Capítulo 25

396 47 22
                                    


A la mañana siguiente, Changmin fue el que despertó a Yesung.

―Oye... tienes que tomarte las pastillas ―le dijo.

Yesung parpadeó un par de veces, tratando de despejar un poco la vista y se incorporó en la cama aceptando las píldoras que el menor le entregaba.

―¿Qué hora es? ―preguntó cuando se tomó el medicamento.

―Las ocho y media ―respondió Changmin recuperando el vaso de agua―. Yo me tengo que ir a trabajar, te dejo solo hasta que llegue Kangin, ¿vale?

―Está bien ―aceptó Yesung.

Changmin asintió y salió de la habitación. Yesung esperó un rato allí tumbado a que el analgésico hiciese efecto hasta poder sentarse en la cama con la intención de levantarse. Estaba harto de estar tumbado, sentía su cuerpo rígido y tieso, sus músculos dormidos y adoloridos de no haberse movido en días. Se agarró del borde de la mesita de noche e hizo un esfuerzo por ponerse en pie.

―Uff... ―se quejó al sentir su cuerpo crujir.

La pierna le dolía un poco todavía, pero en realidad era ya bastante soportable, nada que ver con los pinchazos de dolor que le atravesaban el muslo cuando despertó la primera vez. Apoyándose bien contra la mesita, decidió dar un paso. Hizo una pequeña mueca, pero lo consiguió, se sentía mejor moviéndose un poco, era como si el caminar le diera un poco de fuerza.

Antes de dar el siguiente paso, oyó un sonido al otro lado de la puerta y dirigió la mirada allí a tiempo de ver entrar a Kangin.

―¿Pero qué haces de pie? ―le regañó llegando a su lado corriendo.

―Estoy harto de estar en la cama ―se quejó―. Como no me mueva un poco, voy a terminar echando raíces ―bromeó.

Kangin no pudo evitar reír.

―¿Pero no te duele?

―Un poco ―admitió―, pero no me quiero volver a tumbar, estoy harto de la cama.

―Bueno, espera un segundo ―le pidió dándose la vuelta para acercarse a una de las esquinas del cuarto―. Changmin dejó esto por aquí ―le informó dándose la vuelta, enseñándole unas muletas―, dijo que a lo mejor te hacían falta ―comentó acercándose hasta él.

Kangin se las colocó junto a sus brazos y Yesung se sostuvo de ellas.

―¿Mejor?

―Sí ―afirmó el moreno―, el brazo no me duele tanto como la pierna ―confesó.

―Eso es porque no es una herida tan grave ―le informó―. El disparo en la pierna te atravesó el muslo, de lado a lado. El del brazo no llegó a penetrar tan profundo ―le contó―. Junsu dijo que sanaría antes puesto que no hay tanto tejido que deba regenerarse.

Yesung asintió.

―Es un poco irónico, ¿no te parece? ―cuestionó.

―¿Qué cosa? ―preguntó Kangin sin comprender.

―Pues que mi primer disparo sea trabajando de guardaespaldas y no de... "recadero" ―le puso un mote a su antigua profesión―, no me habían disparado antes ―concretó.

―Pues sí, es irónico ―aceptó Kangin.

Yesung rió y dio un par de pasos con las muletas para acostumbrarse a ellas.

―¿Adónde vas? ―preguntó.

―No sé, pero no aguanto más estar aquí encerrado. Quiero dar una vuelta.

Desbarataste mi mundo por un golpe del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora