Carolina sonreía maliciosamente mientras se acomodaba delante del espejo de su cómoda, su mirada triunfante se reflejaba ante ella, haciéndola más bella que nunca.
Había conseguido su objetivo, plantar la duda en esa cabecita hueca que llevaba Noemi encima de los hombros. Y todo gracias al astuto Iván, el chico que había interpretado el papel de John en el video. Ambos eran muy parecidos y pudo pasarse por él perfectamente.
Recordó como Nicolás, el mejor e inseparable amigo de Iván los grababa con la cámara, mientras se excitaba con la escena y sin remediarlo, se dio una paja.
Ella realmente había disfrutado con todo aquello y no se arrepentía en absoluto de sus acciones. Era consciente que John la odiaría para toda la vida, pero ya todo le daba igual.
Se había hecho a la idea de que John nunca volvería con ella y ella ya no tenía más ganas de perder el tiempo con él y menos ahora que había conocido a Iván y a Nicolás.
Aunque Nicolás estaba emparejado con una humana llamada Julia, él le prometió que la frecuentaría cada vez que pudiera, con la compañía de Iván por supuesto.
A Carolina solo le importaba arruinar la vida de John, que sufriera y perdiera a su amor, como a ella le pasó con él.
Volvió a recordar lo que hizo Nicolás, cuando ella lo vio masturbándose debido a la excitación que sentía al ver a los tres fornicando, deseo tener ese miembro dentro de ella una y otra vez y anoche lo había probado.
Solo de pensar en lo bien que se lo pasó la noche anterior, cuando echo un polvo con los dos vampiros a la vez, se volvía a excitar de nuevo.
En una hora aproximadamente estaría de nuevos con ellos, por eso ahora se estaba arreglando para salir en su encuentro. Habían quedado en un hotel para hablar sobre el tema de Noemi y John y luego... Bueno... luego se lo iban a pasar a lo grande.
***
John colgó el teléfono y se concentró en su empleada Blanca que esperaba impaciente la agenda de teléfono. Su hermano Bruno estaba también allí, para luego acompañarla a su casa. Eso era lo más normal ahora que los vampiros campaban a sus anchas, los humanos masculinos intentaban proteger a los suyos como fuera.
A esas horas, la tienda estaba cerrada al público y Blanca no tardaría en marcharse de allí, solo tenía que realizar esas dos llamadas tan importantes.
Se acercó a su escritorio y extrajo del segundo cajón la agenda electrónica para darle el número de teléfono de Marcos, su reparador particular, a Blanca, que esperaba impaciente con su bloc de notas y un bolígrafo en mano.
Después de dictarlo, volvió a guardar la agenda en su sitio y salió de la oficina acompañado de los dos hermanos. Estaban ya en la recepción cuando John se dirigió por última vez a su empleada, para darle instrucciones a seguir en su ausencia.
—Que no se te olvide llamar al señor Rodríguez para que te excuses de mi parte —indicó mientras sacaba una tarjeta identificativa del bolsillo de su pantalón de cuero—. En mi ausencia, quiero que llames a mi amigo Daniel en el caso de que necesites ayuda. Él se encargará del negocio mientas yo estoy con Noemi en Roma.
Se la entregó y ella después de tomarla, la guardó en su escritorio.
Blanca sabía lo del viaje, pues ella lo había organizado todo a petición de él.
John no estaba muy seguro de poder realizarlo, no sabía cómo acabarían las cosas con Noemi. Tenía que convencerla y hacerle ver que él no la había engañado con Carolina ni con ninguna otra mujer. Era necesario retirarle el velo que había tejido Carolina con sus mentiras, tenía que conocer la verdad.