El comandante Merko entró en lo que parecía el interior de una pirámide. Las paredes a su alrededor eran formadas por bloques de piedra, repletos de jeroglíficos. Antorchas encendidas permitían que viera el camino. Atentamente, penetró en el primer sector, andando por un pasillo rocoso. Así que dio los primeros pasos, dos monstruos hechos de piedra surgieron, como si hubieran salido de las paredes, soltando sonidos extraños como si fueran bramidos de guerra. Se abalanzaron sobre él, que se asustó con el tamaño de las criaturas.
Los ojos de estas se iluminaron de un rojo intenso y dispararon rayos láser contra el capitán, que se defendió con su espada, esquivando los rayos. Se acercó a las dos cosas e intentó cortarlas con su hoja afilada, pero ni siquiera les hizo cosquillas. Una criatura contraatacó con un movimiento de su brazo, lanzando a Merko a algunos metros de distancia, haciendo que chocara fuertemente contra la pared.
Atontado, vio al monstruo venir en su dirección. Intentó huir por el pasillo frente a él, pero el suelo se abrió, revelando un pozo lleno de nano robots, utilizados en el planeta Vida para devorar materia. Pudo imaginar que si cayera allí sería fatalmente su fin. Por eso, para escapar del monstruo de piedra que parecía invencible, Merko saltó para ganar el otro lado y por poco no cayó en el fondo del pozo. Con garras que salieron de los guantes de su traje, alcanzó la superficie con dificultad. Llegó así al otro punto de la pirámide, pero el peligro no había pasado, pues allí estaban tres escarabajos gigantes a su espera.
"No puede ser. Ahora esto... ¡Creo que ya no tengo edad para eso!"
Las antenas de los animales balanceaban de forma amenazante y sus garras danzaban, mostrando que querían hacerle pedazos. El capitán, con la espada, partió las antenas de los bichos y disparó con la pistola, acertando a uno de ellos.
Aprovechando la distracción, el otro insecto gigante le agarró por la cintura, en la tentativa de partirle por la mitad. El capitán sintió la presión y, por un minuto, pensó que no conseguiría librarse de la fuerza del artrópodo, mientras el tercero se acercaba arteramente. Incluso siendo oprimido, a punto de perder las fuerzas, Merko cogió la espada y le cortó el cuello al escarabajo que se aproximaba. Enseguida, le clavó la espada en la cabeza al que le sujetaba por la cintura. Era el fin de los escarabajos amenazadores, que se desintegraron desapareciendo en el aire.
El capitán se sentía cansado y una puerta secreta se abrió dentro de la pirámide. Pronto se vio en lo alto de una montaña, frente a un valle. Del otro lado, en un lugar parecido al que se encontraba, Kirubi parecía luchar contra soldados medievales.
Así que destruyó al último soldado, Kirubi empezó a bajar la gran montaña donde fue a parar tras haber atravesado la puerta más reciente. En pocos minutos, se deparó con un castillo. Así que llegó cerca, el puente levadizo bajó, liberando la salida de soldados con armaduras metálicas y cascos donde solamente los ojos aparecían. Usaban espadas y escudos que les cubrían hasta la altura del pecho; marchaban en parejas saliendo de los portones del castillo vociferando un grito de furia.
El capitán retiró la lanza y se defendió de los golpes que venían de todos los lugares. Las espadas le golpeaban, pero él retribuía atacando a los enemigos con el láser de su arma. Con gran poder, el rayo cortaba los escudos y las armaduras de los soldados. Estos estaban siendo diezmados hasta que uno saltó sobre Kirubi y le derribó, haciendo que dejase caer el arma, que rodó hacia dentro del foso que cercaba el castillo.
Kirubi entonces cogió la espada de la cintura de uno de los soldados que estaba muerto en el suelo y liquidó a aquel que cayera sobre él, cortándole el pecho. Con esta espada continuó luchando hasta eliminar a todos los rivales. Miró por fin al pozo, para ver dónde su lanza cayera.
"Aún voy a necesitarla para salir de este laberinto."
Así que empezó a entrar en el agua oscura, serpientes aparecieron, dispuestas a impedirle. No lo pensó dos veces: se zambulló por encima de ellas. Llegó al fondo y con la espada partió por la mitad a los reptiles. Una de las serpientes le abrazó como si fuera una anaconda, ahogándole, llegando a envolver el cuello casi completamente. El capitán Kirubi se esforzaba para librarse del monstruo venenoso, casi perdiendo todo el aire que aún llenaba sus pulmones. Capaz de hacer pocos movimientos, consiguió coger el cuchillo y cortar a la serpiente. Después, se sumergió para coger su lanza. Al salir del agua, mientras esta resbalaba por su cuerpo, Kirubi vio el castillo desaparecer como si fuera humo. El capitán continuó caminando para atravesar el valle y encontrar una posible salida.
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Los Hijos del Tiempo 3 - La Batalla de los Dioses
Science FictionTRILOGÍA COMPLETA 🏆Premio Wattys libro 1. Idea Gobernante: Seremos ellos y luego ellos nos crearán. Historia inspirada en el versículo de la santa biblia (APOCALIPSIS 22:13): "Yo soy el Alfa y la Omega. No hay nadie antes que yo, ni después ..." Li...