Capítulo 5: Protegiendo el secreto

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La jornada de la tarde del día lunes en el colegio terminaba con la asignatura de Biología; en palabras pocos sofisticadas, Denise era un asco en esas ciencias, en realidad en casi todas, pero había una excepción; las matemáticas. Algo bueno según la chica. El único ramo en el que era la mejor de todos en su clase, además de deporte, tenía calificaciones perfectas. En tal materia era invencible, en todos los años que llevaba en el colegio, nadie le ganaba en matemáticas y muchos les hacían consultas y resolvían sus dudas con ella. Encontraba que era una materia simple y empírica, lo más que le fascinaba era que no tenía que estudiar, sólo practicar y si se equivocaba lo intentaba de nuevo hasta que los ejercicios resultaran correctos, igual como el pk, pensaba.

De hecho unas chicas de su clase aún tenían dudas sobre los contenidos de matemáticas que estuvieron viendo la semana pasada. Luego de que sonó el timbre para salir le preguntaron algunas cosas, ella no tenía problema en enseñarle a los demás pero en estos momentos, la estaban retrasando.

-Mañana puedo ayudarlas, no tendría problemas- les respondió con inquietud

-Serías nuestra salvación-le dijo una chica colorina.

-Entonces mañana después de clases- las chicas asintieron esperanzadas.

Denise, con su mochila colgando de ambos hombros y un pequeño bolso de ropa en sus manos, se dispuso a caminar más rápido, faltaban diez minutos para las seis de la tarde, anduvo algunas cuadras para tomar un autobús, por suerte que andaba con la ropa sport puesta. Un buzo verde oscuro y una camiseta ajustada color blanca y encima llevaba una sudadera negra holgada con sus típicas zapatillas gastadas. Al bajar del autobús quedó a una cuadra del famoso gimnasio al que iba. Entró, fue al sector de las gavetas, sacó una botella de agua de su mochila y dejó ésta bajo llave.

Se dirigió hacia las diferentes salas, todo parecía estar normal, para matar el tiempo fue hacia donde estaban practicando body combat, se sitió atrás tratando de seguir los esquemas al ritmo de la música acelerada que se escuchaba. Estuvo alrededor de media hora en eso, bastante aburrida. Sin moros en la costa, decidió ir a otra sala, si el hermano de Allison no estaba significaba que había resuelto ir en la mañana, se sentía más relajada al respecto. Cuando pasó por fuera del salón de máquinas, su serenidad se le esfumó. Había un montón de tipas y tipos y uno de ellos era Caleb quien estaba al fondo ejercitando con pesas. Llevaba pantalones cortos sport y una camiseta blanca. Se notaba concentradísimo en lo suyo con auriculares escuchando su música.

-No puede ser- se dijo entre dientes. Era hora de actuar, a unos metros más cerca de la entrada, estaban las cintas caminadoras, nunca en la vida las había utilizado, Amanda tenía una en casa pero jamás se detuvo alguna vez a ver cómo funcionaba. La chica fue insegura hacia una que estuviera desocupada. Tenía que simular un día normal de ejercicios y que le resultara rutinario. Al instante que llegó a una, Caleb se dio cuenta que se encontraba allí, por un momento se detuvo en lo que estaba haciendo.

La muchacha, de reojo pudo ver que ahora el chico estaba sentado, inspeccionándola mientras tomaba una bebida hidratante, ella ya se lo imaginaba con una sonrisa burlista esbozada en el rostro, observando cada uno de sus movimientos, sin embargo, trató de sobrellevar el peso de su mirada, mientras encendía la máquina. Controlarla parecía fácil, así que la programó. Nunca debió probar la cinta estando arriba porque empezó a funcionar a velocidad rápida y se cayó, arrastrandose por la trotadora, aterrizando en la muralla de atrás. Ocurrió tan rápido que muchos se percataron de su caída cuando ya estaba hecha un bulto desparramado en el suelo.

-¿Te encuentras bien? -se le acercó una chica de largas pestañas

-Sí, no te preocupes, estoy bien -le respondió con una forzosa amabilidad. En realidad estaba avergonzada y molesta, más molesta la verdad de las cosas. Se levantó y se acomodó el cuello, haciéndoselo sonar de una forma muy brusca. La chica que se le acercó le miró como si Denise fuese un bicho raro, aun así prosigió con su acto de caridad

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