El comienzo.

383 27 16
                                    


Me encuentro en un lugar donde se transfiere conocimiento o al menos eso es lo que se intenta a través de la terrible estrategia de la memorización, no logro entender nada, levanto la mirada, miro a todos lados, pero nada. Mi salón es tan basto de idiotas, tiranos y mujeres de moral distraída que prueban constantemente los limites de mi paciencia. Un montón de pseudointelectuales que juzgan por dos motivos: rabia y falta de argumentos.

Mi nombre es simple, Mia. Soy demasiado común, mi cabello es tan largo que a veces se enreda en mi butaca, mis ojos son color café oscuro, casi negro. Tengo la mirada pérdida. Sobre mis dones no hay mucho que decir, el día que los repartieron olvidaron entregarme el de la paciencia.

Esta historia inicia un día como cualquiera donde todos los "estudiantes" esperan a que termine la clase para poder salir a comer algo o distraerse con lo primero que se encuentren. Fue un día del que no puedo recordar la fecha, estaba tan distraída mirando hacía la ventana y pensando que tan difícil sería escaparme por ahí, cuando un desconocido se posó frente a la ventana y me miró. Mis nervios estallaron de inmediato.

-¡Hola! Dijo él.

-¿Hola? Dije desconcertada. Veo algo más allá de su sonrisa.

Que alguien me saludara por una ventana no era algo muy común, como ya mencioné mi temperamento colérico me aleja un poco de las personas, y mis reacciones no suelen ser siempre las correctas. Estuve divagando en mi mente un rato hasta que recordé que estaba en una clase, giré hacía la pizarra e intente retener la mayor información posible. Mi atención estaba ahí, hasta que escuché al desconocido hablando otro idioma.

-Quand alliez-vous me dire qu'il y avait de si beaux sourires dans cette école? Dijo mientras me miraba.

Después de ese momento me quede intrigada por él, no comprendía el motivo. No sabía qué hacer, mi mente tenía mil cosas en la cabeza, pensaba como ese chico podía hablar francés tan bien si a kilómetros podía notarse que era mexicano, eso lo hacía muy misterioso, y me encantaba resolver misterios, todo daba vueltas en mi cabeza, cuando de pronto:

-¡Mia! Pon atención, estas muy distraída, ¡Mia! ¿Qué te pasa? Dijo Layla.

Layla era mi mejor amiga en ese entonces, sabía más de mi vida que yo misma, así que era muy fácil predecir que pasaba conmigo. Layla era una chica alta, delgada, de cabello largo con un lacio extremo que en verdad era envidiable.

-Perdona, estaba pensando.

-¿Pensando qué? ¿Qué te ocurre?

-No me ocurre nada.

-Seguro es por el chico de la ventana, ¿cierto?

-N...no. ¿Por qué lo dices? Dije nerviosa.

-Te conozco desde la primaria, sé lo que te pasa con sólo mirarte, venga ya dime ¿Te gusto?

-No, no es por él, cambiemos de tema ¿vale?

-Que sí, que si es. No soy estúpida, ¿quieres que lo persigamos?

-No, ¿Qué pasa contigo?

-¡Señoritas! Si tienen algo que platicar pueden salirse. Dijo mi maestra furiosa.

-Disculpe maestra ha sido todo mi culpa. Dijo Layla.

La clase continuo, duro al menos 2 horas, no pude concentrarme, estaba pensando en el chico de la ventana, y eso no es normal, no se piensa tanto en alguien que no te interesa, y mucho menos estaba ilusionada, sonó la campana, Layla siguió insistiéndome, tuve que decirle la verdad.

-¡No puedo creerlo! ¿Te gusta ese chico? Esta guapísimo, Mia.

-No me gusta, y aunque así fuera, no me fijo en eso.

-Eso dices.

-No es mi culpa que todos te parezcan guapísimos Layla.

-Que pesada eres, eso es mentira.

-Sabes que es cierto.

-Bueno sólo a veces.

-Claro, si tú lo dices.

Estábamos comiendo cuando de pronto me di la vuelta y ahí estaba él, me quede mirándolo por un rato, cuando el volteo a mirarme, era como alguien le hubiera dicho "Hey, esta chica te está mirando", y entre todas las reacciones posibles me di la vuelta para que el no se diera cuenta que me cohibí, aunque Layla seguía insistiendo negué todo.



En pequeñas piezas (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora