Rabiando de celos.

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Llame a Layla para contarle.

-Layla tienes que ayudarme.

-¿Qué pasa?

-Hable con el chico de la ventana, David.

-¿Qué te dijo? Tienes que contarme todo.

-Le dije que a una amiga le gustaba, pero no hay tal amiga, soy yo, y quiere que se la presente y no sé qué haré, ¡TIENES QUE AYUDARME!

-Mia cálmate, te ayudare. Seré esa amiga, pero sólo si admites que te gusta ese chico, aunque sea un poco.

-Layla.

-Admítelo.

-No me gusta, me atrae, es todo.

-Lo sabía, mañana nos vemos no olvides la tarea.

-Hasta mañana.

Me fui a dormir tranquila.

Al otro día estaba un poco nerviosa, lo único que le dije a ese chico fue hola. Llego la hora de hablar con él, así que fuimos a esperarlo al lugar donde habíamos quedado.

-¡Hola! Dijo David. Mi corazón comenzó a latir más rápido.

-Hola David, ¿De qué revista de modelos te escapaste? Cuídate que te robo. Dijo Layla. Al parecer se estaba tomando enserio lo de la amiga.

-Mia vamos, preséntame a tu amiga.

-Layla él es David, David ella es Layla. Dije rabiando de celos.

No platicamos de nada interesante, de hecho yo no pude hablar, pero escuche sus bromas y tiene un sentido del humor del que cualquiera podría enamorarse, él se despidió de nosotras y se fue a su clase.

-¡YA ME ENAMOREEEEE! Dijo Layla.

No podía creer lo que estaba diciéndome, ella es mi mejor amiga, no me haría algo así. Preferí quedarme callada, no quería herirla. Lo que resto del día estuve pensando en lo que dijo ella, y en cómo era David, parecía caballeroso, además de que era muy alto, tenía unos ojos preciosos, no había visto mejores ojos en toda mi vida. Además de que tuve la oportunidad de escuchar su hermosa risa. 

En pequeñas piezas (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora