Capítulo 43: Modo tortuga

680 42 2
                                    

Había pasado más de media hora y la conversación se había extendido más de lo que Denise imaginó. La chica pensaba que Piero tenía las intenciones de distraerla de lo que realmente estaba pasando, que no quería que pensara que en el fondo estaba secuestrada, sin embargo, se le borró esa idea de la cabeza cuando volvió a quedar sola y nuevamente fue atada a la silla en la que había estado, incluso con mucho más cinta, pero sin la lona que no la dejaba respirar.

En medio de todo ese silencio desolador del lugar, se escuchó movimiento fuera del salón. Abrieron la puerta y la cerraron de inmediato, Denise estaba de espaldas a ésta, no quería voltearse a ver sólo por un tema de orgullo. Alguien caminó hasta quedar en frente de ella, la chica levantó la mirada.

-¿Puedo acercarme y desatarte? -preguntó el chico con un dejo de sarcasmo.

-Claro -respondió con seriedad y cierta sorpresa en su interior. Caleb le quedó mirando con detención, pensaba un montón de cosas en ese momento que le causaban gracia.

-Verte así me da muchas ideas -sonrió. Denise resopló sacudiendo la cabeza.

-¿Podrías apresurarte por favor? -le pidió. El muchacho se aproximó a despegar la cinta adhesiva que ataba las piernas de la chica a las patas de la silla -Desátame las manos primero -le dijo sonando mandona. Él tomó una pausa y posó su mirada en ella enarcando una ceja, acompañada de una pequeñísima curva en sus labios.

-Si quieres lograr algo de mí, no te va ayudar tratándome como sirviente...tiendo inconscientemente a hacer lo contrario de lo que me piden y más aun si me lo dicen las chicas que protejo- ambos se quedaron mirando sin decirse nada. Caleb acomodó mejor sus rodillas en el suelo, apoyando su mano en una de las piernas de Denise, para continuar en lo que estaba. Puso demasiado nerviosa a la chica, provocando incluso que hiciera un pequeño intento por soltarse, un reflejo bastante inutil, pero que no pudo controlarlo; después de lo que hizo se sintió muy avergonzada -Tranquila dulzura, yo estoy de tu lado, no te haré nada -carcajeó divertido -A menos que tú lo desees -dijo luego con un sonsonete más serio y seductor. Después de ese bochornoso momento trató de reponerse y le surgieron algunas preguntas que agradeció haberlas tenido en ese instante para salir de la incomodidad.

-¿Cómo me encontraste...cómo lo hiciste?

-Pensé que ya sabías.

-¿Cómo lo voy a saber?

-Deberías revisarte la ropa de vez en cuando.

-¿Por qué? -preguntó confundida. Caleb se detuvo en lo que estaba haciendo, le miró el rostro como si le estuviera pidiendo permiso para hacer algo, ya que sabía que ella era media reacia a su contacto. Abrió lentamente unos cuantos centímetros la cremallera de la sudadera que llevaba puesta la chica. Dobló uno de los pliegues de la prenda y justo al lado de la costura de la cremallera había un objeto pegado a la tela, tenía el porte de un pequeño botón que poseía la apariencia de una especie de goma negra -¿Qué es eso? -preguntó Denise con curiosidad.

-Un rastreador - la muchacha nunca se dio cuenta en qué momento había puesto eso ahí, pero se imaginaba que seguramente fue ayer, cuando estuvieron a solas en la habitación.

-¿Y cómo funciona?

-No te voy a explicar eso ahora -muy concentrado, daba vueltas y vueltas la cinta para poder liberar sus piernas.

-¿Sabes algo de Allison?

-Tengo el leve presentimiento que debe estar furiosa.

-Me imagino.... porque me atraparon mientras que tú ni siquiera dabas señales de vida.

-Querías que me alejara ¿No? Te hice caso-le miró, deteniéndose en lo que estaba haciendo -Además, si no hubiera dejado que te trajeran hasta acá, no sabría dónde se encuentra el nido de los mafiosos.

La TraceurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora