VIII - Juegos Alienígenas

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La nave de Merko, al percibir a la otra tras ellos, aumentó la velocidad. Tenía que llegar lo más cerca posible de la fortaleza subterránea.

— Capitán, nos están alcanzando... — Crom parecía lleno de adrenalina en las venas.

— Levantad los escudos de fuerza – ordenó Merko.

De repente, la nave se estremeció y Merko pudo sentir los zarandeos en el puente de mando incluso con la defensa del crucero en fuerza máxima.

— Dadles una dosis de su propio veneno. ¡Disparad cohetes! Ahora... — Ordenó el capitán con energía.

La Génesis también sintió las explosiones que fueron muy cercanas a su casco.

— ¿Qué haces Kirubi? ¿Nos vamos a quedar aquí esperando para que nos hagan polvo? Atacad a aquellos gusanos – ordenó rabioso Mirov.

— Preparad las armas láser a fuerza total. – Determinó Kirubi de inmediato.

El equipo de Merko intentaba esquivar los disparos y sobrevivir, hasta llegar al lugar deseado donde estaban sus amigos aguardando con la trampa.

Cuando la nave de Kirubi iba a tirar, el crucero Star Hunter y las naves de reconocimiento que esperaban el momento apropiado de contraatacar, ya sobrevolaban la región inhóspita Oriental que actualmente corresponde a Siberia. Ahora era hora de disparar algunos cohetes a la nave de Mirov.

El crucero del villano zarandeó con las ondas de impacto y el capitán Kirubi se sujetó como pudo a su asiento de mando. Nubes de chispas cubrieron los cielos. Mirov observó la acción del enemigo, con el cuerpo tenso de odio. El deseo de matar al enemigo llenara su corazón.

"Mi venganza se acerca. ¡Nada podrá fallar!"

La nave Star Hunter se disparó en alta velocidad, liberando a los robots de ataque y los demás cazas para la confrontación. Era hora de dejar los armamentos en tierra empezar el ataque. El comandante Merko se apartó con su nave a fin de prepararse para la batalla inminente. De una escotilla transparente, veía los cañones subterráneos elevarse, atacando a las naves menores del enemigo, así como a la propia nave de Mirov. El comandante se puso el traje especial de combate. Nícolas, así como los otros, se presentaban vestidos para la batalla. Tíbor le informó a Merko que estaba todo preparado para el ataque, conforme fuera planeado.

Juntando el armamento de la nave con el de la fortaleza que construyeron, el enemigo no tenía la menor oportunidad.

Inesperadamente, un holograma apareció en el puente de mando de la Star Hunter, abriendo un canal de comunicación. Sivoc llamó a Merko y a Nícolas en el mismo instante. Tíbor, que también recibía el mensaje por el canal abierto, estaba boquiabierto con tamaña falsedad del enemigo.

— Capitán Merko, que placer verte nuevamente. Tu presencia en este planeta hace mi vida, puede decirse, más emocionante. – El rostro arrugado de Mirov, envuelto en una capucha oscura, apareció en la pantalla holográfica.

— ¿Cómo te atreves a hablar con nosotros? Ríndete ahora o serás destruido, junto a tu tripulación. Te llevaré una vez más a prisión.

— No veo tanta ventaja así en tus fuerzas de combate. Creo que será difícil vencer esta batalla. ¿No sabes lo que te espera, comandante? ¡La muerte!

— ¿Qué es lo que quieres? Imagino que no quieres que nos quedemos hablando sobre ventajas.

— Quiero proponer una tregua, para tu propio bien.

Sivoc les interrumpió, mirando a Merko.

— ¿Debemos interrumpir el fuego mientras oímos lo que Mirov tiene que decir, capitán?

Los Hijos del Tiempo 3 - La Batalla de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora