CAPÍTULO DIECINUEVE

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La muy zorra gozaba con lo que él y su colega Nicolás le estaban haciendo. Sus gemidos de placer la delataban, pero no era consciente de lo mal que lo iba a pasar después, cuando ambos se aprovecharan de ella para alimentarse de su sangre. No pararían hasta no estar saciados y lo harían, sin miramiento alguno.

Iván empujaba con fuerza, golpeando su vientre con el trasero de la mujer, mientras su pene se clavaba muy profundo en su prieto ano. Tenía ambas manos sujetando las acentuadas caderas de la furcia, mientras Nicolás, la penetraba por delante.

Cuando el orgasmo estaba apunto de apoderarse de él, Iván agarró todo su cabello rubio en un puño y tiró de la mata de pelo hacia atrás, apartándola del pecho de Nicolás a su vez, y acercando así más su cuello a su hambrienta boca.

La oyó gritar de dolor cuando sus incisivos puntiagudos se hundieron profundamente en su tierna carne, llenando la garganta del dulce y sabroso líquido rojo, tan deseado y necesitado por los suyos.

Nicolás se incorporó más sobre la cama en la que descansaba su espalda y sin salir del interior de la rubia, atrapó uno de sus pechos con su boca y dejó que sus colmillos se clavaran en ese punto tan sensible de piel.

Un chorro de sangre caliente le dio la bienvenida, mientras tragaba con ansías el elixir de la vida que le estaba robando a la desafortunada mujer.

La pobre desdichada fue llenada por el semen de los dos vampiros, que la penetraban por la vagina y por el ano, mientras ambos la desangraban sin su consentimiento.

Intentó pedir ayuda, pero su boca fue silenciada con una ruda mano que apareció por detrás y se la tapaba, Iván le impedía hablar.

El dolor era inmenso, podía sentir las fuertes mordeduras que ejercían sus amantes, clavándole los dientes y apretando fuertemente las mandíbulas sobre su carne, mientras continuaban embistiéndola sin cesar.

Se retorcía intentando liberarse de sus agarres pero apenas pudo moverse un centímetro, pues eran hombres muy poderosos y la tenían bien sujeta.

Cada vez su fuerza y Resistencia menguaban, se sentía cansada y soñolienta. También le costaba respirar y sin poderlo evitar, comenzó a caer en un profundo sueño... Finalmente, todo se quedó negro.

—¡Joder, tío! —dijo Iván mientras dejaba caer el cuerpo inerte de la joven— ¡Qué sangre más buena!

—Ni que lo digas —le contestó Nicolás a la vez que apartaba a la muchacha a un lado y se la quitaba de encima—. Hacía tiempo que no probaba algo así.

Iván se pasó el dorso de la mano por su boca para limpiar algún posible resto de sangre de su víctima y luego miró a la muchacha que parecía dormida.

—¿Crees que sigue con vida?

—No lo sé, ni me importa —le dijo, incorporándose de la cama—. Será mejor que nos vistamos y nos vayamos antes de que nos descubra alguien.

El otro, sin decirle nada, se quitó el condón usado y comenzó a recoger sus ropas que estaban esparcidas por el suelo y empezó a ponérselas. Nicolás hizo lo mismo y cuando estuvieron listos, salieron de la habitación del barato y apestoso motel de mala muerte que habían alquilado.

No se preocuparon por la prostituta que dejaron abandonada desnuda sobre la enorme cama, les daban igual si necesitaba un médico o no. Tampoco le pagaron por su doble servicio, ni si quiera cubrieron su expuesto cuerpo con unas sábanas.

Estaban montando en la furgoneta de Nicolás, cuando el teléfono de éste sonó.

Después de atender la llamada y colgar, se giró para mirar a Iván y poder contarle las nuevas noticias recién recibidas.

Saga La Era De Los Vampiros, Libro II: Cautivada Por Un VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora