35: Contrapeso

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Gyrudor, pero que sorpresa tan...inesperada —mencionó el hanoruk de Nectovia con evidente desdén—. Supuse que te habías retirado a Ceonura con toda tu comitiva.

—Nuestros exploradores han partido hacia allá, pero Harodur y yo decidimos quedarnos —contestó el corpulento lekauro recargándose en su asiento con toda comodidad—. Supimos que ofrecerías un banquete, y eso es algo que yo no desprecio a menudo —Se palpó la barriga y rio tan fuerte que Evan dudó si estaría fingiendo o en realidad así se expresaba.

Erdator no disimuló su molestia.

—Discúlpame Gyrudor, pero ni tú ni tu hermano fueron invitados a ésta mesa. Además, vienes y te sientas frente a mi. ¿Acaso te crees mi enemigo? —Se apuntó en su propio pecho—. ¡Es una total falta de respeto¡

—Relájate, esas reglas son poco más que absurdas. ¿A quién le importa dónde nos sentemos? Cualquier sitio es igual al otro —Gyrudor hundió un panecillo en la salsa roja, la bañó casi en su totalidad y la engulló de un bocado—. Además...ah que picosa está esta cosa -—exclamó sacando la lengua—. Vine aquí, aprovechando que invitaste a otro colega —señaló a Ungodor con la barbilla.

—¡Pero no por eso tienes el derecho a...¡-

—Templa tus emociones, Erdator —se adelantó Ungodor, previniendo el vendaval—. Sé que ustedes dos han tenido sus diferencias, pero algo me dice que el hanoruk de Ceonura no está aquí sólo para probar tu vino.

—Me gusta el vino de aquí y más si es gratis —admitió Gyrudor, sonriente—, pero tienes razón, me tomé la libertad de profanar la tranquilidad de su convivencia para enterarte de cosas que ni siquiera sabes que pasan a tu alrededor. ¿Te has preguntado a que ha venido ésta humana valiente, que decidida viajó hasta acá con la única protección de su destreza? —Hizo referencia a Sianiris—. Es hija de una de las líderes de Marasca, así que más vale que la vayamos escuchando.

Todos voltearon hacia la muchacha, especialmente Evan, quién no perdió oportunidad de observarla nuevamente y recorrer la delicadeza de su rostro con la mirada. Sianiris se notaba nerviosa, se acomodó un mechón de su cabello detrás de la oreja y detuvo su mano en el cuello. Era un gesto que Evan ya le había visto hacer un par de veces a su madre.

Erdator la invitó a expresarse. Sianiris carraspeó y se puso de pie. Una actitud innecesaria de su parte, pero que probablemente en alguna ocasión aprendió de la moderadora.

—Buenas tardes a todos —dio un recorrido visual a todos los comensales—. Mi nombre es Sianiris McNardi, hija de Leonela McNardi quien ocupa un puesto privilegiado en el Concejario de Marasca —Al decir esto, los demás lekauros asintieron levemente, dando su aprobación para escuchar con seriedad a la joven humana.

»Últimamente hemos sufrido ataques de gridwöls en varios pueblos de la frontera, normalmente suscitados en reducidos grupos que fácilmente pasan desapercibidos ante nuestra vigilancia. Muchas personas, que gracias al Eterno ha salido airosa de esos asaltos, nos han informado que las bestias, de viva voz, les hacen saber sus crueles intenciones: Conquista y sumisión. Otras versiones, aún no confirmadas, hablan de la presencia de ornicones que acompañan a ésta raza en su cometido, lo que de resultar cierto, estaríamos en una situación realmente alarmante —hizo una pausa para evaluar la reacción de los presentes. Erdator y Ungodor tenían el semblante reflexivo—. Honorables hanoruks que velan los intereses de su gente, nunca antes desde que nuestro Concejario se fundó, se ha pedido a los lekauros luchen a nuestro lado; pero hoy la necesidad nos ha llevado a provocar una alianza, un pacto que cuide a los nuestros y nos brinde un futuro exento de ruina y destrucción.

El milagro de EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora