CAPÍTULO DIECISEIS

9.5K 750 17
                                    

Definitivamente, ese era el mejor regalo de cumpleaños que había recibido en muchos años: por fin John era suyo.

—Tengo otra sorpresa para ti, princesa —le susurró al oído mientras seguía abrazándola—. Diles a tus padres que vamos a salir y que llegaremos tarde —le depositó un tierno beso en la frente cuando ella asintió. Luego le palmeó las nalgas para que se apresurara en salir en busca de sus padres.

Noemi los encontró a los dos sentados en el sofá viendo el telediario. Les comentó que iba a salir y que llegaría tarde y éstos, no se opusieron a la escapada de su hija. Como hoy era su cumpleaños, decidieron complacerla y darle permiso; al fin y al cabo, ya era mayor de edad.

Los dos se despidieron de ellos y tras salir a la calle, se montaron en la Harley Davidson. Él la puso en marcha y se fueron de allí, con un destino desconocido para Noemi.

Varios minutos después, una gran mansión de color melocotón, apareció delante de ellos y Noemi se quedó estupefacta ante la visión de tal magnifica y maravillosa construcción.

—¿Qué lugar es éste, John?, ¿dónde me has traído?

John la ayudó a bajar de la moto y sin soltarla de su agarre, le dijo:

—Es mi casa, ¿te gusta? —Aprovechó que estaba cerca de ella para morderle suavemente el lóbulo de la oreja.

—Por fuera se ve estupenda...

—Espera a verla por dentro. Seguro que también será de tu agrado.

Se separó de ella lo justo para que pudieran andar uno al lado del otro, agarrado de las manos.

En cuanto John abrió con su juego de llaves la robusta puerta, ella quedó de nuevo fascinada y no dio crédito con lo que se encontró en el interior de la vivienda: el mobiliario era de un exquisito gusto, con muebles rústicos y antiguos, las paredes eran de un color crema muy elegante y el suelo era de un mármol marrón claro muy brillante. El gran salón, que era lo primero que había nada más entrar, era grandísimo. Una enorme mesa precedía la estancia y sobre un lado de ésta, había una cubertería y cristalería para una sola persona. Junto a eso, había una gran copa de vino lleno hasta los topes.

Los cuadros eran todos de paisajes y animales, pero no había ningún retrato o fotografía. Unas lámparas gigantescas en forma de candelabros colgaban del blanco techo. Parecían auténticas. ¡Incluso las bombillas tenían forma de vela!

Al otro lado de la pared había una amplia chimenea francesa, con el fuego ya prendido, que caldeaba el habitáculo con la temperatura justa.

—¿Y bien?

—No tengo palabras para describir lo hermoso de este lugar... —dijo al fin con la voz llena de entusiasmo—. Tienes una casa preciosa, John.

Él sonrió complacido, luego tiró de la mano que todavía sujetaba con la suya y la instó para que se acercara a la mesa.

—Ven princesa, toma asiento —apartó la silla para que pudiera sentarse—. Enseguida te traerán la cena.

Noemi no se esperaba un detalle así por parte de él, ya que casi nunca quedaban para cenar o comer juntos, pero le resultó muy agradable el gesto. Tomó asiento donde él le indico, que era justamente donde estaban los comensales. Después de suspirar, se dispuso a esperar, mientras se preguntaba porqué razón solamente la mesa estaba dispuesta para que cenase solamente una persona.

John se fue un momento a la cocina, dejando a la muchacha sola con sus pensamientos. Después de dar la orden de que comenzaran a servir la cena, salió con un pequeño jarrón de cristal con una rosa roja en una manos y en la otra, un portavelas negro con una vela también color escarlata.

Saga La Era De Los Vampiros, Libro II: Cautivada Por Un VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora