10. "Consejera"

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Toda la semana ha sido muy fuerte, cada día mandaban más deberes y lecciones. En cuanto a la lección de física, todos salimos bien, incluso Oliver. Estaba tan contento que me invitó a comer helados ese mismo día pero yo se lo negué, le mentí que tenía asuntos pendientes. Puede que me esté comportando de manera injusta con él, pero como ya lo he dicho siempre, no quiero tener ilusiones. Desde aquel día, me trato de enfocar sólo en mis estudios.

Me levanté con tantos ánimos que ni siquiera me afectaría no comer, digamos que los viernes siempre me ponen de buen humor. Lavé mis dientes y me pegué un baño para luego ir a cambiarme y hacerme el desayuno, como extrañaba a mi madre, aquellos tiempos donde me levantaba y tenía todo listo en la mesa, supongo que todo tiene su fin. Uno debe aprender a independizarse, vivir sola y hacer las cosas solas. Aunque no me ha costado mucho en los aspectos caseros, cuando estaba en el colegio pasaba la mayoría del tiempo en mi casa, mis padres trabajaban, y yo me encargaba de mis hermanas, desde ese entonces las cuidaba, les hacía la comida, lavaba y demás quehaceres.

Bajé lo más rápido de las escaleras, tratando de no tropezarme con mis pasadores, no sabía la razón por la cual Lili me había venido a ver tan temprano.

-¿Por qué demoraste? -me dijo apenas me senté para luego manejar su auto.

-Es súper temprano, entramos en una hora. -excusé.

Se quedó viendo el reloj y frunció el ceño. -¿Mi reloj está mal? ¡Nooo! -dijo con todas sus iras.

-¿Qué pasó?

-Me hubiera hecho tranquilamente el desayuno, ahora me muero de hambre por la culpa de este reloj, estúpido reloj.

-¿Por qué no lo botas?

-¡¿Qué?! ¡Por supuesto que no! Combina perfectamente con mi ropa.

Torcí los ojos y reí. -¿Qué hacemos?

-Vamos a desayunar a una cafetería que está cerca de la universidad.

Lili estacionó su carro afuera del lugar y bajamos.

-Voy a pedirme un desayuno americano, ¿Quieres algo?

-Una taza de chocolate está bien. -le dije, como Liliana se fue, me quedé sola, entonces prendí el teléfono para entretenerme.

No sabía qué hacer porque en realidad no tenía internet. Bloqueé el celular y me reía al ver a Lili que estaba haciendo cola para comprar, volteé mi vista hacia la izquierda y me encontré con la mirada de Oliver, ¿El estaba aquí? ¿Solo?, traté de hacerme la disimulada como si nunca lo había visto pero fue imposible porque se estaba dirigiendo a mi mesa.

-Hola ¿Qué haces sola aquí? -preguntó, lo examiné un rato, su cabello estaba alborotado y tenía los ojos hinchados, como si hubiera llorado una larga noche.

-Lili está comprando, ¿Y tú? ¿Siempre desayunas aquí? -le pregunté curiosa.

No respondió y se fue furioso hacia su mesa anterior, creo que alguien se ha levantado con el pie izquierdo. Me giré para irme a su mesa y darle algo de ánimos.

-¿Qué te pasa?. -le dije cuando me le acerqué, me imagino que ha deber pasado por un gran momento por que el nunca era de esas personas que dejaban que noten sus emociones, y lo entiendo perfectamente porque a mi tampoco me gusta que me vean triste o llorando.

-Nada, ándate. No te voy a decir.

-No me iré hasta que no me cuentes. -temía a que me respondiera grosero por insistirle pero estaba muy preocupada por él, no porque sea él específicamente. Yo era así con todos, me considero una persona muy penosa, me da pena hasta cuando un viejito cruza la calle.

El mejor reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora