo bueno era que no tenía escote en el pecho. Pero igual no lo quería. No me he acostumbrado a los vestidos muy ajustados, me hacen sentir incómoda.

-Lili ¿Y si me pruebo otro?

-Pero está perfecto. Hazlo, por mí, por favor. -me dijo con un puchero.

Acepté y me compró ese vestido con unos tacos color negro. Tampoco me iba a dar el gusto de elegir cualquier cosa, tuve que aprobarlo porque de todas maneras ella me lo estaba pagando.

Tal vez me sienta así porque es mi primer vestido ceñido, ojalá con el tiempo me acostumbre.

Liliana se compró unos shorts cortos con una blusa que contenía un escote en la espalda en forma de corazón. Eso se compró después de pasar por cinco boutiques, sin exagerar. Ella siempre le encantaba ir a las fiestas toda perfecta y ninguna prenda repetida.

-¿Dónde quieres maquillarte?-dijo Lili fijando su mirada en la carretera mientras íbamos en el auto.

-No te preocupes, yo me maquillo.

Me fulminó con la mirada. -Tu nunca vas maquillada, apenas te pones rímel. Vamos, te dije que yo pagaba.

-Es mucho y no podré devolvértelo.

No me escuchó y me llevó a un gran spa donde según ella maquillaban como le hacían a las Kardashians. En cuánto al peinado, sólo me ondularon las puntas porque mi cabello es totalmente lacio.

-Estás...hermosa. Si saldrías más seguido, ya tuvieras novio. O novios. Pero por ahora no porque le debes ser fiel a Oliver.

Reí ante su comentario y luego nos dirigimos a su casa para cambiarnos e irnos a la fiesta. Se me hacía raro no recibir ningún mensaje de Oliver, ni siquiera sobre la dirección.

-¿Sabes dónde queda la fiesta? -le pregunté a Liliana mientras subíamos al auto para ir hacia allá.

-Obvio nena.

Llegamos a aquel lugar y esa casa se me hacía conocida. ¡Claro! Era la casa de Matías. ¿Cómo olvidarla?

-¿Seguro es aquí? -le pregunté a Liliana al no escuchar ningún ruido afuera de esta, ni siquiera había gente en el patio.

-Entremos a averiguarlo.

Bajamos del carro y nos dirigimos a la gran casa. La puerta de su patio delantero estaba abierta, qué raro. Entramos e íbamos en dirección a su puerta de madera.

-Lili, creo que no hay nadie. Todo fue un mal enten...-todos gritaron en cuánto entramos a la casa.

-¡¡¡SORPRESA!!!

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