Los chicos volvieron a la acera de la calle y Denise guió a su amigo hacia el Corvette.
-Vamos, sube -le dijo la muchacha, abriendo la puerta. Robinson le quedó mirando confundido, iba a ser la primera vez que entraba a un vehículo tan lujoso -Acomódate bien, tendré que sentarme en tus piernas - Denise le siguió, cerrando la puerta tras de ella. Dos segundos de silencio invadieron el lugar. -Te presento a Caleb, el dueño del Corvette.
-Qué hay -le saludó Robinson
-Hola -le respondió el chico sin mayor entusiasmo.
-¿Y él también es uno de los niños de papi que le compran todo lo que quieren? -Robin lanzó sus palabras como acostumbra a hacerlo: sin pelos en la lengua. Caleb aguardó en silencio, es como si le haya resbalado el comentario, esperando que Denise dijera la verdad o la mentira, a él le daba igual, sabía que no iba a decirle algo más allá de lo que no le correspondiera.
-No, Caleb es mi guardaespaldas.
-Entiendo -dijo al momento en que se estaba sacando los cabellos de Denise de la cara que no le dejaban respirar -Me imagino que todos los empleados en tu casa tienen deportivos de lujo.
-Qué peculiar es tu amigo, Denise -ironizó Caleb.
-¿Qué estás queriendo decir?
-Sólo pon en marcha el auto y dirígete a Soweto -le dijo Denise a Caleb tratando de evitar que se pusieran a discutir. Escuchando las palabras de la chica hizo arrancar el Corvette de mala gana. El silencio se apoderó del lugar por varios minutos, hasta que la chica comenzó a moverse por lo incómodo que era ir sentada en las piernas de su amigo.
-¿No vas bien? -le preguntó Robin.
-claro que no, quién lo iría, voy toda encorvada dentro de este maldito vehículo.
-Más respeto con mi auto dulzura.
-Deberías comprarte vehículos que fueran más útiles, uno con más asientos, de este tipo no te sirven para nada- espetó malhumorada.
-¿Le cuento a tu amigo de todas las que te he salvado en este auto inútil? -dijo con su ligero sonsonete sarcástico. Denise supuso que se refería específicamente a las veces que se la llevó borracha y drogada al departamento. Optó por mantenerse callada frente a lo dicho, eran eventos que prefería que Robinson no se enterara, ni nadie que conociera -No puedes llamar inútil a un deportivo como el mío.
-Lamento decirlo Denise, pero tu guardaespaldas tiene razón. Lo que dices es casi un crimen, ¿Cómo puedes tratar a un deportivo como éste de algo inútil?
-¿Ahora tú estás de su lado? -le preguntó indignada.
-Del auto por supuesto -respondió con firmeza, Denise sacudió la cabeza poniendo los ojos blancos.
La lluvia no dejó de caer en ningún momento, mientras iban en el vehículo.
-Ahora lo único que falta es la autorización de tus abuelos -interrumpió la chica.
-Te aceptaran de inmediato, les encantan las visitas.
-Eso espero.
-Tranquila, no habrá problemas.
-¿Qué piensas decirle?
-Lo obvio...que necesitas alojamiento...pero deben decirme por cuanto tiempo.
-Eso no se sabe aún -interrumpió Caleb mientras iba al volante sobrepasando un charco de agua que se dejó ver como salpicaba hasta las ventanas.
Llegaron a Soweto, no tardaron más de veinte minutos. Caleb disminuyó la velocidad del auto, esperando que le dijeran donde detenerse. Finalmente lo hizo al comienzo de una cuadra en donde no se veía casi nada, pues el tendido eléctrico era más escaso en ese lugar.
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La Traceur
ActionDenise Rosner, una adolescente de dieciséis años, a escondidas de su familia y de todo su círculo de élite, es integrante del único grupo de parkour de la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica; liderado por Kevin, el apuesto instructor que le ha enseña...