Epílogo

427 47 7
                                    



¿En serio creían que iba a dejarlos con ese final? Ja, creí que a estas alturas ya conocían mi fascinación por la intriga.


Aún hay una historia que concluir.


Recapitulando, estábamos en mi jardín, en pleno invierno, a mitad de la lucha más reñida que puedan imaginar, pero a diferencia de cualquier otra, era enteramente mágica. Estaba rodeado por anti-brujos, Ethan, su líder, sonreía con malicia. Y aquel a quien una vez lo consideré mi mejor amigo, con quien tantas cosas había vivido, me miraba con una expresión triunfal, esperando a que acabaran conmigo de una vez por todas. Ahora comprendía que me había metido en su territorio y sus objetivos, yo había devuelto a sus amigas el deseo de usar la magia, me había acercado demasiado a ellas... Y acercándome peligrosamente a su oscuro secreto, metiéndome en su vida poco a poco y en la de Clear y Bárbara, sus viejas compañeras. Sin duda, es el más traicionero he inteligente que he conocido.


Me rodearon. No tenía a dónde huir y para colmo estaba exhausto luego de tanta pelea y golpes. Herido, abandonado, traicionado y deprimido. No era más que el chico que fui meses atrás, indefenso, torpe e ignorante, a la deriva en un mundo desconocido.

Algunos de los sujetos de ropas oscuras y ojos maliciosos caminaban por el techo de la mansión con agilidad casi felina, o dando saltos entra las ramas de los grandes árboles, inspeccionando el panorama, mientras que otros se aseguraban de que no hubiesen rastros de ningún otro brujo en ese lugar... o de Wallace.

Me dolía hasta lo más profundo de mí ser cada desgracia que había ocurrido por mi culpa. Nada habría pasado si yo nunca hubiera llegado jamás a Salem.


A la señal de Ethan, todos se formaron en un círculo a mí alrededor, no tenía escapatoria. Al verme extenuado por tanta lucha e indefenso ante tal legión, cada uno de ellos levantó sus manos y las extendió en mi dirección, preparándose con firmeza para su ataque final. El aire entró por mi boca temblorosa como una brisa veraniega antes de una tormenta.



Extendí los brazos, preparado (y casi en paz) para aceptar mi destino, ellos apuntaron con precisión.



Pasado un momento, abrí los ojos con temor, esperando ver la luz al final del túnel... pero no fue así.


Con el corazón en la garganta y mi cuerpo tenso, percibí un brillante campo de fuerza, oscilando en los colores rojizos, a mí alrededor. Boquiabierto del asombro, miré hacia todos lados, esta vez estaba seguro de que no lo había creado yo como reflejo, estaba temblando. Por una milésima de segundo, Ethan, Kevin y su séquito quedaron inmóviles y miraron estupefactos, no solo a quién se encontraba a mi lado, sino hacia algo detrás de mí.

Miré sobre mi hombro, absolutamente desconcertado, y me encontré con un brujo al que no esperaba ver, haciéndome compañía dentro de la misma cúpula de energía mágica que me había salvado de su ataque.


– ¿Pero qué...? –ante de siquiera formular la pregunta, él hizo estallar con fuerza el campo de fuerza a nuestro alrededor, ametrallando con pequeños rayos, tan fuerte como rocas filosas, a todo el grupo de oscuros y malignos brujos.

Los Gatos NegrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora