La furia de Oliver empezó a notarse en su rostro. Sus puños estaban cogiendo forma y mis nervios estaban elevándose.
-Mejor vamos rápido a casa. Tranquilo, ¿si? -sobaba su brazo para que se calmara y no se forme un escándalo en plena puerta de entrada.
-¡Hijo! ¿cómo estás? ¿cuándo llegaste de viaje? ¿por qué no me has visitado?-la mamá entró sorprendiéndonos a ambos. Le siguieron sus dos hijos más.
-¿Qué haces aquí? -dijo el padre confundido.
-Mamá tengo que irme. Otro día hablamos con calma. -le dedicó una sonrisa falsa y dio un beso en su frente.
-¡¡No!! Quédate en la cena que vamos a tener. Es un poco tarde pero no podíamos dejar por alto el aniversario de la empresa.
A Oliver le quedaba romper su orgullo y juntarse con su familia. No se puede evitar tener compasión a una madre, sea cuál sea la situación.
-No creo que pueda, mej...
-Sí nos quedaremos, no se preocupe. Hasta mientras suban, ya los alcanzamos.
Ellos subieron donde se encontraban las mesas y yo me quedé con Oliver para convencerlo y calmarlo un poco.
-¿Por qué les dijiste eso? ¡No quiero verle la cara a mi padre, ni mucho menos a...!
-Sí a Axel. Pero trata de tranquilizarte. Hazlo por tu mamá, por ella y tus hermanos. Tan sólo comemos y nos vamos. -lo abracé y su tensión se fue estabilizando.
La mesa era de ocho sillas. Oliver y su padre iban en cada extremo. Yo estaba al costado derecho de él, a mi lado estaba su hermana de doce años y al costado izquierdo de Oliver estaba su hermano mayor. A los lados del padre estaban la madre y Axel, el actual jefe de la empresa. Sobraba un espacio en el que ponían sus carteras.
-Hermanito ¿a qué hora llegaste al aeropuerto?
-Isabella, no se habla mientras comemos. -la reprendió el papá.
-Siempre conversamos de temas familiares en la mesa. -Oliver miró a Jason, su padre. -Llegué hoy en la mañana. -sonrió a su hermana.
-¿Y ella es la chica de quién tanto hablabas? -su madre le dio una mirada picarona.
-¡Siempre con eso, mamá! -todos rieron. -Sí ella es. Oficialmente mi novia.
-Los felicito. Sigan juntos adelante. -Axel se refirió a nosotros.
-Gracias. -respondí en seco.
-¿Te enteraste del robo que hubo en la empresa? Perdimos más de cinco mil dólares. -preguntó el hijo mayor.
Dejé de prestarle atención a mi plato y vi el rostro enfadado de Oliver. Michel, su hermano, estaba esperando respuesta.
-Sí y sé quién fue. -soltó el tenedor. -De hecho, Axel sabe más del tema. -lo señaló. -Cuéntales.
-Ahora no, Oliver. -Jason lo fulminó con la mirada.
-¡No, él tiene que decirles la verdad!
-¡¿Qué hablas?! Tú más que nadie sabe quién fue. Y yo de ti mejor me concentro en mi plato y dejo de hablar incoherencias.
-Estoy hablando en serio. -se paró y todos empezamos a asustarnos. -Papá, el hombre que está a tu lado es el culpable de la pérdida del dinero. Me hice responsable de eso porque fui amenazado. Tengo pruebas si no me crees. -se acercó a Axel y yo lo seguí para detenerlo. -Ya no te tengo miedo. Ahora estoy más que convencido que mi consciencia está completamente limpia.
Oliver enredó mis manos con las suyas y miró a su madre.
-Perdónenme por arruinar esto pero tenía que decirlo. Y papá...-lo miró. -Esto no es contigo, es con tu ceguera que no te deja ver lo que está pasando alrededor tuyo.
Bajamos y Oliver no pudo contener las lágrimas en el carro. Tocaba con ligereza su hombro. No le conversaba nada porque supuse que él deseaba tan sólo desfogarse llorando.
-Acompáñame a ver unas chelas. Necesito desvelarme, desconectarme del mundo por una noche. Olvidarme que mi padre...desconfió de mí alguna vez.
-Ya pero antes pasamos por un lugar. Te voy indicando la dirección.
Lo iba a llevar a un sitio muy especial. Probablemente él ya lo conocía y si es que no, aún mejor. Era un parque muy alumbrado que poca gente lo visitaba. Y me encantaba precisamente por eso y por la buena vibra que emanaba. Tenía muchas flores, árboles, algunas bancas y una pileta en medio. Lo conocí gracias a una mañana que decidí correr al aire libre. Perdiéndome en todo Londres, lo encontré. Y jamás pensé que se volvería uno de mis lugares favoritos.
-¿Es aquí, segura?
-¡Ajá! -abrí la puerta para salir. -¿Qué esperas? Ven.
Se bajó medio aturdido y me siguió. Pisé el césped y un profundo viento pude sentir. Me acosté y lo llamé.
-¿Cómo conoces este parque?
-Ay, sólo ven. -se sentó a mi lado. -Cierra los ojos y respira profundo. Imagina que estás sólo y los problemas no existen. Que la vida no depende de las cosas materiales ni de nadie. Que tú tienes el control de la verdadera felicidad. Y que en este mundo no hay ningún ser humano más que tú. -se acostó y cogió mi mano. -Date cuenta que eres ese ser vivo que vale la pena y merece que lo traten como lo valioso qué es.
-Amelia, espera...
-Y no debe pasar tristezas o amarguras porque total moriremos y al final de tus días te darás cuenta que en esta vida todo pasa, todo sana y sobretodo cambia.
Oliver echó en llanto y me abrazó. Mi intención no fue esa, fue que viera la paz que se puede encontrar sin necesidad que cosas vanas. Puedes conectarte contigo mismo y tener una perspectiva distinta.
-¿Estás mejor? -le dije en cuánto pare de escuchar su llanto. Él asintió. -¿Si ves? ¿Necesitaste de algo? ¡No! Tú eres tu propio refugio.
Se rió y me puse de lado para verlo. Sus ojos estaban rojos.
-¿De qué te ríes? -acariciaba su cabello.
-¿Tienes otra profesión oculta aparte de las veinte que me has demostrado? -reímos y luego nos miramos fijamente. En silencio movía los mechones que se ponían en mi cara. -No quiero perderte ni en esta vida, ni en la que supuestamente iba a estar solo. Amelia, no quiero perderte nunca.
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El mejor reencuentro
RomanceSu vida siempre ha sido muy particular, sin mayores sorpresas. Una adolescente que trata de enfocarse únicamente en sus estudios. Pero en cuánto al amor, ha tenido sentimientos por un sólo chico. Mientras que él sólo se preocupaba por si mismo y la...