Capítulo 16

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Yesung despertó aquella mañana por culpa de un muelle del sofá que se clavaba en sus costillas. Incómodo, se removió hasta que al final se incorporó, pues no había manera de encontrar una posición cómoda en ese sofá. Aún no sabía como había podido siquiera conciliar al sueño unas horas.

―Ufff... ―se quejó apoyando su espalda contra el respaldo.

Estaba agotado, mentalmente hablando. La noche anterior, cuando consiguió calmar medianamente a Kyuhyun y sacar a Kangin del piso, había tratado de hablar con él. Kyuhyun no estaba precisamente receptivo en ese momento y terminó metiéndolo en su cuarto, pidiéndole que se calmara, dejándolo a solas.

Su móvil sonó encima de la mesita del café. Estiró el brazo y cogió el aparato antes de llevárselo al oído.

―¿Te he despertado? ―la voz de Kangin sonó somnolienta al otro lado del auricular.

―No, me he despertado hace un momento ―negó Yesung―. ¿Has dormido algo?

―Apenas ―respondió Kangin.

―Oye... hyung ―lo llamó―. Lo que dijo Kyuhyun...

―¿Lo de su madre? ―intuyó Kangin.

―¿Es cierto?

―No lo sé ―contestó el mayor―. Es posible...

―Joder... ―se lamentó Yesung.

―¿Cómo no le contaste a qué te dedicabas?

―No creí que necesitase saberlo ―respondió Yesung echándose hacia atrás en el sofá.

―¿Pudiste hablar con él cuando me fui?

―Apenas ―repetió la palabra de su amigo―. Estaba muy alterado y nervioso.

―Sí, ya. Lo vi antes de irme ―le recordó.

―Ya ―respondió Yesung recordando como había tenido que interponerse entre Kangin y Kyuhyun para que el segundo no tratara de tirarse sobre el primero.

―¿Qué vas a hacer? ―le preguntó.

―No sé. Intentaré explicárselo, supongo ―comentó Yesung―. Al fin y al cabo, él solito lo ha descubierto, ¿qué otra cosa puedo hacer?

―Sí, claro. Supongo que sí ―admitió Kangin―. Bueno, sólo quiero que sepas que ayer al final le di las fotografías a Donghae, es un amigo mío, detective ―le explicó―. No creo que tarde en darme noticias sobre ellas. Sólo verlas, ya me ha asegurado que estaban hechas todas desde el mismo piso y el mismo ángulo, lo que significa que la cámara estaba siempre fija, en un trípode supone ―le contó―. Por la altura de la imagen con respecto a la terraza, calcula que debe ser algún lugar un par de pisos por encima del vuestro.

―Vale ―aceptó Yesung―. Cuando sepas algo más, dímelo, ¿vale?

―Claro ―afirmó el mayor―. Te dejo, voy a tratar de averiguar un par de cosas. Te llamo más tarde.

―Está bien Kangin, gracias ―y colgó.

Yesung dejó el teléfono sobre la mesita baja y se echó de nuevo hacia atrás en el sofá, apoyando su cabeza en el borde del respaldo. Llevó sus brazos a su cara, entrecruzándolos y se tapó los ojos mientras lanzaba un largo suspiro.

El sonido de los pasos de Kyuhyun en el pasillo le alertó de que el menor se estaba acercando. Quitó los brazos de sus ojos y miró hacia la puerta que conectaba el pasillo con el salón. Kyuhyun apareció por ella y se detuvo en el marco al ver a Yesung mirarle desde el sofá.

Desbarataste mi mundo por un golpe del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora