XIX - Un Nuevo Plan

104 15 0
                                    

La Science estaba lista para dar soporte en caso de emergencias médicas o incluso para el rescate de sobrevivientes, en caso de que hubiera necesidad. Pero en el calor de la batalla, donde personas luchaban por todos lados, los tripulantes de la nave no consiguieron acompañar el desarrollo trágico de los hechos. Algo desestabilizó su frecuencia, imposibilitándoles ver el final de la batalla, poniendo a Zara y Drako ansiosos por noticias. Fue cuando Nícolas y Tíbor se materializaron en la nave científica. Lobito corrió a recibir al joven, que les sorprendió a todos, pues lloraba de forma inconsolable. Nícolas no conseguía expresar la triste noticia de la muerte de su padre y amigos. Zara, al ver su dolor, le abrazó preocupada. A Tíbor también se le humedecieron los ojos al pensar de qué forma les diría tan triste verdad.

— ¿Dónde están los otros, Nick? – Zara intentaba preguntar, pero Nícolas nada decía, aún en choque.

Tíbor intercedió, de una vez:

— Están todos muertos. Merko, Sivoc y Crom... Toda nuestra tripulación, de nuestro lado sobramos Nícolas y yo. Del lado de Mirov no sobrevivió nadie.

Zara se quedó asustada con la noticia, los ojos, rojos y tristes de las lágrimas que amenazaban formarse. Abrazó a Nícolas junto con Drako, mientras Tíbor, herido, les observaba a distancia.

— ¿Por qué no pedisteis nuestra ayuda? – Drako inquirió a Nícolas con el semblante triste. – Podríamos haber ayudado a evitar esta catástrofe.

— No serviría de nada. Ellos estaban en ventaja. De algún modo consiguieron neutralizar mis fuerzas telequinéticas y todos los poderes psicónicos de Merko.

— Ahora consigo entender por qué construyeron pirámides y obeliscos por todo el planeta. Hice un estudio del material empleado en estas estructuras y descubrí que poseían cristales de cuarzo. El computador central hizo un análisis de las pirámides y verificó que tenían cámaras internas que transformaban energía radiactiva en electromagnética, capaz de modificar el campo gravitacional generado por el planeta Tierra. De esta manera, los poderes telequinéticos fueron interrumpidos y neutralizados. Este era el real objetivo de aquellos artefactos gigantescos: anular vuestros poderes.

— Era una trampa – complementó Nícolas, que volvió a hablar. – Ahora es demasiado tarde.

— Lo peor es que caímos en ella tan fácilmente. Deberíamos haber percibido que había algo equívoco con tantas obras hechas por nuestros enemigos en el planeta – Tíbor no se conformaba.

— Sabiendo que los ingenieros que Mirov trajo fueron capaces de inventar el arma deformadora de gravedad y viendo el alineamiento de estas pirámides con las estrellas del cinturón de Orión y Sirius, pensé que servirían como un pasaje espaciotemporal hasta la constelación del Cazador, en caso hubiera necesidad...

— Eso solamente podría partir de un demonio como Mirov. ¡Aquel desgraciado de los infiernos! Murió y se llevó a nuestros amigos consigo. Bien, ya nada nos retiene aquí. Creo que es mejor que nos vayamos. Las otras naves fueron destruidas y, para nuestra suerte, la Science no participó del combate, si no estaría ciertamente averiada también. Tal vez estuviéramos todos muertos ahora. Drako, pido que prepares la nave para partir. Vamos a volver a Orión y de allá pensaremos en el próximo paso – expresó Tíbor, con ganas de irse a casa e intentar olvidar todo lo que ocurriera.

— Estamos seguros aquí. Ten calma, todo acabó – comentó Drako. – Vosotros necesitáis descansar. Todo esto ha sido muy estresante. No hay más amenazas...

— No quiero quedarme aquí ni un instante más – Zara estaba triste con todo lo que ocurriera.

— Por favor, querida, necesitamos descansar. Tíbor está herido y necesita cuidados. Aquí en el fondo del mar no hay peligro alguno. Nadie puede hacernos mal. Las fuerzas de Mirov fueron eliminadas – Nícolas intentaba mostrarse fuerte, pero por dentro estaba destruido.

Los Hijos del Tiempo 3 - La Batalla de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora