Capítulo 25 - Torpes disfraces

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Por la tarde no tuve más opción que pedir permiso a mi querida madre (ya que ni loco hablaría con mi padre) para ir a la fiesta de Halloween de un sujeto de mi escuela.


–¿Irás a una fiesta? Oh, ¡Mi niño ya va a fiestas!­ –exclamó emocionada y saltó a abrazarme (o intentar estrangularme, era difícil saberlo).

–Sí –logré contestar con lo que me quedaba de aire en los pulmones– ¡No es para tanto, mamá! ¡Suéltame, por favor, necesito aire! –rogué y ella a regañadientes me liberó.

–¿Y qué piensas ponerte? –indagó.

–Aún no lo he pensado... –admití mientras jugaba con los botones de mi camisa gris. Sus ojos se iluminaron.

–¡Ya se! –exclamó abriendo los ojos– ¡Podrías ir como uno de esos atractivos vampiros de las películas!

–¡¿Qué?! ¡No! –vociferé horrorizado.

–O de gato doméstico, no sería mala idea... –comentó pensativa mientras que yo casi me mordía las uñas. Sólo me faltaba que mi madre me obligara a ir de algo totalmente ridículo.

–Oye, mamá –la detuve– Creo que será mejor que me dejes a mí encargarme del disfraz...

–¡¿Qué dices?! –exclamó mirándome ceñuda– Soy tu madre, soy diseñadora...

–De interiores –apremié.

–Y sé perfectamente que te quedaría perfecto –continuó insistiendo.

–¿Ah sí? –aventuré escéptico.

–¡Claro que sí!

–Solo... no me hagas pasar vergüenza frente a mis compañeros, por favor...

–Iras de...–hizo una pausa para darme intriga y sonrió– ¡Mago! ¿Qué dices?


Me quedé mirándola atónito, con una ceja arqueada, mientras ella sonreía esperando a que dictara mi veredicto.


– ¿Hablas en serio? –logré preguntar con un hilo de voz, arrugando mi entrecejo. Ella se cruzó de brazos.

–¿No te gusta? –inquirió apesadumbrada– No es tan típico, podría hacerte algo adecuado y seguro a tus amigos les agradaría.

–No sé... –contesté con aire despectivo, contando los segundos para poder irme.

–De vampiro será entonces... –espetó ella, encaminándose a la salida.

–¡No! –grité corriendo hacia ella– Déjalo... mejor voy de mago –acepté a regañadientes mirando al suelo con pena por mi mismo. 


Mi madre sonrió y comenzó a hablar de cada idea que tenía para mi disfraz, yo la iba escuchando sin prestar atención. No tardamos ni un minuto en salir a comprar lo necesario y al poco tiempo mi disfraz de mago clásico estaba listo.


–¿Qué te parece? –inquirió sonriendo mientras le daba los toques finales a mi traje frente a un gran y antiguo espejo. El disfraz incluía una galera de mago y un bigote falso que me quedaba muy bien. Me miré al espejo alzando las cejas repetidas veces y sonriendo con aire mayor mientras jugaba con mi bigote.

–Ahora que lo dices, creo que me hubiera gustado ir de gato... –comenté de forma burlona pero ella hizo caso omiso y continuó retocando mi traje de mago anticuado. 

Los Gatos NegrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora