Advertencia: El siguiente capítulo especial no sigue la línea temporal de los capítulos anteriores, la historia normal continuará en el siguiente capítulo.
Me levanté por la mañana, era un viernes 13. No tenía llamadas de Bárbara, sin embrago el día anterior habíamos quedado en reunirnos en mi casa a estudiar, y no hablo de cosas de la escuela (por favor, ¿Cuándo hago eso?).
Comencé a dar vueltas por la casa, nervioso, pensando en que ella me había dejado plantado. Lo sé, todo un caballero. Una hora después de la hora que habíamos acordado decidí llamarla. Ella me atendió, sonaba molesta.
–¿...Todo bien? –pregunté con inocencia. Ya me sentía culpable y ni sabía que había hecho.
–¿Tú que crees? –dijo en tono malhumorado.
–¿Bien? –aventuré y ella bufó–¿Qué sucede? ¿No habíamos quedado en que vendrías?
–¿¡Habíamos quedado!? –gritó aturdiéndome. Tuve que separar el celular de mi oreja–¡Dijiste que ibas a llamarme para organizar! Eres un muy mal...
–¿Un muy mal...? –dije dándole pie a continuar la frase.
–Pues... mi... ¡Ay, déjalo! –gritó Bárbara y me cortó.
–¡¿Y yo qué hice?! –exclamé al cielo. Ay, chicas...
Me dejé caer en el sofá, suspiré de decepción. Bárbara se había molestado conmigo, nuestra cita (Sí, dije cita) había fracasado y para colmo alguien estaba golpeando la puerta. De mala gana me levanté y abrí la puerta. Me encontré con un pequeño intruso en el porche, el gato negro. Cada tanto se aparecía por allí, pedía comida, me seguía o me mostraba cosas, o así parecía. Supuse que era el mismo de siempre, al fin y al cabo eran gatos, ¿Cómo diferenciarlos?
– ¿Y ahora qué? –le dije al gato sin esperar respuesta. Él me miró ladeando la cabeza y se metió en mi casa sin más– ¡Oye! ¡Fuera, fuera! –grité tratando de espantarlo, pero él ni se perturbaba.
Subió corriendo escaleras arriba. Yo subí persiguiendo al muy descarado. Desapareció en el segundo piso.
–Gatito malo... ven aquí, sólo te sacaré fuera y no volveré a alimentarte–musité mientras me movía lentamente por el pasillo.
Vi algo moverse a la derecha, ¡era él! Me lancé sobre el gato, que se acariciaba contra un cuadro en la pared. Sin medir mi fuerza, terminé dándome la cabeza contra el cuadro que pintaba un paisaje italiano, el gato se había movido y yo me había dado contra el cuadro, rompiéndolo. Me senté sobre el piso, frotándome la frente y acomodando mi flequillo negro, el gato se sentó a mi lado ronroneando.
–¡Ya verás! –exclamé amenazándolo, pero no iba a hacer nada estando tirado en el piso. Decidí dejarlo en paz, pero él no se iba– ¿Qué esperas? No me quedaré esperando a que te vayas.
El animal se movió hasta el cuadro roto y saltó a través de él...
–¿Qué rayos...? –dije estupefacto– No. Archie, contrólate, ¡No vayas! ¡No vayas! –me dije a mi mismo para evitarme meterme en más problemas que en los que hasta entonces me había metido.
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Los Gatos Negros
Ciencia FicciónGatos negros, brujas, un pueblo encantado y leyendas. Todo está conectado. La historia de Archie, un muchacho que llega inesperadamente a su nuevo hogar en la misteriosa ciudad de Salem, conocida por sus legendarias historias de brujas en la antigüe...