Me senté junto a mi padre en el sofá. Hubo un largo silencio sepulcral, ninguno quería comenzar a hablar, yo no sabía cómo comenzar. En eso nos parecíamos mucho. Y tras unas miradas nerviosas:
–Archie... –soltó entrelazando sus dedos y jugando con sus manos, estaba más que nervioso. Sabía que se avecinaba algo importante.
–Papá. Déjame comenzar –lo interrumpí, mordiéndome el labio inferior de los nervios, ambos teníamos algo que decirnos. Si no hablaba ahora no sabía si luego tendría el valor contarle lo que debía.
–¿Si, hijo? –indago escrutándome con su mirada, lo que me puso a sudar de los nervios.
Era la conversación padre e hijo más difícil que habíamos tenido y ni sabía por qué. Tal vez lo que tenía que decirle no fuera transcendental pero reaccionaba como si lo fuera (bueno, si era bastante transcendental, pero qué más da. Soy yo viviendo otro día de mi vida).
–No sé si estés al tanto de lo que te voy a contar... pero de cualquier modo quiero que no reacciones hasta que termine, ¿Sí? –él asintió sin emoción– Bueno... –titubeé– Digamos que el otro día que llegué tarde no fue exactamente porque me quedé en casa de Joseph... –mi padre enarcó una ceja me miró con frialdad, pero no dijo nada– Porque cuando iba a casa de una compañera para devolverle... un libro de hechizos... –me costaba decir cada palabra de esa confesión– Fui atacado brutalmente, me tiraron en el asfalto y perdí el conocimiento.
– ¡¿Qué?! –exclamó él cerrando los puños lleno de ira, levanté una mano señalando que se detuviera por ahora.
–Pero... resultó que una mujer me encontró y me llevó dentro de su casa, ya que "extraordinariamente" fui atracado delante de su puerta. ¿Sabes quién fue mi "salvadora"? –inquirí con una mueca de desprecio, inevitablemente esa expresión se formaba en mi rostro. Estaba enojado pero no sabía con quién (casi seguro que mi nombre estaba en esa lista).
–Espera... –murmuró él previendo lo que iba a decir con rostro confuso.
–Maya Harper ¿Te suena ese nombre? –solté cínicamente deteniéndome frente a él, quién estaba aún más tenso que yo. Tras unos segundos de silencio, asintió pesadamente. Fruncí el ceño y gruñí por lo bajo, no podía faltarle el respeto ni ocultar mi enojo– Al final sí era cierto lo que Maya me contó... ¿Qué tienes que decirme? –agregué con cierto aire mordaz. Tras unos segundos más de agobiante silencio, se atrevió a responderme y mis acusaciones se confirmaron.
–Maya Harper... Sí, es tu prima –confirmó con expresión sombría.
–¡¿Por qué jamás me dijiste que tenías un hermano?! –acusé levantando la voz.
–No es tan fácil...–contestó en un tono mortuorio.
–¡¿No tan fácil?! ¿Qué es fácil? ¿Mentirme? ¿Ignorar a tu familia? ¿Ocultar tu pasado? –eclamé perdiendo los estribos, estaba furioso. Con cada acusación él se ensombrecía más y más, me miraba con cierto resentimiento, era un tema delicado, evidentemente, pero no soportaba una mentira así– ¡¿Hacer de cuenta que tu hermano no existió?! –grité airadamente. Mi padre se levantó del sofá y me hizo frente con el ceño fruncido y expresión iracunda. Me había pasado de la raya por mucho. Él ya no toleraba mis acusaciones. Levantó su mano y estuvo a punto de darme una cachetada, pero se detuvo a duras penas. Abrí los ojos de par en par.
Di un paso atrás y lo miré estupefacto. No me esperaba esa reacción, yo debería ser el impetuoso. Desde que era un niño él no me golpeaba por comportarme mal. Lo miré temeroso y agaché la cabeza con resignación. Sí, tuve miedo de mi padre y sus secretos. Sus manos le temblaron y retrocedió mirándose las manos con pena.
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Los Gatos Negros
Science FictionGatos negros, brujas, un pueblo encantado y leyendas. Todo está conectado. La historia de Archie, un muchacho que llega inesperadamente a su nuevo hogar en la misteriosa ciudad de Salem, conocida por sus legendarias historias de brujas en la antigüe...