Capítulo 42: Él, es

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La oscuridad y la sofocación dentro de la lona estaban dejando a Denise muy débil, trataba de respirar lo más quieta posible para que el aire no escaseara.
En estos momentos, pensaba en su padre, que debía de estar sumamente preocupado por ella, tanto que estaría listo para hacer un giro en dinero de todo los millones que tenía en el banco. Luego se puso a pensar en la manera de salir de allí y escaparse cuanto antes, pero con la vista obstruida y manos atadas a una silla eran impedimentos que realmente dejaban en evidencia la inutilidad de idear algún plan.

Unos pasos firmes se acercaron hacia donde estaba la chica.

-Quien sea que ande ahí, por favor quítenme esta cosa de la cabeza, me estoy ahogando -solicitó con incomodidad. Los pasos se detuvieron, se escuchaba nada más el fuego consumirse en alguna parte de la sala. De pronto con mucha sutileza alguien le quitó la bolsa. La muchacha vio en frente a un sujeto alto, de cabello ondulado que le llegaba hasta los hombros, de bigote y barba de tres días quizás, vestía camisa de tonos grisáceos, con pantalones negros entallados, figuraba más formalidad en comparación a los que habían ido por ella esta tarde a Soweto. Tenía la sensación de que se parecía a alguien de la televisión, era como una versión morena de un actor que en estos momentos no recordaba su nombre.

-Hola -le saludó con voz aparentemente amable.

Denise, nerviosa, miraba a su alrededor, para ubicar en qué lugar estaba. Era un salón casi vacío, ocupado por una chimenea en funcionamiento, un diván cerca de una ventana con un par de muebles con libros y lámparas colgantes que despedían una suave luz tenue. Un sitio bastante espacioso, suponía la joven que era alguna especie de casona.

-¿Necesitas algo más? -preguntó igual de amable que cuando le saludó. Denise quedó mirando las cintas que amarraban sus manos, y pensó que el hombre se estaba burlando de ella.
-¿Cómo te trataron los que fueron por ti? -fue hacia los estantes con libros, tomando uno y abriéndolo para leer. La chica no le respondió nada, bastaba con observarla y ver que estaba amarrada, para ella, eso ya no era un buen trato, ni para nadie, pensaba. El sujeto le miró por sobre el libro, ya se imaginaba qué pasaba por la mente de la muchacha -no debí haberte preguntado eso, que estúpido soy, lo siento -agregó pareciendo culpable. Denise permaneció muda.

-¿Tú eres el jefe? -preguntó luego de una larga pausa interrumpiendo la lectura del hombre.

-¿Lo parezco? - sonrió, como si le haya agradado bastante la consulta.

-Pues, no sé, no soy buena adivinando.

-Sí, soy el jefe.

-¿Contactaron a mi padre? -preguntó desconfiada.

-Antes de la media noche ya estará al tanto -le miró por sobre el libro. La chica se percataba que entre todas esas miradas que le dirigía había como una chispa de curiosidad en sus ojos, lo cual la hacía sentirse como si fuera un bicho raro.

En ese instante golpearon la puerta y entró un tipo que traía un carro con mucha comida. -Desátala -le dijo a su súbdito. El hombre que acababa de traer el carro, le obedeció de inmediato. Cinco minutos ocupó el sirviente para liberarla, ya que despegar toda la cinta que le habían puesto, la demora era notable.

Denise se masajeaba un poco sus muñecas que habían quedado adoloridas debido a la presión que ejercía la cinta adhesiva contra la madera.
Aún estaba desconfiada, esa amabilidad la desconcertaba bastante.
-Retírate -le dijo el sujeto a su empleado, mientras la joven permanecía sentada en la silla que había estado por horas. -Ven acércate, debes tener hambre -el hombre le señaló que viniera. Ella se levantó del asiento y fue caminando lentamente y quedó en frente del carro.

Habían diversos platos con trozos de lazagna, pizza, raviolis, gnocchis y otro tipo de comida que suponía que eran italianas pero que no conocía, además de algunos más comunes que solían haber en su casa como puré de zanahoria con croquetas de pescado y pastel de camarones, también muchos pocillos con postres que se veían realmente deliciosos. Después de ver todas las exquisiteces, posó la mirada en el sujeto, quien también le miraba detenidamente.

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