Capítulo 22 - Mi prima la loca

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Maya me había inmovilizado en mi lugar y no sabía qué planeaba hacer conmigo. A toda costa quería ese tonto papel de mi bolsillo ¡Ni yo sabía qué era o para qué servía! Y, como si todo eso fuera poco, se había llamado a sí misma una "chupa energía" (esperaba que no se pareciera a un chupacabras, al menos).


Se paseó delante de mí una y otra vez, estudiando mi rostro estático. 


–¿Sabes por qué no he tomado aún ese papel de tu bolsillo? –esbozó una sonrisa al recordar que yo no podía hablar– Ups, cierto, ¡Tonta de mí! –comentó riendo entre dientes– Sucede que tiene una protección singular que impide que cualquiera lo tome, cosa de brujos. No quiero que me tengas como la mala de la historia, Archie, al fin y al cabo somos familia, pero debes entender lo difícil que fue mi vida. A veces hay que hacer sacrificios –dijo deteniéndose frente a mí y esbozó una sonrisa– Mientras tu padre se casaba y formaba su "hermosa familia" lejos de aquí, yo estaba a miles de kilómetros, tratando sola con mis habilidades. No tienes idea de lo que es tratar con un poder que no puedes controlar –murmuró en un tono furibundo, tensando los labios. Para no ser "la mala de la historia" si se parecía mucho a una– Al cabo de un tiempo pude volver a aquí... sola, claro, pero volví... No te imaginas lo que encontré y todo lo que averigüé –dijo con la mirada perdida.


Alguien tocó la puerta, oportuna e inoportunamente a la vez, y ella gruñó apretando los puños.


–Ya regreso –murmuró con una mirada gélida, mientras yo siquiera podía ni parpadear. 


Se sentía extraño, por dentro todo parecía seguir en movimiento, pero por fuera me era imposible mover algún músculo. En mi mente iba trazando un plan A, B y C por si se daba la oportunidad, también recordé varios hechizos que me hubieran sido útiles antes de, bueno, volverme una estatua viviente. Era una lástima no saber nada de  "chupa-energías", eso me restringía a guiarme solo por el sentido común.


Escuché lejanamente a Maya abrir la puerta con desidia y malos modales. No podía oír del todo bien, sentía como si tuviera agua en los oídos. Lo siguiente que oí fue un golpe seco de algo grande contra el piso. Mi corazón se aceleró. Alguien entró en la casa... y no era Maya, mi prima loca.

Escuché multiples pisadas ligeras sobre el suelo de madera, se trataba de más de una persona. Al instante una figura se apareció frente a mí, a unos escasos dos metros, pero la oscuridad no me permitió ver a simple vista su rostro. Pero sí reconocí su dulce voz.


–¡Archie! –gritó Bárbara lanzándose sobre mí, aún me encontraba inmovilizado en posición de estar retrocediendo y cubriéndome el rostro. Ella tocó mi tieso rostro y sonrió. Fue algo tierno igual.

–¡Rápido! –gritó una voz que supuse era de Kevin ¡Estos chicos estaban en todo! os amé. Escuché a Clear lanzar un hechizo y mis músculos se ablandaron inmediatamente, permitiéndome moverme una vez más, libre del control de Maya. Pero caí como gelatina al piso.

–¿Qué hacen aquí? –indagué mientras trataba de pararme– ¿Cómo me encontraron? Gracias a Dios...

–Joseph... él tenía razón. ¡No tienes idea de sus habilidades! –exclamó con alegría mientras me abrazaba casi estrangulándome.

–Luego te ponemos al tanto –agregó Clear, apresurándonos.


Bárbara pasó su brazo bajo el mío y por sobre mi hombro y me ayudó a caminar hacia la puerta. Pero nuestra anfitriona ya no yacía en el suelo, se hallaba parada frente a nosotros mirándonos con ferocidad. Extendió sus manos hacia nosotros sin vacilar.


Casi al instante me sentí aún más mareado, me fijé en mis amigos, a duras penas los veía, ellos estaban tambaleándose, sosteniendo sus cabezas y quejándose. Los cuatro terminamos tendidos en el piso. Sentía que ya no tenía fuerza para mantenerme parado, todo me dolía. Quería dormir ahí mismo escuchando música triste. Mis parpados pesaban, mis manos también. No podía incorporarme.

Maya, en cambio, estaba bien activa, sonriendo cínicamente. Con que eso era una chupa energía. Ella estaba causándonos eso, pero no podía hacer nada, apenas podía mantenerme despierto. Sentí que todas mis fuerzas se desvanecían y caía en un profundo pozo negro de imágenes y sonidos lejanos.

Mis ojos casi se cerraban por completo, mi pulso era mínimo, mi respiración también. Parpadeé pesadamente. Maya estaba parada frente a mí. Creo recordar que me tomó del cuello o algo, pero apenas podía sentir, tenía dormidos los sentidos. Me dijo algo que no logré comprender. Lo siguiente que vi entre mis largos parpadeos fue a Maya inconsciente en el piso. Después de eso caí profundamente dormido.


Me desperté en casa de Joseph, tendido sobre un sofá, junto a Bárbara, Clear y Kevin. Los cuatro estábamos igual de demacrados.


–Tuvieron suerte –murmuró Joseph al verme despierto, con expresión de preocupación. Me froté los ojos y bostecé.

–¿Qué pasó? No recuerdo nada...

–Yo... tuve un... presentimiento –trató de explicar, acompañando sus palabras de gestos, y bajó la mirada– Sentí que estabas en peligro, sentí dónde te encontrabas... Bárbara se preocupó cuando no llegaste a su casa y fue a buscarme –tensó los labios y yo levanté una ceja– No sé cómo supo que debía recurrir a mí, pero lo hizo. Juntos pudimos localizarte. Al pisar la entrada ella dijo haber sentido fluctuaciones de energía o algo así...

–¿O sea...? –indagué tratando de entender como terminó salvándome la vida.

–Me recomendó quedarme fuera, así es como derribé a la psicópata que los había atacado y los traje a aquí.

–¿...Eso quiere decir que sabes que nosotros? ¿O sea que tú...? –traté de formular la pregunta correcta pero me fue imposible.

–Sí, algo así... No sé, Bárbara me explicó ligeramente todo y me abstuve de preguntas. Ella me llamó... ¿Psíquico mágico? O algo así –dijo encogiéndose de hombros.

–Ya habrá tiempo para eso. ¿Qué pasó con Maya?

–¿Quién?

–¡La psicópata!

–Ah, pues... no lo sé. Hice algo por reflejo y ella cayó al piso, creo que quedó inconsciente.

–No podemos dejarla así como así, ¡ella es peligrosa!

–¿Por? –preguntó intrigado– ¿Quién es?

–Mi prima, la loca–anuncié cruzándome de brazos.



Mis amigos comenzaron a despertarse. Los puse al tanto y ellos a mí de cómo habían dado conmigo y de qué hacíamos allí.

No supimos que hacer, estábamos débiles. Decidimos que lo mejor sería buscar a Maya en otra ocasión. Si ahora nos encontraba caeríamos ante ella... los cinco.

Revisé mis bolsillos, en papel que ella buscaba ya no estaba allí, siquiera sabía que era o su valor, pero ya era demasiado tarde. Al menos Joseph había traído consigo el libro que casi había perdido.


Pasados algunos días del incidente (por cierto, mis padres me habían castigado por volver tan tarde de "La casa de Joseph" sin avisar que iría a allí) volvimos a la casa de Maya, bien preparados, o lo mejor que pudimos mejor dicho. Pero ella no estaba allí. No parecía jamás haber estado viviendo allí. Ya no había nada suyo, en algún momento había huido. Habíamos dejado escapar a una psicópata, pero a la vez ella era mi familiar y tenía respuestas que yo necesitaba... La tenía que volver a encontrar, pero debía estar más que preparado. Esto no era un juego.


Los Gatos NegrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora