Capítulo 31: Lluvia en Johannesburgo

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El timbre sonó. Otra vez cuando Denise llegó a la sala se escuchó un murmullo por parte del grupo de Erika y como la chica acostumbraba hacerlo, ignoró lo sucedido. Las clases empezaron y se hicieron tediosas y eternas para la muchacha.

A la hora del almuerzo fue a sentarse a un lugar que estuviera totalmente desocupado, muchos les miraban poco disimulados. Aunque no lo quería últimamente, siempre terminaba siendo el centro de atención de la escuela por cualquier motivo.

-¿Puedo sentarme? -le preguntó Melissa

-Melissa, hoy no podré enseñarte matemáticas, si quieres mi ayuda tendrá que ser otro día.

-No he venido por eso.

-¿No? -preguntó incrédula.

-¿No puedo hacerte compañía a caso?

-Adelante -mencionó escéptica sacando su mochila de la mesa.

-Andan circulando algunos videos en la escuela sobre...

-Ya lo sé...son de la fiesta de Erika.

-¿No te preocupan?

-Tengo mayores problemas que me conciernen.

-¿Ocurrió algo malo en tu casa? -la pelirroja se veía realmente preocupada. Denise exhaló pareciendo incómoda.

-No, nada

-¿Entonces pasó algo con el chico de la fiesta, el tal Caleb?

-¿Melissa? ¿Te mandó Erika a averiguar? Porque sé que tu amiga me invitó a su fiestecita sólo para que llevara a Caleb -agregó enojada.

-No, sólo me preocupé...-sonó ofendida -Ese es tu problema, andas la mayoría del tiempo a la defensiva, impidiendo que los demás se acerquen a ti, pareciera que escondes algo.

-Te diré una cosa...no te preocupes, y ahora te aconsejo que vuelvas con tu grupo de amigas a fingir que te encanta ese mundo -Denise tomó su mochila y se fue de allí. Le dolía tanto como a ella la actitud que estaba teniendo, se encontraba en un momento en donde necesitaba estar a solas, por algo fue a una mesa vacía, porque quería evitar escupir cualquier cosa a quien se le atravesara por delante.

Después de que hubo una mañana preciosa, durante la tarde se nubló y antes de que terminara la última clase del día, comenzó a llover. Las gotas de agua golpeaban con ímpetu sobre los ventanales del salón. Denise permaneció aletargada frente al suceso, eran poco frecuentes las lluvias, por suerte se había puesto medias antes de salir de su casa, pensaba.

-...Señorita Rosner...señorita Rosner -le habló impaciente su maestra de biología, una mujer de treinta y tantos, de rasgos asiáticos. Denise desvió la mirada bruscamente prestándole atención al tercer llamado -¿Podría decirme?

-¿Decirle qué? -preguntó inexpresiva.

-Parece que nunca ha visto la lluvia señorita Rosner, lamento decirle que es sólo agua -se escuchó una risa general dentro del salón.

-Disculpe, no la escuché, ¿Podría repetirme la pregunta?

-Dígame, ¿Qué efecto tiene la adrenalina en el sistema nervioso? -todos quedaron esperando una respuesta, Denise quien era la que más ocupaba dicha hormona no tenía ni idea en términos científicos qué efectos tenía.

-Hace que las piernas se muevan con rapidez cuando hay alguna clase de peligro -respondió con intrepidez.

-Hasta un niño que esté cursando Kínder me daría una mejor respuesta que la suya...señorita Rosner, le queda un año y meses para salir de esta escuela ¿Y así pretende hacerlo? ¿Teniendo ese conocimiento tan burdo? -Agregó retórica y molesta, mientras Denise le oía con seriedad -Por su poca atención a la clase, le daré la tarea de averiguar qué efecto tiene la adrenalina en el sistema nervioso. Mañana a primera hora quiero la tarea en la oficina de los maestros ¿Me escuchó?

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