XXIV - Triángulo de las Bermudas

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Escondida en medio del océano Atlántico, la Base Internacional de Capturas y Proyectos de Origen Alienígena estaba totalmente lista y empezaba a funcionar perfectamente, con la más alta tecnología del planeta. Fuera construida en el Triángulo de las Bermudas, lugar donde navíos, submarinos y aviones evitaban utilizar la ruta debido a los sucesivos casos de desaparecimiento relatados por la prensa. Este hecho ayudaba a mantener su carácter secreto. El atracadero permitía que naves de grandes dimensiones se quedasen escondidas y el local era todo iluminado, ya que en aquella profundidad raramente la luz solar llegaba. Todo lo que el mundo tenía de más avanzado, basado en tecnología terrestre e interplanetaria era proyectado y testado en aquel centro avanzado.

El director era Ronald Steighem, exjefe de la antigua agencia Alfa-Omega, que ahora se uniera a otros órganos de capturas alienígenas de todo el mundo, creando la nueva agencia, AMPT – Agencia Mundial de Protección a la Tierra. Él fuera nombrado al cargo debido a su larga experiencia en contactos extraterrestres. Países de Europa y Asia se habían juntado a los Estados Unidos de América en este proyecto, que visaba proteger a la humanidad de invasores extraterrestres.

El formato arquitectónico de la base era discoideo en su porción más alta y en las torres que lo fijaban al fondo del mar. Algunos edificios eran redondeados e intercomunicados por vehículos subacuáticos y elevadores.

Lo más extraño era que la tecnología empleada parecía no ser del planeta Tierra y solamente el director de la agencia sabía el origen de aquel conocimiento. Los representantes de los otros países se quedaron atónitos al ver las construcciones que el director Steighem se empeñaba en acompañar personalmente y querían saber todo sobre aquella maravilla, pero él decía que revelaría todo en el momento apropiado. Aquella información era ultra confidencial.

Una redoma especial envolvía toda la obra y permitía un control térmico y gaseoso del ambiente interno. Había áreas de ocio en el complejo y una buena estructura de defensa militar. Muchas naves se desplazaban en ese espacio y tenían la capacidad de transitar en medio acuático y aéreo. Las luces podían ser vistas a una distancia de cien metros del lugar y los módulos de transporte, cuando llegaban al hangar entraban en una cámara de poso donde sufrían una despresurización para acceder al interior de la base.

Ronald Steighem acompañaba desde la sala de mando central las últimas novedades sobre las misiones de sus agentes. Ann Soliver y Collin Netil ya estaban trabajando en aquel lugar y se preparaban para volver a la escuela donde habían encontrado al extraterrestre para más investigaciones.

— ¿Cómo está tu mano, Ann? – Netil parecía curioso sobre la situación de la agente.

— Aún está inmovilizada, pero creo que de aquí a algunos meses ya conseguiré disparar y luchar. Mi puñetazo será más fuerte con esta mano biónica. Pero, de momento, puedo muy bien tirar con la derecha.

— Espero que la próxima vez tengas más cuidado. Nuestros enemigos son fuertes y tienen alta tecnología.

Ella cogió la pistola de la funda con la mano que estaba libre y la rodó en el dedo, cerca del gatillo. Después, la paró de repente, apuntándola hacia delante para mostrar su habilidad. Todos en la sala del director la miraron admirados.

— Esta vez seré cuidadosa y no le enfrentaré sola. Usaré armas para capturarle y trabajaremos juntos, en equipó. – paró por un momento, recordando todo el incidente, pensando en alguna pista que dejara pasar debido al choque de aquel día. Fue ahí que una frase, hasta entonces sin importancia, volvió a su mente:

— Mientras estaba en el hospital, recordé que aquel ET miserable dijo...

— ¿Qué pasó? ¿Hubo tiempo para que conversaseis? Ahora me he sentido curioso – Collin Netil, de unos tiempos para acá, parecía actuar extrañamente. Vivía con una curiosidad inusual cuando el asunto era el antiguo ataque.

Los Hijos del Tiempo 3 - La Batalla de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora