Capítulo Especial

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//¡Feliz Halloween a todos!  (Aunque me atrasé un día) Hoy les he traído un capítulo especial para conmemorar la conclusión del Libro I de los Gatos Negros. Espero que lo disfruten. No olviden votar comentar y escribir. Muchísimas gracias por cada mensaje y voto, me alegran mucho! 

Sin más preámbulos: el capítulo especial.  Ailu K.D.//







Pocos meses más tarde.


Di un brinco y abrí los ojos alarmado. Estaba bañado en sudor, mi corazón redoblaba contra mi pecho desnudo. En la penumbra de la noche invadida por la luna miré mis manos, hasta hacía un momento rojas como la sangre, pero habían vuelto a estar blancas.


–Otra vez fue una pesadilla –gruñí en el silencio de la noche mientras pasaba mis manos por mi cara intentando arrancar de adentro de mi cabeza los recuerdos de ese sueño.

Hacía un mes que tenía la misma insidiosa pesadilla, me veía en el centro de un pentagrama celeste que brillaba intensamente, estaba parado frente a un cuerpo inerte que no alcanzaba a distinguir, con las manos cubiertas de sangre. Gritaba y trataba de correr hacia el cuerpo pero algo me impedía moverme, la desesperación aumentaba al empezar a escuchar un coro de voces profundas repitiendo frases incomprensibles, como si fuesen conjuros.


Di un salto y salí de la cama refunfuñando, cruzando frente un rayo de luz blanca que se colaba por la ventana de mi habitación. Encendí la luz del baño y me miré al espejo, mis marcadas ojeras decían más que mil palabras y mi cabello se mezclaba con el sudor de mi rostro para molestarme aún más. Otra buena mañana... murmuré, a pesar de que no eran ni las cuatro de la madrugada.


¿Quién era la persona dentro del pentagrama y qué tenía que ver conmigo? Acaso... ¡¿Su sangre
manchaba mis manos?! No parecía ser una imaginación de mi cabeza, era demasiado recurrente como para ser un sueño normal y demasiado inquietante para pasarlo por alto (a diferencia de mis bajas calificaciones en la escuela... ). Para colmo de todo esto, se me había ido el sueño.
Pero era un sábado por la mañana (bueno madrugada) en la misteriosa mansión de Salem... No pensarán que iba a volver a acostarme.

Tomé una remera negra de mi armario y me la puse junto con una campera ligera del mismo color y recogí de mi mesa de luz el colgante celeste que siempre llevaba conmigo. Salí de la habitación por la ventana mientras me estiraba como un felino para despertar mis músculos adormecidos. Coloqué un pie sobre el tejado mientras me sostenía con mi mano del borde acampanado de la ventana y me impulsé hacia un lado con fuerza, hasta alcanzar el borde sobresaliente de un descanso ancho que pasaba por encima de las filas de ventanas del segundo piso de la vieja mansión. Me estiré para alcanzar con mi otra mano, y el resto de mi cuerpo, esa saliente. A duras penas (debido a lo dormido que estaba) alcancé a ubicarme entre las gárgolas que decoraban el tejado sin romper nada en el intento (incluyéndome).

Suspiré mientras me sentaba mirando con calma hacia el este, las luces blancas y naranjas de las calles resaltaban entre la oscuridad de la noche, las viejas casonas se dibujaban entre los faros nocturnos y los árboles antiquísimos, nadie parecía estar despierto, todo estaba en absoluto y casi
tenebroso silencio. Una sonrisa escapó de mis labios, amaba esa vista panorámica de Salem desde la primera vez que me senté entre las frías estatuas grises a contemplar el atardecer perderse tras la casa y esconder todo bajo su sombra (no pregunten como fue que descubrí que podía llegar hasta allí).

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