La discoteca El Callejón estaba abarrotada de jóvenes, de entre dieciocho y veinticinco años. Noemi pudo entrar gracias a su amiga April, la cuál sí tenía la mayoría de edad y encima estaba a punto de cumplir los diecinueve años. A Noemi le faltaban todavía casi tres meses para la mayoría de edad, pero tanto física cómo intelectualmente, aparentaba ya tenerlos debido a su inteligencia y desarrollado cuerpo lleno de bellas curvas.
Se hicieron paso como pudieron entre la muchedumbre y se acercaron a su grupo de amigas, que les esperaban en la barra del local. Después de saludarlas como era debido, ambas se pidieron unas bebidas y se dispusieron a disfrutar de la noche.
Después de varios minutos, comenzó a sonar una canción que le encantaba a Noemi y no pudo resistirse al deseo de bailar un tema de Lady Gaga, la de Alejandro. Su cuerpo se movía frenéticamente al ritmo de la música, sin ser consciente de lo sexy y sensual que eran sus movimientos.
Varios ojos se posaron en ella, todos ellos llenos de lujuria y deseo. Algún que otro chico se atrevió a acercarse a ella y presentarse, pero después de ver la indiferencia de ella y que no les daba conversación, se alejaban y probaban suerte con otra.
Estaba tan concentrada en su baile y en conversar con sus amigas, que Noemi no se dio cuenta de que entre las sombras del establecimiento, unos ojos oscuros y hambrientos la observaban.
John no acababa de creerse la suerte que había tenido, se había encontrado nuevamente y tan repentinamente con la chica que le tenía embrujado. Esa noche estaba realmente preciosa, con ese vestido negro ceñido a su esbelta figura, mostrando unas generosas piernas bien moldeadas... Y aunque no llevaba escote, el vestido recreaba perfectamente las formas de sus senos. Unos pechos erguidos y con la medida exacta, ni muy grandes ni muy pequeños, unos que sin duda cabían perfectamente en el hueco de las palmas de sus manos... Para tortura suya, Noemi bailaba y se movía muy bien, pero que muy bien y encima parecía no percatarse de ello. ¿No se daba cuenta de que tenía a todos los chicos de la disco pendiente de ella?
En cuanto pensó en eso, sintió una rabia le recorrería las entrañas, una sensación de posesión se apoderó de él, haciéndole sentir ganas de matar a todo aquél que mirase o tocara a su chica. Ella aún no lo sabía, pero tarde o temprano acabaría entre sus brazos y él la marcaría para siempre, como una posesión suya, solo y para él.
Noemi sintió una sensación rara en su nuca, la cuál le produjo una especie de escalofrío, cómo si alguien le mirase intensamente, de una manera demasiado íntima. Se giró lentamente para ver si encontraba la fuente que le causaba eso, pero no vio a nadie en especial que la mirase de esa manera.
Sin remediarlo, su mirada se deslizó a la zona más sombría del local y dedujo que procedía de allí. Después de intentar ver entre las sombras y comprobar que no lograba ver nada, decidió acercarse disimuladamente. Agarró a su amiga April del brazo, la arrastró por medio de la pista del baile mientras andaban bailando y cuando creyó a ver encontrado un lugar idóneo para su fin, detuvo su recorrido y continuó bailando como si nada.
April se acercó a ella, lo suficiente para que pudiera oírla entre tanto ruido:
—¿Por qué nos hemos cambiado de sitio, Noemi?
—Solo quería comprobar una cosa, nada importante —dijo ella al oído de su colega.
En cuanto reunió el valor necesario, volvió a girarse hacia el mismo sitio sombrío, para poder descubrir quién la seguía observando en silencio.
Sus ojos se encontraron con los de un chico extremadamente atractivo por lo que pudo ver, que no era gran cosa ya que todavía la luz allí era escasa e insuficiente. Apenas pudo distinguir los rasgos del masculino rostro, pero creyó conocerlo. Le era vagamente familiar, pero no sabía dónde se había encontrado con esa mirada antes...