Capítulo 3: El hermano de Allison

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Había pasado exactamente una semana desde el incidente en el cine y durante todos esos días Denise se aburrió más que nunca. Todo se volvió más rutinario de lo habitual. Sus amigos de PK la llamaban por teléfono y ella con el dolor de su alma tenía que negarse a ir. Después de todo no era sólo por las restricciones de libertad que estaba sometida, sino también a la herida de su brazo que los primeros días le dolía un montón su cicatriz al ejercer presión en algo tan simple como escribir en clases, menos probabilidades tenía de practicar Parkour.

Lo único entretenido que hizo, es que pudo hacer un par de visitas a Allison en el hospital, pero el tiempo era muy escaso para ello, ya que tenía una hora fijada para llegar a casa, además de la incómoda compañía de los mastodontes que tenía por guardias. Lo rescatable de todas las circunstancias es que ayer le dieron el alta a su amiga.

Hoy decidió hacer algo distinto. Eran las tres y media de la tarde, había salido temprano de la escuela como todos los días viernes , hace unos minutos atrás acabó de almorzar, por desgracia nuevamente a solas con Amanda porque su padre, como casi la mayoría de las veces, no iba a esa hora para la residencia. Luego de eso fue hacia su habitación y se vistió con algo cómodo, una camiseta blanca sin mangas con un pantalón deportivo ancho de color negro y sus zapatillas Adidas gastadas. Se desvendó el brazo examinando su cicatriz, no era para nada de bonita, por lo que fue al botiquín de su baño, sacó unas nuevas vendas tapando nuevamente la región y terminó colocándose encima una sudadera tono ceniza.

Salió de la casa a hurtadillas y llegó hasta el patio saltando la muralla, esta vez con un poco de torpeza en donde había perdido el ritmo debido a la ausencia de práctica, además aún quedaba un leve dolor en el delgado musculo de su brazo, pero ya no era problema para la chica porque volvió a sentirse viva y después de triunfal hazaña se fue caminando rápidamente desde allí. Saliendo de Parktown, caminó tres cuadras y llegó al edificio donde se encontraba el departamento de Allison, no quedaba tan lejos después de todo. Subió hasta el octavo piso por las escaleras para hacer un poco de ejercicio ya que se sentía con mucha energía. Quedó en frente de una puerta con el número trescientos once forjado en la madera, golpeó una vez...dos veces, estaba a punto de tocar una tercera, pero abrieron.

-Hola señor Lamar- le dijo la chica amablemente y sorprendida de verlo. Un hombre no tan delgado como su padre, sino con más masa muscular, pelo castaño claro y ojos azules como el del cielo, bordeaba las cuatro décadas y vestía un traje formal azul petróleo.

-Denise- le dijo con sorpresa, al momento en que estaba arreglándose la corbata y cargando su maletín -pasa, adelante, Allison está en la cocina- Denise entró y esperó que el padre de Allison se fuera, parecía retrasado por su rapidez y bastante retraído en sus asuntos.

El departamento de Allison era amplio y espacioso y no tenía tantos lujos como su casa. La sala de estar tenía sillones de cuero color negro, al otro lado de ésta había dos pasillos, uno conducía a la cocina y el otro a las habitaciones. Tomó el corredor que estaba a mano derecha.

El aire en el lugar se sentía sofocante, así que se sacó la sudadera casi por reflejo. Allison se encontraba de espaldas a la entrada de la cocina tomando un batido de frutas mientras estaba frente a su computador portátil escuchando algunas canciones de Foster The People

-Hola chica ninja- Llegó diciendo Denise provocando una mísera reacción de sobresalto en Allison.

-¿Ya no soy Barbie ninja? -preguntó con curiosidad, manteniendo la visual en la pantalla.

-Dijiste que no te gustaba mucho el apodo, además recordé que dejé de llamarte Barbie porque consideraba a las muñecas unas huecas -le contestó divertida afirmando sus codos en el mesón en donde estaba Allison.

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