CAPÍTULO CINCO

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La mañana del sábado fue para Noemi como otra cualquiera. Aprovechó que no tenía que ir otra vez al instituto hasta varios días después, para ayudar a su madre con la limpieza de la casa.

Así pasó el resto de la mañana, barriendo las dos plantas y limpiando el polvo de todos los muebles de la enorme vivienda. Gracias a Dios que, su madre, se encargó de los tres cuartos de baño y de la cocina.

Había dejado la tarea de barrer el porche para después de comer y estaba haciendo justamente eso cuando escuchó un coche acercándose con la música rap a todo gas.

Enseguida reconoció el Seat Ibiza de su amiga, que giraba la curva que precedía a su calle y a continuación, lo aparcaba en la acera de enfrente.

—¡Ey, April!, ¿cómo va eso?

—Fenomenal. Acabo de salir del lavadero de la gasolinera, pues a mi querido carro le tocaba ya un lavado —Le guiñó un ojo cariñosamente, mientras se sentaba en una de las sillas de forja que Noemi había apartado para poder barrer mejor.

—Así que... Hoy no solo me ha tocado a mí día de limpieza, ¿eh? —bromeó Noemi. Luego dejó apoyada la escoba en la pared y se sentó también junto a ella—. ¿Y qué planes tienes para esta tarde? —le preguntó mientras se restregaba las sucias manos en sus viejos pantalones de chándal.

—Mejor dirás: ¿qué planes tenemos? —le corrigió April sonriendo—. ¡Nos vamos de compras al centro comercial Vega Plaza!

Noemi notó lo entusiasta que estaba su amiga con la idea de ir y gastar dinero a raudales en las pomposas tiendas del centro comercial.

—¿Regalos de navidad? —preguntó, aún conociendo ya la respuesta.

April simplemente se limitó a asentir vigorosamente y de un salto se levantó y se puso en pie. Agarrándole de las manos, tiró de Noemi para que también se levantara.

—Venga, Noemi, tira para el baño y date un rápida ducha que nos estamos yendo.

—Pero aún no he termi...

Sin dejarle tiempo a terminar la frase, April comenzó a empujarla hacia la puerta para que se diera prisa en prepararse para la salida.

—No te preocupes del porche, yo te termino el trabajo mientras tú te acicalas.

Y con un último empujón, la metió dentro y cerró la puerta con un portazo. Sonrió más para sí misma cuando la oyó renegar y refunfuñar mientras subía las escaleras escandalosamente hacia su cuarto.

Media hora después, estaban las dos estacionando el vehículo en los aparcamientos del centro comercial.

La tarde se les hizo corta con tantas idas y venidas de una tienda a otra, aunque Noemi no tenía intención de comprar nada, finalmente también cargó.

Le había comprado a su madre un precioso y elegante bolso plateado para cuando se le presentara alguna celebración u ocasión especial para lucirlo. Como no sabía que comprarle a su padre, al final optó por comprarle un pijama de invierno que estaba rebajado al 50%.

Ambas salieron de la última tienda que les quedaron por visitar y se fueron cargadas de bolsas y paquetes hasta el coche. Dejaron los bultos en el maletero del vehículo y volvieron a entrar en el centro comercial para buscar una bocatería o hamburguesería y así cenar algo.

En cuanto tomaron un bocado rápido en el Burger King, regresaron a por el coche y se marcharon a sus casas directamente. Querían llegar temprano para disponer de algo de tiempo para descansar un poco antes de salir de fiesta.

***

Desde su despacho, John hablaba por teléfono con su restaurador habitual. Estaban llegando a un acuerdo económico sobre la restauración de una nueva pieza que había adquirido y recibido recientemente en herencia y la cuál quería poner en venta.

Se trataba de un viejo baúl que había pertenecido a un tío suyo que vivía en Inglaterra y el cuál murió unos meses atrás. Su tío Álvaro no tuvo hijos ni llegó nunca a casarse, dejándole a él finalmente cómo único heredero.

Se rumoreaba que era homosexual y que estaba enamorado locamente de un humano y que fue la repentina muerte de éste el que le hizo hundirse en una profunda depresión de la cuál, lógicamente no supo salir. El accidente de coche que sufrió su amante le dejó hecho polvo y pocos días después, salió a la luz directa del sol para encontrarse con su amado en el otro lado.

Aunque otros opinaban que simplemente eran amigos y que lo que a Álvaro le ocurrió fue un trágico y desafortunado descuido suyo, John no sabía qué teoría creer. Tenía serias dudas sobre esta última, pero se dijo así mismo que ya no tenía importancia, que lo que ahora tenía que hacer era afrontar las deudas que Álvaro había adquirido y pensaba pagarlas con el dinero que le proporcionara la venta de algunos de los antiguos muebles que acababa de heredar.

Para él, no era un problema llevarlo a cabo, pues John era el dueño de una de las más prestigiosas y famosas tiendas de antigüedades que habían en su ciudad. Ahora solo tenía que conseguir que Marcos, el mejor restaurador de Murcia, acordara un buen precio por el arreglo del envejecido Baúl.

Después de conseguir uno bueno, que les beneficiaba a los dos, John se levantó del sillón de cuero de su oficina. En cuanto terminó de recoger sus objetos personales, cerró la puerta y se largó a su casa.

El negocio se mantenía abierto durante todo el día, pero él al ser el jefe, solo necesitaba ir por allí de vez en cuando. Sus empleados, todos ellos humanos, no tardarían en cerrar la tienda, pues ya se acercaba la hora del cierre, pero John estaba cansado de los sucesos de la noche anterior y decidió recogerse un poco antes e irse a su casa.

La mansión de John se alzaba ante él majestuosamente, en todo se esplendor. Estaba realmente orgulloso de la compra que había realizado pocos años atrás. La pomposa vivienda constaba de ocho dormitorios, diez cuartos de baños, uno en cada habitación y dos más para los invitados, una enorme cocina la cuál solo era utilizada por sus sirvientes humanos, ya que él y los suyos no la necesitaban. El gran salón se encontraba nada más entrar en la casa y toda la decoración era de un estilo rústico, con muebles antiguos, los cuales, en su mayoría, habían pertenecido a sus difuntos padres.

Compartía la casa con cuatro vampiros más. Uno de ellos era su primo Cristián y otra era su prima Micaela, ambos hermanos, y luego estaba la pareja compuesta por su mejor amigo Daniel y la hermana de este, Carolina.

La fogosa e insaciable Carolina...

Y en esa noche en particular, todos ellos se iban de caza juntos.

Sin duda alguna, el mejor sitio para hacerlo era en una Discoteca, ya que allí se aglomeraban una gran cantidad de personas con los que podían ligar y seducir para posteriormente alimentarse de ellos.

Así que, ahora le tocaba descansar un poco para estar preparado y fresco para lo que parecía prometer una gran e intensa noche...

Saga La Era De Los Vampiros, Libro II: Cautivada Por Un VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora