Accidente.

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-¿Ya viste la hora? Son las 2 de la madrugada.

-Está bien, llévame.

En el camino solo me miraba sin decir nada. Pero de la nada se desvió.

-¿Dónde vamos?

-Por aquí llegamos más rápido.

-¿No cambiaras de opinión? ¿Seguirás amando a Victoria?

-Sí, la amare siempre. A ti te amo, pero no puedo amarte como a ella, no puedo.

-David reacciona por favor.

-Lo siento Mia.

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

-No lo sientes.

-Enserio lo siento, pero dime que me amas una vez más. La última vez. Dame un último beso.

¿Último? ¿De qué estaba hablando? Lo besé y le dije:

-Te amo con cada latido de mi corazón.

-Lo siento de verdad Mia, no quería hacer esto.

Empezó a aumentar la velocidad del carro, quise ponerme el cinturón pero no me lo permitió. Le dije que parara, pero lo hizo más rápido.

-David para, vamos a matarnos.

-¿Vamos?

-Tú no puedes morir.

-¿Quién dijo que sería yo? Tú no traes bolsa de aire, ni un cinturón, estas perdida.

-David, ¿cómo pudiste hacerme esto?

Sus lágrimas caían sin detenerse. Yo no pude contenerme a llorar.

-David para por favor. No hagas algo de lo que puedas arrepentirte.

Un carro se aproximó, vi la vida pasar frente a mis ojos.

-Te amo David.

Chocamos.


En pequeñas piezas (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora