Capítulo 12: La mentira de Caleb

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Aun con uniforme de escuela, se colocó un abrigo y salió de su casa con la mayor discreción posible, saltó la muralla, su padre venía llegando del trabajo, velozmente se escondió detrás de un árbol y corrió alrededor de dos manzanas hasta que fue a tomar el autobús. Se bajó a las afueras del edificio en dónde vivía Caleb. Entró y esta vez subió por el ascensor. Cuando llegó al octavo piso vio salir del departamento a una chica arreglándose el cabello. Denise esperó que la mujer entrara al ascensor y al hacerlo, tocó la puerta.

-¿Qué se te olvidó...? -Preguntó Caleb pensando que era la chica que acababa de salir de allí -Denise -dijo un tanto sorprendido -¿Dulzura qué haces aquí?

-¿Puedo pasar? Tengo que hablar contigo -la seriedad embargó su rostro.

-Sí, claro, pasa -por un par de segundos se vio con aires de perplejidad -Toma asiento, dime ¿Qué ocurre?

-¿Por qué no me dijiste lo que de verdad pasó la otra noche? -reprochó seriamente sentándose en un sillón algo tensa. Caleb comenzó a caminar alrededor del diván, lentamente de brazos cruzados hasta que quedó detrás de ella.

-Así que recordaste algo -afirmó analítico.

-Recordé todo -la chica adoptó una gran firmeza en sus palabras, sin voltear a mirarlo.

-Ah, ¿En serio? -sonó escéptico.

-¿Por qué no me dijiste que en realidad un sujeto casi se aprovecha de mí?

-Porque era preferible que te quedaras con la historia del baile que con la de un tipo que te maltrató.

-Tenía derecho a saberlo -la chica sentía un nudo en la garganta, en esos momentos se sentía muy angustiada y hablar del asunto la estremecía demasiado, tanto que podía sentir como las lágrimas se agolpaban detrás de sus ojos.

-A veces son preferibles las mentiras.

-¿Y qué hay del sujeto que me quería hacer daño? -preguntó esta vez levantándose del asiento y mirándolo fijamente.

-¿Te preocupas por él? -preguntó un poco indignado.

-No, pero esa noche vi que le pegaste muy feo.

-No tengo idea de ese maldito... si ya recordaste lo que viviste, es mejor que lo olvides, cosas así no vale la pena recordar.

-Decirlo suena fácil, pero la sensación del recuerdo me atormenta - Denise, sin haber premeditado lo que salía de su boca, bajó el volumen de su voz a medida que terminaba de pronunciar sus palabras. Se arrepintió de haberlo dicho, pues no le gustaba exponer sus sentimientos y menos a Caleb, que no confiaba para nada en él.

-Lo sé, lo puedo percibir en esa mirada de chica inocente que tienes -se acercó a ella. De repente como un destello de luz, emergió otro recuerdo, una conexión; Denise retrocedió algunos pasos lentamente. Esa mañana que despertó en el departamento, vio el LED encendido, estaban transmitiendo el noticiario. La imagen de la víctima muerta que mostraron era el sujeto que la atacó. No había podido identificarlo bien hasta ahora porque se veía un poco distinto a su recuerdo, pero era él, no había lugar a dudas, en el mismo callejón en donde se produjo la nefasta experiencia.

-Tú... lo mataste -apenas pudo pronunciar las palabras llegando a una conclusión que lamentaba y que le aterraba.

-Es probable que haya muerto -se encogió de hombros con una inexpresión abazalladora.

-¿Y lo dices así nada más? -preguntó confundida y perpleja.

-Te dije que te olvidaras del tema -contestó serio y sereno.

-Debo irme -intrépidamente iba hacia la puerta. Caleb la detuvo, tomándola por el brazo.

-Supongo que no harás nada estúpido -le miró penetrablemente, Denise no pudo evitar sentirse aún más nerviosa, no sabía si era por el miedo que estaba teniendo o por lo atrayente que eran sus ojos. La chica tragó saliva. -Te llevaré a casa.

-Puedo irme sola, no te preocupes.

-No te lo estoy preguntando -el rostro del chico continuaba inexpresivo. La joven Rosner no se atrevió a resistir, por primera vez, en ese momento sintió un miedo verdadero, de los que dejaban los pelos de punta.

Ya estaban arriba del Corvette rumbo a la mansión de Denise, ella no pronunciaba palabra alguna y él tampoco lo hizo. Cuando llegaron, Caleb detuvo el motor y aun no sacaba los seguros de las puertas.

-Dulzura, por favor, no pienses mal de mi -sacó las manos del volante dirigiendo su mirada a la chica.

-Desde el momento en que te vi, nunca pensé bien de ti, no creo que ahora cambie de opinión y menos con lo que acabo de descubrir -sacudía la cabeza desconcertada.

-Sólo traté de protegerte y se me pasó la mano.

-Agradezco en cierta forma lo que hiciste -agregó turbada -Pero es un error que no se puede corregir, el sujeto ya murió y comenzarán a buscarte. -Caleb suspiró de aburrido, como si estuviese acostumbrado a escuchar sermones de ese tipo -Ahora abre la puerta, quiero irme.

-Si primero me juras que no llamarás a la policía.

-No llamaré a la policía, ni en ningún momento se me ha pasado por la cabeza hacer tal estupidez...no quiero ser la siguiente en tu lista -replicó firmemente, Caleb le quedó mirando inquisitivo y sacó los seguros. Denise salió sin decir más y el chico se fue sin premura de allí.

La joven saltó la muralla por donde había salido hace un rato. Volvió silenciosamente dentro de la casa. Se encontró con su padre al doblar el corredor del segundo piso.

-¿Denise, no estabas en casa? -consultó extrañado.

-Si lo estaba, sólo que bajé para comer algo.

-Ah y supongo que bajaste con el abrigo puesto- dijo sarcástico.

-Déjame en paz -le respondió enojada, estaba empezando a caminar, pero él le detuvo.

-El enojado aquí, debería ser otro...¿Qué te pasa?

-¿Qué me pasa? O sea que aún no tienes ni idea por qué fui hoy a tu oficina.

-Si tienes algún problema deberíamos resolverlo en mi despacho, vamos...

-Ese es mi problema...yo no soy un cliente o un socio tuyo para que me atiendas en tu despacho, soy tu hija, pero creo que aún no te das cuenta de ello.

-No entiendo a qué viene este regaño...

-Hoy fui a tu oficina porque pensé que íbamos a ir juntos al cementerio, para dejarle un ramo de flores a mamá, pero estás tan ocupado en el aniversario de tu estúpido "Montecasino" que ni siquiera te acuerdas de lo que realmente importa. -habló apresuradamente, mientras que Lionel le escuchaba con seriedad.

-Mandé a que colocaran flores.

-Sí, las vi y las hice pedazos.

-¿Qué hiciste qué? -preguntó perplejo.

-Como escuchaste, coloqué las flores que llevé yo, las que realmente tienen significado y que le encantarían a mamá.

-Ay Denise -exhaló -¿Crees que dejé de querer a tu madre?

-¿Hace falta que te responda? Si reemplazas algo tan importante por tu trabajo.

-Yo sigo amando a tu madre, pero tienes que entender que ella ya no está con nosotros.

-Tú no vas casi nunca al cementerio, ni siquiera para ver por un par de minutos la lápida de mamá y llevarle una flor -sus ojos en esos instantes estaban llorosos, pero no pretendía largarse en llanto, sólo quería irse.

-Denise...

-Ya no quiero hablar contigo -dijo Denise abatida yéndose a su habitación.

-Nunca me dijo de donde venía -se habló en voz baja, quedando meditabundo con lo que le expresó su hija.

La TraceurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora