Adiós, mejor amigo.

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-Ahora que estas más tranquila debo decirte algo muy importante.

-¿Qué pasa Carlos?

-Me iré de aquí por un tiempo.

-No puedes irte, ¿vas a dejarme ahora? Te necesito.

-No es cosa mía, le ofrecieron otro trabajo a mi papá, entiende. Le pagaran el triple de sueldo.

-Prefieres dinero.

-No es eso Mia. Entiéndeme, no puedo quedarme.

-Abandóname, como David, como Layla. COMO TODOS EN ESTE MUNDO.

-Mia no es mi intención, por favor.

Me rompí en llanto de nuevo, y con lágrimas en los ojos dije:

-Pero vas a volver, ¿verdad?

-Claro que sí, vendré a visitarte muy seguido, lo prometo.

-Está bien Carlos. Eres mi mejor amigo y me duele tanto.

-Tranquila, te acompaño a tu casa.

-Vámonos.

Llegue a mi casa y lo único que quería hacer era encerrarme a llorar, o ir a mi lugar favorito. El balcón de mi casa, pero no. Llegue y me encontré con mi mamá furiosa.

-¿Dónde estabas Mia?

-Con Carlos en el café.

-No mientas.

-Que sí, que estaba con él.

-Aunque así fuera, seguro estabas besándote con él.

-¿QUÉ PASA CONTIGO MAMÁ?

-Ya te dije.

-No, es que tú nunca confías en mí. Me largo.

-¿A dónde vas?

-Lejos de aquí.

Subí la escalera demasiado rápido, pero mi mamá me alcanzo.

-¿Qué te pasa Mia?

-Nada.

-Si te pasa algo. Eres una rebelde.

-Mamá, no sabes lo que dices.

-Sí, ahora ya nada te importa.

-No puedo creer que digas eso. Puedo ser buena hija, hacer mis deberes, sacar buenas notas, no ser una perra, pero si salgo un rato a distraerme con un AMIGO, te vuelves loca y soy la peor hija del mundo. ¿Sabes que me pasa? Pasa que acabo de perder a mi mejor amigo.

-¿Cómo que lo perdiste?

-Se va, mamá. Se va a ir a vivir a otro lado, como todos. Estoy harta.

-No sabía hija perdón. ¿Necesitas ayuda?

-No, como siempre prefieres desconfiar de mí. Vete de aquí. Ve a ver al ignorante de tu novio y déjame en paz.

Me aleje de ella, sé que fui dura pero ella siempre pone a su pareja antes que a mí y no saben cómo me duele. Me fui al balcón a pensar todo lo que había pasado. Llore demasiado pensando en que mi mejor amigo ya no estaría aquí para ayudarme, para hacerme reír, también pensé en la mentira de David. Pero afortunadamente me cambiaría de escuela para no volver a verlo y así sería más fácil olvidarlo. Después de eso la tarde se volvió noche, así que me fui a intentar dormir. Pero no podía, mis lágrimas seguían saliendo, fue el peor día de mi vida. Carlos me escribía para saber si me encontraba bien, le decía que sí, pero estaba rota.

En pequeñas piezas (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora